jueves, 30 de junio de 2011

Vuelta a empezar...


            Ayer se volvió a activar el Catálogo Priorizado de Medicamentos de Galicia. Ese gran engañabobos que los políticos de esta comunidad han creado para dar la impresión de que se hace algo para ahorrar cuando la realidad es muy distinta.

            Antes de que me salten al cuello los puristas de siempre diciendo que hay que hacer de todo para ahorrar y contener el gasto (algo que yo mismo apoyo pues la única forma de salir de esta crisis, en mi opinión, es eliminar las deudas y contener al máximo el absurdo gasto a que nos someten los políticos), me gustaría explicar el porqué de mi anterior afirmación.

            El uno de enero de este presente año se puso en marcha el dichoso Catálogo con la idea de que ayudaría a ahorrar unos 43 millones de euros. El uno de marzo de este mismo año los medicamentos bajaron de precio de forma concertada (es decir, ya se sabía que iba a pasar y estaba pactado que así ocurriría), de forma que todos (o casi todos) los medicamentos que se habían quedado fuera, volvieron a incluirse dentro (con todo lo que ello ocasionó a nivel pacientes cuando los cambios en medicamentos volvieron a tocar las narices).

            Ahora, a día 30 de junio, el Catálogo vuelve a ponerse en marcha, con la idea de ahorrar 9 millones de euros semanales… y el 1 de agosto hay otra bajada.

            El día 31 de diciembre del año pasado nos llegó a las farmacias un listado de 40 folios con los medicamentos que se excluían del catálogo por ser demasiado caros. La mayoría de ellos volvieron a incluirse el día 1 de marzo con la bajada de precios programada.

            Ayer nos llegó un listado de 3 folios con los medicamentos que ahora están exluídos… la mayoría de los cuales volverán a incluirse el día 1 de agosto con la bajada de precios programada.

            Es decir… que si en lugar de andarse con tonterías y con estupideces que lo único que hacen realmente es perjudicar al paciente al tener que cambiarle la medicación para luego volver a cambiársela,, y a la farmacia por ser quién siempre se come los marrones, dejaran de intentar convencer a la opinión pública de lo bueno y genial y maravilloso que es lo que hacen y se dedicaran en serio a reducir gastos, otro gallo cantaría.

            Todos estos “supuestos” ahorros que hacen no se deben a sus medidas, sino a la realidad de las bajadas, al juego básico que siempre ha existido entre genéricos y marcas comerciales. Mientras la marca comercial tiene la patente, marca el precio único. Cuando pierde la patente y empiezan a aparecer los genéricos, son éstos los que marcan el precio, y la marca comercial suele pasar un mes de margen hasta que se pone al mismo precio que el genérico.

            Ahora con el dichoso Catálogo ya no va así el asunto. Ahora se mueve exclusivamente por “precio menor”, y no por precio de referencia. El precio menor es el precio del medicamento más barato del conjunto de intercambio (grupo de fármacos que son intercambiables entre sí, según dictámenes políticos, que no médicos), siendo en la mayoría de los casos el de un medicamento que está dado de alta en el noménclator, pero que no está comercializado (algo que según la justicia española es ilegal y debería haber cesado hace tiempo… pero se ve que la justicia sólo funciona cuando los jueces dicen algo que los políticos quieren oír… para todo lo demás que fantásticas sorderas que tienen algunos). Las diferencias normales entre los medicamentos suelen ser de céntimos de euro, que sí… puede que sean muchos millones de euros ahorrados si sólo se diese el más barato de todos… pero también muchos millones de euros gastados y tirados a la basura a causa de todo el perjuicio que supondría otorgar el monopolio a una casa y hundir a todas las demás.

            Hay otros medicamentos en los que las diferencias son mucho mayores en el precio… pero son los menos, y suelen ser medicamentos que han terminado la patente de forma reciente y que están en pleno proceso de reducción de precios.

            A la larga lo único que es seguro es que esos medicamentos iban a bajar de precio hasta equipararse a los genéricos.

            El Catálogo gallego para lo único que sirve es para crear inseguridad. Inseguridad en el paciente, que no sabe que medicamento le darán hoy. Inseguridad en la farmacia, que no sabe cómo hacer sus compras y gestión de almacén, pues lo que hoy se puede dar, pude que mañana no, y al final es un coste en la farmacia que nadie le va a devolver. Inseguridad en el médico, que ya ni siquiera puede escudarse en su profesionalidad a la hora de recetar uno u otro medicamento. Inseguridad en las distribuidoras, que ven como sus existencias permanecen sin mover.

