jueves, 11 de diciembre de 2008

Burocracia (Primera Parte)

Leo hoy en el periódico (concretamente en el Faro de Vigo) que la Xunta de Galicia tiene planeado disminuir la edad para ser funcionario hasta los 16 años.

Si analizamos este hecho en detalle, teniendo en cuenta la realidad social y laboral de la España actual, nos damos cuenta que no existe lógica en este hecho.

En primer lugar la escolarización es obligatoria hasta los 16 años... por lo tanto sólo cuando se hayan terminado los estudios se podría acceder a una oposición.

En segundo término hay que superar una oposición para poder acceder al funcionariado... pero lo normal es que se tarde un mínimo de un año de estudio para sacerla.

Entre ambas cuestiones ya tenemos que los 16 como edad para ser funcionario es algo absurdo. Pero si a ello le añadimos un detalle más (que se ve que a los de la Xunta se les ha pasado por alto) y es que a los 16 años un niño (pues con esa edad, por muy maduro que sea mentalmente se sigue siendo un niño) puede emanciparse de sus padres o tutores, pero con una serie de condiciones legales:

Artículo 323 del Código Civil Español

La emancipación habilita al menor para regir su persona y bienes como si fuera mayor, pero hasta que llegue a la mayor edad no podrá el emancipado tomar dinero a préstamo, gravar o enajenar bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos de extraordinario valor sin consentimiento de sus padres y, a falta de ambos, sin el de su tutor legal.


Con todo esto la Xunta sigue en sus trece y mantiene que el acceso a la función pública es permisible desde los 16 años.


Y la pregunta fundamental es ¿porqué tienen en mente algo así?

Podríamos suponer que hacen falta más funcionarios. Y así es... la sanidad española (sobre todo la gallega) hace aguas por todos lados, y son necesarios muchos médicos (también ha dicho la XUnta que hay que agilizar los trámites para homologar títulos de medicina extrangeros a fin de que puedan ejercer aquí) así como personal de farmacia hospitalaria y enfermería...

Puede que hayan cambiado muchos las cosas de un tiempo a esta parte pero creo recordar que la carrera de Medicina supone una media de 6 a 8 años de estudios, la de Farmacia de 5 a 7 años y la de Enfermería de 3 a 4 años (si bien ahora, con el plan bolonia, se reducirán / aumentarán todas a un mínimo de 4).

Puede que la Xunta esté asumiendo que como hay tal cantidad de superdotados en este país, con 16 años recién cumplidos se esté en posesión de alguna de esas titulaciones (si no de todas, que por pedir no se pierde nada). Pero en vista de que el reino onírico no se corresponde con el real, estas esperanzas no pasan de ahí.

Puede que se necesite personal de seguridad (policía, bomberos, etc.)... pero para estas funciones se necesita, en primer lugar un físico desarrollado, tanto por el entrenamiento como por el desarrollo fisiológico de la persona. Por lo tanto no son propias de una persona de 16 años, pues por mucho que se entrene, su cuerpo aún no ha terminado de crecer, pues aunque haya dejado atrás la época del estirón (si es mujer, los hombres aún pueden crecer algo más hasta los 17 o 18 años) el cuerpo sigue en creciemiento y desarrollo hasta unos años después (sobre los 20 a 25 según la genética de cada cual). Así que tampoco van por ahí los tiros

Tal vez se refieran a personal judicial (donde también hay carencias)... pero como en el caso sanitario es necesario el estudio de una carrera y muchos años de prácticas y estudios posteriores. Así que también descartado.

¿Qué nos queda entonces?

La respuesta es obvia. Tenemos a un montón de políticos que no saben como conseguir votos. La mejor forma de hacerlo es regresar al caciquismo original de este antiguo reino y obtener réditos de favores. ¿Cómo hacerlo? Pues cuando el hijo de alguno necesita un trabajo seguro en el cual no sea necesario hacer mucho, se le regala un futuro. Cuando el amigo de turno necesita, el político de turno concede.

Esta es la realidad.

Y por mucho que los políticos luego vengan diciendo que hay transparencia en las oposiciones, luego tenemos estas perlas de sabiduría que demuestran todo lo contrario. Pues si alguien que lleva años estudiando para entrar en la función pública luego ve como su plaza le es arrebatada por un niño de 16 años que no ha estudiado en su vida, como que algo huele a podrido.

Y luego tenemos también el hecho de que no se necesitan tantos funcionarios. En realidad con una gestión informatizada adecuada, con una distribución de tareas simple y con un sencillo organigrama laboral, el número de funcionarios necesarias en cualquier administración sería reducido en un mínimo de un 50%.

Pero hay que pagar muchos favores, hay que recolectar muchos votos.


