miércoles, 22 de octubre de 2008

Crimen y Castigo

Aún a riesgo de pecar de prepotencia al usar como cabecera de la entrada de hoy el título de la famosa novela de Fedor Dostoievski, no me queda más remedio que darle uso, pues ese es el tema principal que voy a intentar comentar hoy.

No habrá esta vez una cita de la RAE, pues no creo necesario tener que definir ambos conceptos al estar ya en mente de todo el mundo cuales son sus significados.

El tema de hoy es la unión de ambos términos, pues a un crimen le corresponde un castigo... o eso es lo que queremos creer.

Siempre que en una conversación (sea entre varias personas o bien sea una reflexión interna de cada cual) sale el término castigo, se asocia a alguna acción precedente que lo ha propiciado. A partir de ahora llamaremos a esa acción crimen, pues si bien este término nos hace pensar en “genocidas”, “asesinos”, etc. cualquier acción nimia que acarree un castigo también es un crimen. Así por ejemplo ante el crimen de que el perro haga sus necesidades en la alfombra del salón de casa, hay un castigo añadido, que es agarrar al perro, llevarlo hasta la escena del crimen, enseñarle las deposiciones, amenazar con mancharle el hocico con ellas y darle un cachete.

Este ejemplo que he puesto, ante el cual seguro que muchos defensores de los animales me denunciarían por ser un ejemplo que fomenta la violencia, es un claro exponente de la relación entre crimen y castigo. Ante un hecho constitutivo de crimen se prepara un castigo que tenga como cometido la aceptación por parte del criminal de su acción y por lo tanto una educación que evite nuevos actos delictivos. Un perro no es un ser humano, y por lo tanto el lenguaje que hay que emplear es diferente, así primero se le enseña cual es la causa (con una amenaza implícita a la misma, como es el hecho de acercar el morro a las heces) y luego se le da el cachete... la mente del perro asocia el hecho de defecar dentro de casa como algo malo gracias a ese cachete. Así, con un simple golpe suave se evita que el animal vuelva a hacer algo “malo”.

Podrán denunciarme por abusos, incitación a la violencia o lo que quieran, pero lo real es que el método funciona, y a la larga un simple cachete evita que al animal haya que sacrificarlo en el futuro (pues este método funciona tanto para las deposiciones como para los ataques a gente, las mordeduras, etc.).

Pero el fondo del asunto no es como tratar a un perro, sino como tratar a la sociedad. Durante toda nuestra vida se nos ha educado con unas ideas (la diferencia entre un animal y un ser humano es que éste piensa... o eso se supone, y por lo tanto se puede omitir la violencia con el diálogo) en las cuales se asocian crimen y castigo. Esta relación crea un sentimiento de miedo en la sociedad por el que se evitan los crímenes a causa del temor a ser castigados.

Pero la realidad es muy diferente y para demostrarlo pondré un ejemplo. Tomemos un momento cualquiera en la vida de una persona. Caminando por la calle le sale al paso otra persona. La primera se siente amenazada por la mirada y la “solicitud” de dinero de la segunda y le entrega 50 euros (lo que llevaba en ese momento en el bolsillo) a la segunda, la cual se va.

Aquí tenemos un crimen... pero no hay castigo pues al tratarse de una cantidad tan pequeña (inferior a 300 euros) se considera una simple falta.

Ahora bien, imaginemos algo similar, pero en lugar de ser 50 euros, se trata de 500 euros al mes durante toda la vida, las amenazas son mucho más claras (no se trata de una mirada aviesa, o un gesto sugerente), las consecuencias de esta extorsión son tales que si en algún caso no se puede pagar, se quedarán con todo cuanto la persona tiene, tanto ahora, como lo que gane en el futuro, tanto él como su familia.

Las consecuencias de este acto tan “vil y rastrero” son muy sencillas... el Estado le paga al atracador, por habernos robado, cantidades ingentes de dinero (que previamente el Estado nos ha quitado a nosotros)

Y no se trata de una analogía, sino de una realidad. Los bancos y cajas de ahorros, que se quedan con nuestro dinero tan duramente ganado, nos roban y extorsionan (¿cómo sino se le llamaría al hecho de que por tener dinero en el banco, éste nos de un interés del 0,5% al año, pero nos cobre por tenerlo ahí un 2% anual? ¿cómo se le llamaría al hecho de que cuando nosotros le prestamos dinero al banco éste nos pague con un interés del 0,5%, pero cuando él nos presta dinero a nosotros el interés que nos pide es del 20%?) y aún encima tienen la impunidad de saber que si algo sale mal, el Estado les devolverá todo cuanto hayan robado y algo más... por las molestias.