            Al final este Catálogo es una forma más de la Administración de demostrar poder. El poder de hacer lo que quieren. Resulta que las bajadas de precios de los medicamentos, al ser algo preestablecido, se hacen gradualmente para evitar las pérdidas en toda la cadena. El precio baja el día fijado, y se dan unos meses de convivencia entre precios, de forma que las pérdidas (que siempre las hay) se minimizaban en la cadena, pues cuando bajaba, el almacén podía seguir vendiendo a precio antiguo durante un mes (para eliminar el exceso de stock), al mes siguiente le tocaba al distribuidor, y al siguiente a la farmacia. Así, con un control de almacén apropiado, las pérdidas eran mínimas.Digo un mes por poner un número, pero en realidad, según el año pasado y este, solían ser períodos de 10 a 15 días según la época.

            Ahora con el catálogo, toda la cadena se encuentra con medicamentos que no puede mover de ninguna manera, con gastos que se tienen que comer, con impuestos que tienen que pagar, pero sin ningún tipo de contraprestación. La farmacia, como último eslabón de la cadena es el más débil, pues se ha tenido que aguantar las compras a precios caros, pero no podrá rentabilizarlas ya que el catálogo ha reaparecido justo cuando le tocaba la parte de disminución de pérdidas.

            En Noviembre hay otra bajada de precios, la cual también está prefijada, en la cual también habrá período de convivencia. Pero seguro que desde la Xunta se están poniendo las pilas ahora para que en Octubre vuelva a aparecer un nuevo catálogo que sirva para tocar las narices a la farmacia otra vez. Y no me vale que ahora alguien diga que la culpa es de la farmacia por tener un stock amplio, pues si se cumple la legislación (esa cosa que ningún político cumple a menos que saque beneficio de ello), el obligación de la farmacia el garantizar un correcto suministro, de forma que si una farmacia no tiene algún medicamento de forma continuada y no se trata de un desabastecimiento comprobable, se le puede caer el pelo (multas de hasta 600.000 euros, que se dice pronto).

            Durante este tiempo en que el Catálogo estuvo en suspenso por el Tribunal Constitucional, la Xunta siguió usándolo, de forma velada, obligando a los médicos de receta electrónica a dar sólo lo que ellos querían dar, pues los medicamentos que se encontraban fuera del catálogo desaparecieron del IANUS (la base de datos de medicamentos que se usa para recetar), o bien fueron relegados al final de la lista, o bien se marcaban en rojo como si no se pudieran dar, y la única forma que tenía el médico de prescribirlo era a través de receta en papel, algo que al SERGAS no le gustaba, y combatía gracias a que no les daba talonarios en papel, y aquellos que daba estaban contabilizados para así, si se recetaba mucho en papel, se les quitaban los privilegios y se castigaba a los médicos.

            Las farmacias son entes un tanto abstractos. Para cualquier político son empresas privadas, y como a tales hay que tratarlas. Pero también son entes públicos y como a tales se nos trata en otras circunstancias. Se nos cobra como a las privadas, se nos exige como a las públicas, y no tenemos ninguna de las ventajas de cualquiera de los dos sectores. Y gracias a esta dualidad, ante cualquier problema somos el chivo expiatorio perfecto para ellos. La culpa siempre es nuestra. Si ganamos dinero, porque somos unos ladrones que nos enriquecemos con el sufrimiento de la gente. Si nos va mal y empiezan las pérdidas, porque somos unos inmorales que sólo pensamos en el beneficio cuando nuestra obligación es prestar ayuda al necesitado. Qué le digan a un médico que tiene que atender su consulta pero que a fin de mes no va a ver un duro, a ver que le parece. Que le digan a un político que tiene que “hacer lo que hagan los políticos” (es que poner vaguear , o joder al pesonal, me parece un poco duro), pero que a fin de mes no va a ver un duro. Que le digan a un fontanero que tiene que arreglar unas cañerías, pero que “dios se lo pague”. Que le digan a cualquiera de esos que tanto se quejan de que las farmacias tengan beneficios, que trabaje sin cobrar, a ver que les parece.