Los que me dan pena son aquellos funcionarios que han trabajado por ser quienes son, que han estudiado para llegar a donde están, que se esfuerzan en su trabajo; y que luego leen este tipo de comentarios en los cuales se habla de la ausencia de trabajo entre los funcionarios, de sus grandes sueldos y de sus inexistentes responsabilidades. Gente que se esfuerza por dar un servicio a quienes luego les caen todos los palos (será que aquellos que los merecen de verdad están de baja, de vacaciones o simplemente hacen suya la máxima "por la mañana no trabajo, por la tarde no estoy")


En la próxima entrada ya me centraré más en el hecho de la burocracia como tal (texto que llevo perfilando un tiempo, pero que he dejado apartado al leer la noticia de hoy del periódico). Espero poder hacerlo en breve, pero con estos milagros de la informática, nunca se sabe


miércoles, 26 de noviembre de 2008

Evolución de la Fe

En el principio de los tiempos de la humanidad, cuando la gente aún se resguardaba en cuevas, todo aquello que diera miedo, que fuese desconocido o que no se pudiese controlar, era susceptible de pertenecer a la “fe”.

A medida que iba avanzando la civilización, aquellas incógnitas dieron paso a certezas y por lo tanto a su desaparición “divina”, pues bien es sabido por toda la raza humana que todo aquello que deja de ser desconocido pierde la capacidad de control. Pues por capacidad de control me refiero a aquellos que por su superior inteligencia (o simple astucia) aprovecharon esos miedos e ignorancias para así dar un paso más en sus respectivas sociedades y erigirse por encima de los demás.

Nacen así los sacerdotes, chamanes, místicos o como se les quiera llamar. Simplemente son los “poseedores de la verdad”.

Esta evolución de las creencias viene condicionada tanto por los descubrimientos del ser humano como por os cambios de posición de aquellos poseedores de la verdad suprema, que se dan cuenta de que si quieren seguir en el negocio es mejor cambiar con los tiempos y modificar los antiguos dioses. De esta forma cambian las primeras divinidades (fenómenos naturales, dioses animales, etc) dando lugar a la aparición de las divinidades “humanas”. Así tenemos que cuando los humanos empezaron a sospechar que el trueno no era más que un “algo” independiente de la fe, los sacerdotes transformaron la divinidad de ese trueno en una consecuencia de una divinidad. Así bien el dios en concreto no es que fuese el trueno, sino que el trueno era la consecuencia de alguna reacción de ese dios.

Esas divinidades humanas poseían algo que a la sociedad le gustaba, como era el hecho de que eran falibles, que tenían sus propios problemas, eran seres con los que cualquiera podía identificarse y por ello había tantos... de esta forma no sólo se perpetuaban en el negocio los típicos avispados de turno, sino que se creaban nuevos nichos de mercado para todos aquellos que veían oportunidades. Pues donde hay 10 dioses bien podían haber 100... o 1000.

Pero este concepto pronto se vio que no era “rentable” para los poseedores de la verdad, pues los dioses eran demasiado humanos, no era necesario de un sacerdote para interpretar su designios, cada dios era aceptado por los fieles como un miembro más de la familia. Los sacerdotes corrían el peligro de desaparecer. Y ante ese grave peligro nace un nuevo concepto divino (que no es más que el retorno a la ignorancia pretérita).

Este nuevo dios naciente es un ser tan poderoso que ningún ser humano jamás podrá entenderlo (de ahí la ventaja de pertenecer a ese pequeño grupo de poseedores de la verdad, pues ellos sí podían entenderlo y dar a conocer sus designios). Un ser que otorgaba favores con la misma facilidad con la que podía destruir ciudades. Un ser que sólo con un pensamiento había creado todo el universo.

Este ser está tan alejado de la humanidad que no existe posibilidad de comunicación... por eso siguen siendo necesarios los “poseedores de la verdad”, aquellos que gozan de una dispensa especial y pueden comunicarse con el ser.

Pero aunque este negocio dura lo suyo, nada es eterno y la evolución humana sigue adelante (mal que les pese a esos poseedores de la verdad), aparecen nuevos conceptos, desaparecen ignorancias (precisamente el bien más preciado para ellos, pues sólo mediante la ignorancia se puede dominar a los demás) y el ser humano da un paso más hacia la erradicación de la fe.

Pero ante el sueño de algunos que propugnaban la desaparición de la fe, de la religión y de aquellos que sólo pensaban en aprovecharse de la ignorancia ajena, nace también el sueño de otros, un sueño que vendría a ser: “Eh, si ahora ya no creen en esto, habrá que darles otra cosa en que creer”.

Y así nace la política.

Pues si hacemos un análisis entre aquellos grandes oradores del pasado que contaban a sus fieles las maravillas de seguirlos a ellos y no a otros, de como su apoyo incondicional los elevaría aun reino celestial; y los oradores del presente que cuentan las grandes maravillas que surgirán si les dan el voto y los llevarán a un reino terrenal... la única diferencia real entre ambos radica en que los de antes se basaban en que como no era posible saber lo que pasaba después de muertos, podían aprovechar diciendo que después todo iría bien (total, no podía comprobarse). Los de ahora saben que la gente es más materialista, y que lo que ocurra “Más Allá” no importa tanto como lo que ocurra “Más Acá”, así que prometen el oro y el moro para el ahora... pero con la ventaja de que si ocurre es porque son fantásticos y si no ocurre es porque los “fieles” no han cumplido...

Como siempre ocurre la culpa nunca es del sacerdote sino de los fieles.

Y en esta evolución de la fe ha nacido un nuevo concepto. Así como hace años la fe en dios era lo que movía a la gente, luego la fe en la democracia, pero ambas cayeron en el hastío y la desgana, el concepto actual es el nacionalismo.