Así va el mundo. Durante muchos años las entidades de ahorros, se han dedicado a jugar con un dinero que no les pertenecía, perdiéndolo y ganándolo de formas del todo amorales (que no ilegales, pues las leyes siempre han favorecido a los ricos y poderosos); como es el hecho de que un banco o caja juega con el dinero en sus dos formas, el real y el ilusorio.

El dinero real es que que existe. Es una cantidad finita y limitada de monedas y billetes. Una cantidad que por mucho que algunos deseemos, aunque se plante no crece y da árboles de dinero.

El dinero ilusorio es el que poseen los bancos y cajas como “números”. Es ese dinero del que nadie sabe nada, pero con el que acaban pagándonos a los ciudadanos. Es el número que pasa de una cuenta a otra (y los dueños de esas cuenta asumen que esos números tienen validez como dinero real). Es un dinero que permite multitud de derivaciones inmediatas, como el por ejemplo que si yo quiero hacer una compra de un producto en japón, no es necesario que vaya allí con el dinero metálico para hacer el pago, con una transferencia (números que disminuyen en mi cuenta y aumentan en la del vendedor) puedo hacer el pago. Pero ante cada una de esas derivaciones los bancos ya tienen su porcentaje de beneficio (por mucho que todos digan que es un 0% de comisiones, la realidad es que cobran por todo... no es una comisión, es un atraco).

Estos dos dineros deberían ser idénticos... pero no es así. Y la razón de esta diferencia está en los propios bancos y cajas con unas leyes que les permiten estos “atracos”. Pongamos el siguiente ejemplo:

X va al banco e ingresa 100.000 euros en una cuenta corriente (interés del 1%)

Y va al banco y solicita un préstamo de 50.000 euros (interés del 20%)

El banco usa los 100.000 euros de X para facilitarle el préstamo a Y.

Esto no es tan raro... pero sigamos indagando. Y solicita el préstamo porque quiere comprarse un coche, y cambia ese dinero por el coche al concesionario Z.

Z va al banco e ingresa 50.000 euros en una cuenta corriente (interés del 1%)


Veamos entonces.

¿Cuanto dinero REAL tiene el banco? 100.000 euros

¿Cuanto dinero FICTICIO tiene el banco? 100.000 euros ingresados + 50.000 euros en préstamo = 150.000 euros.


Si ahora mismo todos los ciudadanos saliésemos a la calle y les dijésemos a los bancos: “¡Oiga, deme mi dinero!”, los bancos no podrían hacer frente a ese capital, pues NO EXISTE esa cantidad de dinero.

Ahí tenemos un crimen

Durante muchos años esto a ido funcionando porque no había problemas de liquidez inmediatos (las cantidades que se iban solicitando para retirar eran mínimas, y al poco tiempo ya volvían a estar en manos del banco); pero de un tiempo a esta parte, los ciudadanos han ido necesitando más y más del dinero en metálico (normalmente por culpa de los propios bancos, que para cobrar préstamos a particulares sólo aceptan dinero en metálico); de forma que las arcas se iban vaciando. Y si a ello (que si bien es importante, no es más que la punta del iceberg de la crisis actual) le sumamos que al no haber dinero muchos particulares no podían hacer frente a las hipotecas contraídas con los bancos, hipotecas que normalmente se avalaban con el propio piso/casa hipotecado/a; vemos que los bancos tienen deudas que no pueden cobrar, con unos pisos sobrevalorados que sólo les reportan pérdidas (los gastos e impuestos hay que seguir pagándolos), y gente que les exige dinero que ellos ya no tienen.


¿Cual es el castigo?


Los gobiernos de todos los países del mundo (o todos aquellos países con suficiente dinero como para permitírselo) han decidido castigar a los bancos dándoles dinero para solventar este robo sistemático que han estado haciendo.


... yo no lo veo muy claro.


Es como si a una persona, sin que se de cuenta, le roban sistemáticamente todos los años una cantidad de dinero. Durante mucho tiempo eso es lo normal. Pero cuando un día esa persona se da cuenta de lo que pasa, no sólo no castiga al ladrón, sino que encima le invita a cenar y le dice que por haber sido tan buen ladrón, le va a regalar su casa, su coche, su cuenta corriente e incluso a su primogénito.