            Pero la opinión pública siempre estará en nuestra contra. Así se ha diseñado este plan. Desde hace mucho tiempo que se está viendo en todos lados como ciertas noticias dejan entrever que la culpa de toda la crisis sanitaria la tienen las farmacias. No lo dicen abiertamente (son políticos… son maestros en el arte de la manipulación mediática de masas), pero lo dejan entrever de forma tan clara que se ve venir que al final la culpa siempre será nuestra.

            Amenazan con la liberalización del sector… como si eso fuera una amenaza real. Jamás será un sector libre. Las farmacias le compran al Estado y le venden al Estado, a los precios que el Estado fija de antemano, con las condiciones que el Estado fija de antemano y bajo los supuestos que el Estado fija de antemano. Y punto. Eso no es mercado libre.

            Podrán liberalizar la “ubicación” y “apertura” de nuevas farmacias, de forma que se podrá abrir una nueva farmacia en cualquier lugar. Podrán liberalizar la “posesión” de las farmacias, de forma que cualquiera, sea o no farmacéutico, pueda poseer una farmacia. Pero mientras el único cliente y el único proveedor sea el Estado, no será un comercio realmente libre. Y si se dan los dos supuestos anteriores, en realidad será un comercio todavía más intervenido, ya que a más farmacias, más impuestos cobrará el Estado y peor profesionalidad tendrán los establecimientos, pues para poder pagar esos diezmos, se dejará de lado la deontología de la profesión para transformarse en simples y reales comercios de productos y no de “salud”.

            Con un sistema realmente libre en el ámbito sanitario, una farmacia podría vender a quién quisiera, podría comprar a quién quisiera. Y crecerían aquellas en las que la profesionalidad y la deontología fuesen mayores, donde la calidad del servicio fuese mayor. Al ser un sistema libre, la competencia haría que las farmacias ofreciesen el mejor servicio al menor precio. Al ser un sistema libre, los pacientes podrían elegir lo que más les conviniera. Pero eso sería una pérdida de poder por parte del Estado.

            Al final se demuestra que lo único que les importa a los políticos es el poder. Las leyes se hacen a su gusto, para cumplirlas sólo cuando les convenga. Si interesa, son los primeros en argumentar que hay que cumplir las leyes, se les llena la boca con la palabra “legalidad”. Pero cuando no interesa, rápidamente llaman al desacato, aparecen los improperios, acusan a los demás de lo que ellos mismos adolecen. Pero jamás les ha importado realmente la ley. Se cumple cuando interesa, del mismo modo que se incumple cuando no interesa. Y se quedan tan anchos.

            Ahora bien, como se nos ocurra a los pobres mortales que les damos su sueldo siquiera pensar en hacer lo mismo… “Caerá sobre nosotros todo el peso de la Ley”. Creo que este es la clara definición de la palabra "Hipocresía".

            Que se dejen de Catálogos, que se dejen de falsos ahorros, que se dejen de mentiras. Que hagan desaparecer ese exceso de poder y control que tienen. Que hagan recortes en todas esas ramas que no sirven para nada. Que liberalicen realmente todo el sector sanitario. Que liberalicen realmente todos los sectores de la sociedad. Que se cree una sociedad realmente libre. Y entonces, sólo entonces, se acabará la crisis, se acabará la corrupción política y se podrá decir de verdad que una persona tiene éxito por si misma o bien fracasa por si misma… y no porque un político se haya levantado con el pie izquierdo o derecho ese día.

martes, 28 de junio de 2011

Galicia Hoxe


            Hoy, martes 28 de junio de 2011, será el último día en que este diario vea la luz.

            En cualquier otra circunstancia esta noticia no tendría mal valor que el de la pena que podamos sentir por las 18 personas que se van a ir a la calle por culpa del cierre; pero aquí ya han salido declaraciones de todos lados por la gran pérdida que supone el cierre del único periódico íntegramente en gallego.

            Sé que con esta entrada voy a enemistarme con mucha gente, pero la verdad es que no me preocupa lo más mínimo, pues es precisamente la gente que ya, por definición, se enemistan con cualquiera que no piensa como ellos. 

            Yo veo bien el cierre del periódico. Y lo veo fantástico por dos razones, la primera porque era un periódico que no compraba ni el tato. La segunda era porque sobrevivía gracias a subvenciones estatales, y que sólo se ha planteado cerrar cuando estas subvenciones se han eliminado (casi, en realidad pasaron de 600.000 euros a 120.000 euros).