Si analizamos el concepto actual de nacionalismo vemos que:

Un “poseedor de la verdad suprema” nos vende una ida, la idea de que pertenecemos a una raza superior a las demás (en este caso por haber nacido o vivido en un lugar determinado), y que las demás razas nos están suprimiendo porque nos tienen miedo, porque nos odian o simplemente porque no saben que existimos. Así que no nos queda más remedio que levantarnos y protestar, luchar por los derechos de esta raza superior.

Sea cual ser el nacionalismo que se venda (tanto sea el nacionalismo gallego, como el vasco, como el catalán, como el español, como el yanqui, como el que quiera que sea) al final el propósito siempre es el mismo... aquel que lo vende vive bien mientras la idea de que lucha por los fieles hace que éstos cedan en sus libertades y sus bienes sin que protesten.

Siempre es lo mismo... tanto criticar a las sectas porque un “avispado” se aprovecha de la credulidad de unos cuantos, cuando en realidad lo vemos día sí día también en la calle. ¿Cuantas conversaciones no habremos tenido con un nacionalista? Da igual de que tipo, yo las he tenido con nacionalistas gallegos, vascos, catalanes y españoles... y en todos los casos el resultado es el mismo, yo soy el enemigo al que hay que matar por no pensar como ellos. Al final el fanatismo es lo único que los mueve. Una idea de que como son “la raza superior” hay que luchar (sea como sea) por ella. Al precio que sea.

Y así tenemos que los nacionalistas justifican las matanzas de ETA, los nacionalistas justifican la bomba puesta en un cajero en la Plaza de Galicia en Santiago de Compostela... porque todo aquello que se haga para el beneficio de la “raza” está bien hecho.

Y cuando alguien les dice que su forma de ver el mundo es incorrecta se le tacha de Nazi y Fascista... demostrando con ello que la mejor forma de dominar a esta plebe es con la ignorancia pues precisamente las matanzas nazis se debían a un problema de raza, que la definición más exacta (aunque no se la encontrará en ningún diccionario) de fascismo es “eliminemos a todo aquel que no piense como nosotros o que no haga lo que les decimos”...

Y lo peor de todo es que se les justifica porque claro... ellos son los “buenos”... los “perseguidos” por una sociedad malvada que los quiere mal... “El Pueblo Elegido por Dios” que camina por valles de lágrimas mientras lucha por sus libertades. Claro que cuando las luchas por las libertades no son más que la eliminación de las libertades de los demás, las cosas hay que cambiarlas... pero como ellos son los “buenos”, todo acto está justificado.

Y no... no existe solución a este problema.

Desde el principio de los tiempos la “fe” en algo (sea dios, sea el aire, sea la bondad humana, sea la raza) es lo que ha permitido que unos pocos controlen a muchos... y mientras el ser humano no se de cuenta de que lo están manipulando, nada se podrá hacer para evitarlo.

Somos una raza de ovejas... un “pastor” nos dice el camino y nosotros caminamos sin siquiera mirar para comprobar que el camino existe de verdad.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Patente de Corso

Volvemos a los orígenes y por ello hay que empezar la entrada del día con una definición de la RAE sobre esta expresión. Así tenemos que:

patente.

(Del lat. patens, -entis, part. act. de patēre, estar descubierto, manifiesto).

~ de corso.

1. f. Autorización que se tiene o se supone para realizar actos prohibidos a los demás.

2. f. Cédula o despacho con que el Gobierno de un Estado autorizaba a un sujeto para hacer el corso contra los enemigos de la nación.


Con esta definición (sobre todo la del punto uno) tenemos ya un tema sobre el que debatir. Pues hace unos días, al leer un periódico (concretamente el Faro de Vigo), una de las tiras cómicas me llamó la atención por ser una realidad tan grande que sería risible de no ser tan deprimente. En la viñeta se veía a un caco de los de toda la vida (traje a rallas, antifaz) detenido por dos policías que lo acompañan, mientras detrás de ellos otro caco (con una bolsa llena de dinero, y en la camiseta las siglas SGAE) los mira con cara de felicidad e impunidad. Ante la clara pregunta del detenido de porqué a él sí y al otro no, uno de los policías, con resignación en el rostro responde: “Patente de Corso”


Puede que esta tira cómica nos parezca divertida, pero encierra una gran verdad. ¿Porqué unos ladrones tienen unas ventajas que los ciudadanos honrados no tienen? No ya el hecho de que unos ladrones tengan ventajas sobre otros ladrones (que eso pasa todos los días ya no por la existencia de leyes que los protejan, sino simplemente porque unos pueden pagarse mejores abogados que otros), sino que frente al común mortal de la sociedad, una persona normal y corriente, cuyo único propósito en la vida es vivir el día a día y cuyas preocupaciones cotidianas no suelen ir más allá del si llegará a fin de mes o de como mejorar en su vida laboral o cosas así, gente honrada cuyo mayor crimen tal vez sea saltarse una señal de tráfico... ¿porqué el que hace las cosas en contra de todos los principios básicos de la sociedad tiene ventajas que luego los ciudadanos honrados no tienen?