Si hubiera sido yo el que hubiera robado a esa escala, ahora ya estaría en la cárcel de por vida. ¿Porqué ellos tienen unos privilegios que yo, como particular, no?


Y luego me critican cuando digo que no creo en la justicia

lunes, 13 de octubre de 2008

Justicia

¿Donde está la Justicia?

Como siempre lo primero que hay que hacer es definir la palabra que da título a la entrada de hoy. Así, según la RAE:

justicia.

(Del lat. iustitĭa).

1. f. Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece.

2. f. Derecho, razón, equidad.

3. f. Conjunto de todas las virtudes, por el que es bueno quien las tiene.

4. f. Aquello que debe hacerse según derecho o razón. Pido justicia.

5. f. Pena o castigo público.

6. f. Poder judicial.

7. f. Rel. Atributo de Dios por el cual ordena todas las cosas en número, peso o medida. Ordinariamente se entiende por la divina disposición con que castiga o premia, según merece cada uno.

Si bien es cierto que hay más puntos dentro de la RAE para definir esta palabra, lo que sacamos en claro es que no hay una definición “clara”. Pues tanto nos podemos encontrar con que la justicia es un atributo divino, como también una virtud, como un fallo de un juez.

¿Qué es realmente la justicia? Sinceramente no lo sé. En lo más profundo de nosotros mismos, creemos en una justicia inmaterial, en un concepto de verdad=premio/castigo, de forma que las conductas y acciones de la gente fuesen juzgadas en función de una verdad, y que al final se les otorgase un premio o un castigo en base a esa verdad.

Pero la realidad de los hechos demuestra que no existe este concepto. La justicia actual, a nivel legislativo y judicial demuestra que justicia y legalidad son conceptos incompatibles en la mayoría de los casos. Después de todo, creo que la justicia entendida como A Cada Cual lo que se Merece, que es el concepto de acepción mayoritaria, no existe en la actualidad.

Si a un delincuente que se le pilla con las manos en la masa, no se le juzga hasta un año después (con suerte) y aún con esas sale libre por “falta de pruebas”, por “fallos en el proceso”, por “defecto de forma”, etc. ¿Dónde queda la justicia? Si a un criminal (y lo pongo en cursiva para dar a entender la ironía del término) se le condena a X años de cárcel en una prisión de máxima seguridad y en régimen de aislamiento por un robo sencillo, con independencia de su motivación y finalidad; y a un político o un banquero, que robó tal cantidad de dinero que no entra en la mente del corriente de los mortales, se le condena (cuando existe condena) a una cárcel de mínima seguridad, con todas las comodidades que pueda desear (comodidades que el resto de los mortales tendremos que pagar para poder disfrutarlas), y a un régimen de visitas diario… ¿Dónde está la justicia?

Estos ejemplos, si bien son casos extremo, lo peor es que son comunes y cotidianos, ejemplos que vemos casi todos los días en las noticias. Vemos con un delincuente tiene un castigo distinto al de otro, cuando ambos son delincuentes, pero uno de ellos tiene dinero para pagar a un buen abogado, tiene contactos en las altas esferas…

La clase marca una diferencia, los que pertenecemos a la “plebe”, a la “chusma”, no tenemos derechos, sólo obligaciones para con el Estado, con la Sociedad y con el Mundo. Luego está la clase dominante, los políticos, jueces, banqueros… la “gente rica”, aquellos que por su cargo, su posición social, su ascendencia sanguínea o simplemente porque tienen mucho dinero, están exentos de obligaciones y sólo poseen derechos.

Aún recuerdo un libro titulado Viaje a un planeta Wu-Wei, de Gabriel Bermúdez Castillo. En ese libro hay un juício que el protagonista vive, en el cual comenta que es una “barbaridad” de procedimiento, pues el acusado no tenía ningún tipo de garantía ni defensa. Y era cierto… pero ante esas críticas, el Profe Wu-Wei que lo acompaña le explica que no es necesario todo ese arduo proceso… el criminal lo era porque así lo habían comprobado muchos vecinos muchas veces. El castigo se efectuaba en el momento del veredicto, y la sociedad era la que efectuaba tanto la sentencia como la condena.