El canon de la SGAE no es más que una forma velada de robo. Nos están robando de forma total y absoluta. Da igual lo que hagamos, si compramos algo que ellos entiendan como “Artefacto susceptible de destruir la cultura” tendremos que pagar un plus. ¿Qué es lo que se entiende como tal? Ahí ya podemos entrar en grandes debates. Da igual que sea un MP3 (el cual, según ellos sólo es una máquina infernal diseñada para quitarles el pan de la boca a los pobres artistas que tanto trabajan por la cultura), o un DVD (artefacto del maligno capaz de reproducir copias piratas en exclusividad) o lo que sea... dentro de poco nos cobrarán por el aire respirado, pues según ellos el mero hecho de respirar ya significa que robaremos música y películas.


Si analizamos el concepto del canon en profundidad lo único que nos encontramos es que se trata de un impuesto que grava la simple compra. Ya no pueden argüir siquiera la intencionalidad, pues la ley obliga siempre a que se pruebe ésta. Pero como ellos son “especiales” no sólo se saltan la lógica a la torera, sino que además logran que se creen leyes que les den la razón.


Nos cobran ante la posibilidad de que cometamos un delito... Ya puestos a llevar las cosas al extremo, creo que sería más apropiado que en el momento del nacimiento, a los bebés se les internara en una prisión de máxima seguridad durante unos cuantos añitos, en previsión de los crímenes que seguro que cometerán en el futuro (el de respirar el peor de todos). Después de todo como el mero hecho de vivir ya es causa más que suficiente y probatoria de que en el futuro se va a delinquir, así pues la mejor solución es condenarlos antes de que cometan el delito como mecanismo preventorio... pero eso sí, en el momento en que cometan el delito (que por eso se les ha encerrado en primer lugar), se les vuelve a castigar, pues como todo el mundo sabe, como lo primero era sólo “disuasorio”, no cuenta como castigo.


Puede que haya puesto un ejemplo extremo, pero o es más que la realidad. Nos cobran el canon en los CD y DVD vírgenes porque los usaremos para “matar la música”. Nos cobran el canon en los ordenadores porque los usaremos para “destruir la cultura”... La realidad es que nos cobran el canon en cualquier producto porque pueden. No hay más razón que esa... quieren dinero y la mejor forma de obtenerlo es creando leyes que les amparen en sus latrocinios. Después de todo si la ley se lo permite, no puede estar mal, ¿verdad?


Y lo peor no es eso... lo peor es que luego nos criminalizan a los ciudadanos (a todos nosotros sin excepción) porque atentamos contra los ideales del mundo mejor que proponen (que se basa únicamente en hacerse más y más ricos a costa del trabajo de los demás... un mundo mucho mejor por lo que se ve... a mi también me gustaría estar ahí, pero claro, jamás me dejarían entrar en la élite de los que viven bien).


Aún encima tenemos que las asociaciones para los derechos de los consumidores no actúan al nivel de la SGAE, de forma que jamás se les podrá pedir responsabilidad por sus acciones. ¿Cómo luchar contra esto? No hay solución. No hay salida.


Si yo tengo que comprar un ordenador para una farmacia, el cual ha de estar conectado a una red interna de la Seguridad Social (nada de internet), con el único programa de gestión farmacéutica (original, por supuesto) y el sistema operativo base que necesita (también original). ¿Porqué tengo que pagarles? Es imposible que ese ordenador se emplee para algo que no sea atención farmacéutica y gestión. Pero eso es lo de menos... lo único que importa es cobrar.


Otro ejemplo, un trabajador, fotógrafo de profesión, compra tarjetas de memoria para la cámara de fotos, y CD y DVD vírgenes en los que copiar las fotos y videos que él ha creado... ¿Quién es la SGAE para decirle que ha de pagar por el fruto de su trabajo? Se supone que la SGAE protege los derechos de autor, pero el autor de esas fotos ha de pagarle a la SGAE por ello... ¿Dónde está la lógica?


No existe ninguna obligación “moral” de pagarles nada (en realidad, moral y éticamente serían ellos los únicos obligados a pagar a los consumidores por todas las injusticias a que nos someten)... la única obligación es legal. La pena es que la ley va encima de la moral (así va el mundo)


Otro día hablaré de la cultura y su concepto, el cual varía en función de quién lo mencione y en que circunstancia sea mencionado.


Pero por ahora creo que ya me he desahogado bastante... aunque nunca es lo suficiente.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Crimen y Castigo

Aún a riesgo de pecar de prepotencia al usar como cabecera de la entrada de hoy el título de la famosa novela de Fedor Dostoievski, no me queda más remedio que darle uso, pues ese es el tema principal que voy a intentar comentar hoy.

No habrá esta vez una cita de la RAE, pues no creo necesario tener que definir ambos conceptos al estar ya en mente de todo el mundo cuales son sus significados.

El tema de hoy es la unión de ambos términos, pues a un crimen le corresponde un castigo... o eso es lo que queremos creer.

Siempre que en una conversación (sea entre varias personas o bien sea una reflexión interna de cada cual) sale el término castigo, se asocia a alguna acción precedente que lo ha propiciado. A partir de ahora llamaremos a esa acción crimen, pues si bien este término nos hace pensar en “genocidas”, “asesinos”, etc. cualquier acción nimia que acarree un castigo también es un crimen. Así por ejemplo ante el crimen de que el perro haga sus necesidades en la alfombra del salón de casa, hay un castigo añadido, que es agarrar al perro, llevarlo hasta la escena del crimen, enseñarle las deposiciones, amenazar con mancharle el hocico con ellas y darle un cachete.

Este ejemplo que he puesto, ante el cual seguro que muchos defensores de los animales me denunciarían por ser un ejemplo que fomenta la violencia, es un claro exponente de la relación entre crimen y castigo. Ante un hecho constitutivo de crimen se prepara un castigo que tenga como cometido la aceptación por parte del criminal de su acción y por lo tanto una educación que evite nuevos actos delictivos. Un perro no es un ser humano, y por lo tanto el lenguaje que hay que emplear es diferente, así primero se le enseña cual es la causa (con una amenaza implícita a la misma, como es el hecho de acercar el morro a las heces) y luego se le da el cachete... la mente del perro asocia el hecho de defecar dentro de casa como algo malo gracias a ese cachete. Así, con un simple golpe suave se evita que el animal vuelva a hacer algo “malo”.

Podrán denunciarme por abusos, incitación a la violencia o lo que quieran, pero lo real es que el método funciona, y a la larga un simple cachete evita que al animal haya que sacrificarlo en el futuro (pues este método funciona tanto para las deposiciones como para los ataques a gente, las mordeduras, etc.).

Pero el fondo del asunto no es como tratar a un perro, sino como tratar a la sociedad. Durante toda nuestra vida se nos ha educado con unas ideas (la diferencia entre un animal y un ser humano es que éste piensa... o eso se supone, y por lo tanto se puede omitir la violencia con el diálogo) en las cuales se asocian crimen y castigo. Esta relación crea un sentimiento de miedo en la sociedad por el que se evitan los crímenes a causa del temor a ser castigados.

Pero la realidad es muy diferente y para demostrarlo pondré un ejemplo. Tomemos un momento cualquiera en la vida de una persona. Caminando por la calle le sale al paso otra persona. La primera se siente amenazada por la mirada y la “solicitud” de dinero de la segunda y le entrega 50 euros (lo que llevaba en ese momento en el bolsillo) a la segunda, la cual se va.

Aquí tenemos un crimen... pero no hay castigo pues al tratarse de una cantidad tan pequeña (inferior a 300 euros) se considera una simple falta.

Ahora bien, imaginemos algo similar, pero en lugar de ser 50 euros, se trata de 500 euros al mes durante toda la vida, las amenazas son mucho más claras (no se trata de una mirada aviesa, o un gesto sugerente), las consecuencias de esta extorsión son tales que si en algún caso no se puede pagar, se quedarán con todo cuanto la persona tiene, tanto ahora, como lo que gane en el futuro, tanto él como su familia.

Las consecuencias de este acto tan “vil y rastrero” son muy sencillas... el Estado le paga al atracador, por habernos robado, cantidades ingentes de dinero (que previamente el Estado nos ha quitado a nosotros)

Y no se trata de una analogía, sino de una realidad. Los bancos y cajas de ahorros, que se quedan con nuestro dinero tan duramente ganado, nos roban y extorsionan (¿cómo sino se le llamaría al hecho de que por tener dinero en el banco, éste nos de un interés del 0,5% al año, pero nos cobre por tenerlo ahí un 2% anual? ¿cómo se le llamaría al hecho de que cuando nosotros le prestamos dinero al banco éste nos pague con un interés del 0,5%, pero cuando él nos presta dinero a nosotros el interés que nos pide es del 20%?) y aún encima tienen la impunidad de saber que si algo sale mal, el Estado les devolverá todo cuanto hayan robado y algo más... por las molestias.

Así va el mundo. Durante muchos años las entidades de ahorros, se han dedicado a jugar con un dinero que no les pertenecía, perdiéndolo y ganándolo de formas del todo amorales (que no ilegales, pues las leyes siempre han favorecido a los ricos y poderosos); como es el hecho de que un banco o caja juega con el dinero en sus dos formas, el real y el ilusorio.

El dinero real es que que existe. Es una cantidad finita y limitada de monedas y billetes. Una cantidad que por mucho que algunos deseemos, aunque se plante no crece y da árboles de dinero.

El dinero ilusorio es el que poseen los bancos y cajas como “números”. Es ese dinero del que nadie sabe nada, pero con el que acaban pagándonos a los ciudadanos. Es el número que pasa de una cuenta a otra (y los dueños de esas cuenta asumen que esos números tienen validez como dinero real). Es un dinero que permite multitud de derivaciones inmediatas, como el por ejemplo que si yo quiero hacer una compra de un producto en japón, no es necesario que vaya allí con el dinero metálico para hacer el pago, con una transferencia (números que disminuyen en mi cuenta y aumentan en la del vendedor) puedo hacer el pago. Pero ante cada una de esas derivaciones los bancos ya tienen su porcentaje de beneficio (por mucho que todos digan que es un 0% de comisiones, la realidad es que cobran por todo... no es una comisión, es un atraco).