El argumento que “El Vikingo” le daba a su compañero ante la réplica de éste para escribir unas leyes es simplemente magistral. Según él el hecho de escribir una ley sólo servía para crear una nueva casta, la de los “conocedores de la ley”, es decir, gente que se dedicaría en exclusiva a conocer las leyes para garantizar su cumplimiento, pero esta gente, al tener que ser juzgada por sus iguales (la misma casta), se encargarían de dar un trato de favor cuando juzgasen a los de su propia casta, a cambio de ser ellos mismos juzgados con ese mismo trato de favor. Por otra parte esta escritura de las leyes también tendría como consecuencia la culpabilidad de los inocentes y la inocencia de los culpables, pues así como un inocente “sabe” que es inocente, no conocerá le ley y será juzgado y condenado por su desconocimiento… mientras que el culpable, como sabe que es culpable, se encargará de conocer la ley para poder burlarla y así lograr la inocencia.

Este ejemplo es de un libro de ficción, pero relata una gran verdad. Y para demostraslo, un par de casos reales:

Caso A

Unos menores de edad se comportan como tales y cometen una gamberrada, la cual es: robar una bandeja de cruasanes que la panadería había dejado en la entrada de un bar que estaba a punto de abrir. Pillados y condenados.

Condena: 3.000 € de multa o 162 días de cárcel (reformatorio) a cada uno de los participantes

Caso B

Un juez, por negligencia, deja libre a un asesino que unos días después viola y mata a una niña.

Condena: 1.500 € de multa

Termino esta entrada con la misma pregunta con la que la empiezo: ¿Dónde está la justicia?

jueves, 9 de octubre de 2008

Democracia

En primer lugar habrá que definir el título que da origen a esta entrada: Democracia, y la mejor forma para ello es acudir a la RAE:

democracia.

(Del gr. δημοκρατία).

1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.

2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.


Toca hablar entonces de la política del pueblo, las decisiones del pueblo en su propia vida. La naturaleza de la sociedad que determina el propio camino de esa sociedad. Las normas emanan de la sociedad para sí misma, normas que no necesitan ser escritas ya que son aquellas que la propia sociedad ha decidido cumplir, y que como emanan de sí misma, son conocidas por todos los integrantes de esa misma sociedad.


La actualidad política de cualquier país democrático demuestra que el propio concepto de democracia no existe. La única democracia real que podría existir sería la que existía en la antigua Grecia, en la cual se reunían los habitantes de las “polis” y allí tenían voto y voz. ¿Dónde están las voces y los votos actuales? No existen. La voz es la de alguien que dice tener la representación del pueblo, y el voto es el suyo, en representación de ese mismo pueblo.


Desde el momento en que existe delegación de poderes ha dejado de existir la democracia. Cuando una persona es “mejor” que cualquier otra y por lo tanto es la que tiene el poder de representación sobre los demás, y son sus decisiones las que determinan el comportamiento de los demás, ha dejado de tener significado la democracia.


Mi voto no tiene valor, el voto de cualquier otra persona no tiene valor. Dicen los políticos que a ellos los elegimos los miembros de la sociedad… ¿desde cuando? Que yo recuerde, no elegimos, sino que ellos aparecen y nos dicen que, o es de ellos el voto, o no es de nadie. Eso no es elección, es obligación. La obligación de tener que elegir entre las opciones que previamente ellos han consensuado.


¿Acaso podemos hablar cualquiera de nosotros como miembros de la sociedad y ser tenidos en cuenta? Realmente no, pues como bien dicen los políticos, ya están ellos para hablar por nosotros. Y cuando cualquier persona decide hablar por sí mismo, lo normal es que los políticos (sea cual sea el signo de su partido, su ideología o incluso su espíritu) rápidamente saquen una ley, un decreto o lo que sea que le confiera el rango de delincuente.


Dentro de poco se obligará a las maternidades y hospitales a tatuar en la frente de los niños la leyenda “Pensar es perjudicial para la salud”.


No existe la libertad más que en nuestra propia mente y las palabras siempre hay que pensarlas mucho antes de decirlas pues lo políticamente correcto nos invade, si decimos algo sin pensar, la realidad es que a nuestro alrededor se escucharán las voces de aquellos que nunca han pensado por si mismos, repitiendo las consignas de los políticos a quienes han otorgado el poder. Voces que criticarán nuestras palabras aún cuando por dentro haya incluso quien piense lo mismo. Voces que comenzarán con las descalificaciones personales para luego pasar a las amenazas e incluso a la violencia, justificando tal hecho en la “verdad” suprema que los ampara.