Estos dos dineros deberían ser idénticos... pero no es así. Y la razón de esta diferencia está en los propios bancos y cajas con unas leyes que les permiten estos “atracos”. Pongamos el siguiente ejemplo:

X va al banco e ingresa 100.000 euros en una cuenta corriente (interés del 1%)

Y va al banco y solicita un préstamo de 50.000 euros (interés del 20%)

El banco usa los 100.000 euros de X para facilitarle el préstamo a Y.

Esto no es tan raro... pero sigamos indagando. Y solicita el préstamo porque quiere comprarse un coche, y cambia ese dinero por el coche al concesionario Z.

Z va al banco e ingresa 50.000 euros en una cuenta corriente (interés del 1%)


Veamos entonces.

¿Cuanto dinero REAL tiene el banco? 100.000 euros

¿Cuanto dinero FICTICIO tiene el banco? 100.000 euros ingresados + 50.000 euros en préstamo = 150.000 euros.


Si ahora mismo todos los ciudadanos saliésemos a la calle y les dijésemos a los bancos: “¡Oiga, deme mi dinero!”, los bancos no podrían hacer frente a ese capital, pues NO EXISTE esa cantidad de dinero.

Ahí tenemos un crimen

Durante muchos años esto a ido funcionando porque no había problemas de liquidez inmediatos (las cantidades que se iban solicitando para retirar eran mínimas, y al poco tiempo ya volvían a estar en manos del banco); pero de un tiempo a esta parte, los ciudadanos han ido necesitando más y más del dinero en metálico (normalmente por culpa de los propios bancos, que para cobrar préstamos a particulares sólo aceptan dinero en metálico); de forma que las arcas se iban vaciando. Y si a ello (que si bien es importante, no es más que la punta del iceberg de la crisis actual) le sumamos que al no haber dinero muchos particulares no podían hacer frente a las hipotecas contraídas con los bancos, hipotecas que normalmente se avalaban con el propio piso/casa hipotecado/a; vemos que los bancos tienen deudas que no pueden cobrar, con unos pisos sobrevalorados que sólo les reportan pérdidas (los gastos e impuestos hay que seguir pagándolos), y gente que les exige dinero que ellos ya no tienen.


¿Cual es el castigo?


Los gobiernos de todos los países del mundo (o todos aquellos países con suficiente dinero como para permitírselo) han decidido castigar a los bancos dándoles dinero para solventar este robo sistemático que han estado haciendo.


... yo no lo veo muy claro.


Es como si a una persona, sin que se de cuenta, le roban sistemáticamente todos los años una cantidad de dinero. Durante mucho tiempo eso es lo normal. Pero cuando un día esa persona se da cuenta de lo que pasa, no sólo no castiga al ladrón, sino que encima le invita a cenar y le dice que por haber sido tan buen ladrón, le va a regalar su casa, su coche, su cuenta corriente e incluso a su primogénito.


Si hubiera sido yo el que hubiera robado a esa escala, ahora ya estaría en la cárcel de por vida. ¿Porqué ellos tienen unos privilegios que yo, como particular, no?


Y luego me critican cuando digo que no creo en la justicia

lunes, 13 de octubre de 2008

Justicia

¿Donde está la Justicia?

Como siempre lo primero que hay que hacer es definir la palabra que da título a la entrada de hoy. Así, según la RAE:

justicia.

(Del lat. iustitĭa).

1. f. Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece.

2. f. Derecho, razón, equidad.

3. f. Conjunto de todas las virtudes, por el que es bueno quien las tiene.

4. f. Aquello que debe hacerse según derecho o razón. Pido justicia.

5. f. Pena o castigo público.

6. f. Poder judicial.

7. f. Rel. Atributo de Dios por el cual ordena todas las cosas en número, peso o medida. Ordinariamente se entiende por la divina disposición con que castiga o premia, según merece cada uno.

Si bien es cierto que hay más puntos dentro de la RAE para definir esta palabra, lo que sacamos en claro es que no hay una definición “clara”. Pues tanto nos podemos encontrar con que la justicia es un atributo divino, como también una virtud, como un fallo de un juez.

¿Qué es realmente la justicia? Sinceramente no lo sé. En lo más profundo de nosotros mismos, creemos en una justicia inmaterial, en un concepto de verdad=premio/castigo, de forma que las conductas y acciones de la gente fuesen juzgadas en función de una verdad, y que al final se les otorgase un premio o un castigo en base a esa verdad.

Pero la realidad de los hechos demuestra que no existe este concepto. La justicia actual, a nivel legislativo y judicial demuestra que justicia y legalidad son conceptos incompatibles en la mayoría de los casos. Después de todo, creo que la justicia entendida como A Cada Cual lo que se Merece, que es el concepto de acepción mayoritaria, no existe en la actualidad.

Si a un delincuente que se le pilla con las manos en la masa, no se le juzga hasta un año después (con suerte) y aún con esas sale libre por “falta de pruebas”, por “fallos en el proceso”, por “defecto de forma”, etc. ¿Dónde queda la justicia? Si a un criminal (y lo pongo en cursiva para dar a entender la ironía del término) se le condena a X años de cárcel en una prisión de máxima seguridad y en régimen de aislamiento por un robo sencillo, con independencia de su motivación y finalidad; y a un político o un banquero, que robó tal cantidad de dinero que no entra en la mente del corriente de los mortales, se le condena (cuando existe condena) a una cárcel de mínima seguridad, con todas las comodidades que pueda desear (comodidades que el resto de los mortales tendremos que pagar para poder disfrutarlas), y a un régimen de visitas diario… ¿Dónde está la justicia?

Estos ejemplos, si bien son casos extremo, lo peor es que son comunes y cotidianos, ejemplos que vemos casi todos los días en las noticias. Vemos con un delincuente tiene un castigo distinto al de otro, cuando ambos son delincuentes, pero uno de ellos tiene dinero para pagar a un buen abogado, tiene contactos en las altas esferas…

La clase marca una diferencia, los que pertenecemos a la “plebe”, a la “chusma”, no tenemos derechos, sólo obligaciones para con el Estado, con la Sociedad y con el Mundo. Luego está la clase dominante, los políticos, jueces, banqueros… la “gente rica”, aquellos que por su cargo, su posición social, su ascendencia sanguínea o simplemente porque tienen mucho dinero, están exentos de obligaciones y sólo poseen derechos.

Aún recuerdo un libro titulado Viaje a un planeta Wu-Wei, de Gabriel Bermúdez Castillo. En ese libro hay un juício que el protagonista vive, en el cual comenta que es una “barbaridad” de procedimiento, pues el acusado no tenía ningún tipo de garantía ni defensa. Y era cierto… pero ante esas críticas, el Profe Wu-Wei que lo acompaña le explica que no es necesario todo ese arduo proceso… el criminal lo era porque así lo habían comprobado muchos vecinos muchas veces. El castigo se efectuaba en el momento del veredicto, y la sociedad era la que efectuaba tanto la sentencia como la condena.

El argumento que “El Vikingo” le daba a su compañero ante la réplica de éste para escribir unas leyes es simplemente magistral. Según él el hecho de escribir una ley sólo servía para crear una nueva casta, la de los “conocedores de la ley”, es decir, gente que se dedicaría en exclusiva a conocer las leyes para garantizar su cumplimiento, pero esta gente, al tener que ser juzgada por sus iguales (la misma casta), se encargarían de dar un trato de favor cuando juzgasen a los de su propia casta, a cambio de ser ellos mismos juzgados con ese mismo trato de favor. Por otra parte esta escritura de las leyes también tendría como consecuencia la culpabilidad de los inocentes y la inocencia de los culpables, pues así como un inocente “sabe” que es inocente, no conocerá le ley y será juzgado y condenado por su desconocimiento… mientras que el culpable, como sabe que es culpable, se encargará de conocer la ley para poder burlarla y así lograr la inocencia.

Este ejemplo es de un libro de ficción, pero relata una gran verdad. Y para demostraslo, un par de casos reales:

Caso A

Unos menores de edad se comportan como tales y cometen una gamberrada, la cual es: robar una bandeja de cruasanes que la panadería había dejado en la entrada de un bar que estaba a punto de abrir. Pillados y condenados.

Condena: 3.000 € de multa o 162 días de cárcel (reformatorio) a cada uno de los participantes

Caso B

Un juez, por negligencia, deja libre a un asesino que unos días después viola y mata a una niña.

Condena: 1.500 € de multa

Termino esta entrada con la misma pregunta con la que la empiezo: ¿Dónde está la justicia?

jueves, 9 de octubre de 2008

Democracia

En primer lugar habrá que definir el título que da origen a esta entrada: Democracia, y la mejor forma para ello es acudir a la RAE:

democracia.

(Del gr. δημοκρατία).

1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.

2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.


Toca hablar entonces de la política del pueblo, las decisiones del pueblo en su propia vida. La naturaleza de la sociedad que determina el propio camino de esa sociedad. Las normas emanan de la sociedad para sí misma, normas que no necesitan ser escritas ya que son aquellas que la propia sociedad ha decidido cumplir, y que como emanan de sí misma, son conocidas por todos los integrantes de esa misma sociedad.


La actualidad política de cualquier país democrático demuestra que el propio concepto de democracia no existe. La única democracia real que podría existir sería la que existía en la antigua Grecia, en la cual se reunían los habitantes de las “polis” y allí tenían voto y voz. ¿Dónde están las voces y los votos actuales? No existen. La voz es la de alguien que dice tener la representación del pueblo, y el voto es el suyo, en representación de ese mismo pueblo.


Desde el momento en que existe delegación de poderes ha dejado de existir la democracia. Cuando una persona es “mejor” que cualquier otra y por lo tanto es la que tiene el poder de representación sobre los demás, y son sus decisiones las que determinan el comportamiento de los demás, ha dejado de tener significado la democracia.


Mi voto no tiene valor, el voto de cualquier otra persona no tiene valor. Dicen los políticos que a ellos los elegimos los miembros de la sociedad… ¿desde cuando? Que yo recuerde, no elegimos, sino que ellos aparecen y nos dicen que, o es de ellos el voto, o no es de nadie. Eso no es elección, es obligación. La obligación de tener que elegir entre las opciones que previamente ellos han consensuado.