No existe la libertad, no existe la democracia, no existe la voluntad del pueblo. Esos conceptos que tanto nos venden los políticos y que tanto nos llegamos a creer algunas veces. Pero son falsas ilusiones. La inocencia que todos llevamos dentro, que nos incita a tener fe en esa gente que tanto nos promete… y que luego tanto nos niega.


El problema de las sociedades es que necesitan de una serie de normas para sobrevivir. Normas que siempre emanan de los representantes de esas sociedades (que no de la sociedad en sí). Pero las normas y leyes sólo son papel mojado para la autentica sociedad.


¿Quién se conoce las leyes? Los mejores abogados y jueces conocen las leyes referentes a una rama concreta del derecho (mercantil, laboral, procesal, penal…); pero el Código Civil lo deja muy claro en su artículo 6: “El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”. No conozco las leyes de otros países, pero de seguro que en todos existe una norma que determina ese punto.


No existe mayor signo de la sumisión del pueblo ante el poder de los gobiernos. Ese artículo lo único que quiere demostrar es que desde el momento de nacer una persona está condenada a ser juzgada en cualquier momento por actos en los cuales no sabe que ha incurrido. Actos que puede que la sociedad haya aceptado como correctos… pero que luego las normas dicen que no lo son.


¿Acaso no se suponía que las normas las dictaba la propia sociedad? ¿Dónde queda esa democracia? Si la sociedad ha de cumplir unas normas que ni tan siquiera sabe que existen… ¿cómo podemos siquiera pensar en aceptar estas normas? Ahí es donde entran los “castigos”. Las propias normas incluyen los castigos de no cumplirlas. De esta forma se salvan todos los obstáculos para que la sociedad esté encadenada al propio sistema.

La sociedad ve como las normas tienen valor, pues los grandes poderes muestran a todas horas lo buenas que son las leyes porque con su cumplimiento se garantiza el funcionamiento de la sociedad, se garantizan los castigos a aquellos que no las cumplen y se garantiza la libertad de la sociedad; pero la realidad es muy diferente. Los grandes poderes le muestran a la sociedad lo que quieren que ésta vea. No le muestran esas normas que “blindan” los cargos políticos (que ninguna sociedad en su sano juicio aceptaría… pero que todas han de acatar, pues “lo manda la ley”), esas normas que impiden a un cargo público el ser juzgado por incumplir la ley (curioso, ¿verdad?), etc.


¿Porqué la sociedad ha de cumplir con unas normas que han creado unos pocos, mientras esos pocos se libran de cumplir las normas que la sociedad ha creado?


Esa es la gran verdad de la democracia… la delegación de poder del pueblo en unos pocos ha transformado esa gran idea en un concepto más clásico, la dictadura. Durante 4 años (o los que duren) unas personas tienen el control absoluto sobre nuestras vidas. De siempre a esto se le llamó dictadura, y creo recordar que desde siempre se ha luchado contra esto.


Antes la gente se levantaba contra el poder para cambiarlo. Ahora nos “venden” que lo que hacen es bueno, y nos lo creemos…


Así nos va

jueves, 2 de octubre de 2008

Presentación

Esta es la primera entrada que hago en el blog, y es menester que la emplee para presentarme y dar a conocer los contenido que habrá en el mismo.

Con cada entrada comentaré mi particular visión del mundo, de ciertas noticias aparecidas en la prensa, de la vida que nos ha tocado vivir, del universo a nuestro alrededor y de "todo lo demás".

La descripción que aparece debajo del nombre del blog está sacada de una serie de libros de Douglas Adams, "La Guía del Autoestopista Galáctico", cuyo tercer volumen se titula precisamente así: "La vida, el universo y todo lo demás". En esa colección se puede ver que la respuesta última a la vida, al universo y a todo lo demás es 42. Ahora bien, queda por saber cual era la pregunta última.

En este blog quiero aportar mi pequeño granito de arena, dando la visión del mundo desde "el otro lado", y no con ello quiero decir que me dedicaré a hablar de los misterios del mundo (pirámides, calendario maya, nazca, etc.), sino a ver el mundo desde otra visión, analizando la actualidad desde otra perspectiva.

Sin más me despido hasta la primera entrada "real".

Un Saludo Felino
Miau