¿Acaso podemos hablar cualquiera de nosotros como miembros de la sociedad y ser tenidos en cuenta? Realmente no, pues como bien dicen los políticos, ya están ellos para hablar por nosotros. Y cuando cualquier persona decide hablar por sí mismo, lo normal es que los políticos (sea cual sea el signo de su partido, su ideología o incluso su espíritu) rápidamente saquen una ley, un decreto o lo que sea que le confiera el rango de delincuente.


Dentro de poco se obligará a las maternidades y hospitales a tatuar en la frente de los niños la leyenda “Pensar es perjudicial para la salud”.


No existe la libertad más que en nuestra propia mente y las palabras siempre hay que pensarlas mucho antes de decirlas pues lo políticamente correcto nos invade, si decimos algo sin pensar, la realidad es que a nuestro alrededor se escucharán las voces de aquellos que nunca han pensado por si mismos, repitiendo las consignas de los políticos a quienes han otorgado el poder. Voces que criticarán nuestras palabras aún cuando por dentro haya incluso quien piense lo mismo. Voces que comenzarán con las descalificaciones personales para luego pasar a las amenazas e incluso a la violencia, justificando tal hecho en la “verdad” suprema que los ampara.


No existe la libertad, no existe la democracia, no existe la voluntad del pueblo. Esos conceptos que tanto nos venden los políticos y que tanto nos llegamos a creer algunas veces. Pero son falsas ilusiones. La inocencia que todos llevamos dentro, que nos incita a tener fe en esa gente que tanto nos promete… y que luego tanto nos niega.


El problema de las sociedades es que necesitan de una serie de normas para sobrevivir. Normas que siempre emanan de los representantes de esas sociedades (que no de la sociedad en sí). Pero las normas y leyes sólo son papel mojado para la autentica sociedad.


¿Quién se conoce las leyes? Los mejores abogados y jueces conocen las leyes referentes a una rama concreta del derecho (mercantil, laboral, procesal, penal…); pero el Código Civil lo deja muy claro en su artículo 6: “El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”. No conozco las leyes de otros países, pero de seguro que en todos existe una norma que determina ese punto.


No existe mayor signo de la sumisión del pueblo ante el poder de los gobiernos. Ese artículo lo único que quiere demostrar es que desde el momento de nacer una persona está condenada a ser juzgada en cualquier momento por actos en los cuales no sabe que ha incurrido. Actos que puede que la sociedad haya aceptado como correctos… pero que luego las normas dicen que no lo son.


¿Acaso no se suponía que las normas las dictaba la propia sociedad? ¿Dónde queda esa democracia? Si la sociedad ha de cumplir unas normas que ni tan siquiera sabe que existen… ¿cómo podemos siquiera pensar en aceptar estas normas? Ahí es donde entran los “castigos”. Las propias normas incluyen los castigos de no cumplirlas. De esta forma se salvan todos los obstáculos para que la sociedad esté encadenada al propio sistema.

La sociedad ve como las normas tienen valor, pues los grandes poderes muestran a todas horas lo buenas que son las leyes porque con su cumplimiento se garantiza el funcionamiento de la sociedad, se garantizan los castigos a aquellos que no las cumplen y se garantiza la libertad de la sociedad; pero la realidad es muy diferente. Los grandes poderes le muestran a la sociedad lo que quieren que ésta vea. No le muestran esas normas que “blindan” los cargos políticos (que ninguna sociedad en su sano juicio aceptaría… pero que todas han de acatar, pues “lo manda la ley”), esas normas que impiden a un cargo público el ser juzgado por incumplir la ley (curioso, ¿verdad?), etc.


¿Porqué la sociedad ha de cumplir con unas normas que han creado unos pocos, mientras esos pocos se libran de cumplir las normas que la sociedad ha creado?


Esa es la gran verdad de la democracia… la delegación de poder del pueblo en unos pocos ha transformado esa gran idea en un concepto más clásico, la dictadura. Durante 4 años (o los que duren) unas personas tienen el control absoluto sobre nuestras vidas. De siempre a esto se le llamó dictadura, y creo recordar que desde siempre se ha luchado contra esto.


Antes la gente se levantaba contra el poder para cambiarlo. Ahora nos “venden” que lo que hacen es bueno, y nos lo creemos…


Así nos va

jueves, 2 de octubre de 2008

Presentación

Esta es la primera entrada que hago en el blog, y es menester que la emplee para presentarme y dar a conocer los contenido que habrá en el mismo.

Con cada entrada comentaré mi particular visión del mundo, de ciertas noticias aparecidas en la prensa, de la vida que nos ha tocado vivir, del universo a nuestro alrededor y de "todo lo demás".

La descripción que aparece debajo del nombre del blog está sacada de una serie de libros de Douglas Adams, "La Guía del Autoestopista Galáctico", cuyo tercer volumen se titula precisamente así: "La vida, el universo y todo lo demás". En esa colección se puede ver que la respuesta última a la vida, al universo y a todo lo demás es 42. Ahora bien, queda por saber cual era la pregunta última.

En este blog quiero aportar mi pequeño granito de arena, dando la visión del mundo desde "el otro lado", y no con ello quiero decir que me dedicaré a hablar de los misterios del mundo (pirámides, calendario maya, nazca, etc.), sino a ver el mundo desde otra visión, analizando la actualidad desde otra perspectiva.

Sin más me despido hasta la primera entrada "real".

Un Saludo Felino
Miau