            Con esto no quiero decir que me alegre de que cierre el único periódico escrito íntegramente en gallego, lo cual sí es una pena. Me alegro de que se deje de financiar con el dinero de todos algo que la gente no valoraba (de haberlo hecho, el diario habría tenido ingresos suficientes por medio de la compra-venta, y no necesitaría cerrar). Que se deje de tirar el dinero en proyectos abocados al fracaso. Que se deje de gastar absurdamente un dinero que NO les pertenece. 

            Ese diario, gracias al hecho de vivir de subvenciones, se decantó por representar una ideología muy concreta y muy radical. Sólo hacía falta leer las declaraciones de la portada cualquier domingo para darse cuenta de qué pie cojeaba. Gracias a vivir de subvenciones pudo hacer una política partidista radical alejada del mercantilismo. Gracias a vivir de subvenciones pudo diseñar un diario acorde a una ideología.

            Pero precisamente por eso, gracias a vivir de subvenciones, se hundió en el olvido, pues la gente de a pie, la sociedad gallega no es como la pintan ahí. Son muy pocos los que siguen ese tipo de ideología tan radical… la mayoría lo único que queremos es que nos dejen vivir en paz. Y claro, al ser un diario contrario al pensamiento mayoritario de la sociedad, no ganaba por sí mismo nada y necesitaba del dinero estatal para subsistir. Y ahora que se ha retirado ese dinero, el diario ha de cerrar.

            Ya han salido las voces de siempre reclamando más dinero público para financiarlo. Ya han salido las voces de siempre reclamando unas ayudas al diario en gallego. Ya han salido las voces de siempre acusando al gobierno de eliminar subvenciones por el hecho de ser de otra ideología.

            Y la verdad es que si se dejaran de tanta tontería, si se dejaran de política, si el idioma gallego desapareciese del panorama político y se transformase en lo que realmente es, es decir, un medio de comunicación que los gallegos usamos entre nosotros, una forma de transmitir mensajes entre nosotros, al igual que cualquier otro lenguaje del mundo. En ese momento en que el idioma gallego se dejase de pervertir, entonces podrían aparecer iniciativas privadas que fomentasen el uso. 

            Un diario en gallego, plenamente neutral, es decir, en la que el lenguaje fuese el medio de comunicación, y no el “fin” de la comunicación, tendría más venta que el Galicia Hoxe, sin lugar a dudas. Pero claro… la política en Galicia siempre se metería por medio. Pues de un tiempo a esta parte el uso del lenguaje se ha politizado a tal extremo que ya sólo existen dos corrientes, o nacionalistas (hablan en gallego SIEMPRE) o españolistas (NUNCA hablan en gallego). Y luego estamos los que empleamos uno u otro idioma de forma indiferente a según el interlocutor que tengamos delante… y somos “el enemigo” para ambos. Pues ambos nos ven como el contrario según la lengua empleada.

            El idioma es un medio de comunicación, nada más. Y politizarlo trae como resultado que su uso se asocie a una corriente ideológica. De forma que siempre se generará un odio por la parte contraria, así como un “amor ficticio” por la parte propia… y digo ficticio porque muchos ni tan siquiera conocen correctamente el idioma, lo pervierten, lo modifican a su antojo, lo escriben y lo hablan como les apetece, y luego se crea un nuevo idioma totalmente incomprensible que ni tan siquiera entre ellos se entienden. 

            Cerró Galicia Hoxe.

            Sólo espero que esto sirva de lección a los que viven de las subvenciones.

            Así como también espero que un periódico en gallego salga a la calle, libre de injerencias políticas, libre de manipulaciones nacionalistas, en el que pueda disfrutar de una lectura en un idioma que me gusta… ni más ni menos.

miércoles, 1 de junio de 2011

Opiniones y Decisiones


              Voy a contar una historia simple, ficticia, aunque bien mirado podría ser el “día a día” de cualquier persona. La historia empieza así:

              Eran las seis de la manaña de un lunes. El despertador comenzó a sonar y el señor X se levantó malumorado de la cama… como todos los lunes. Después de un rápido aseo y un aún más rápido desayuno se monta en el coche para ir a trabajar, saliendo muy temprano para así evitar el típico atasco mañanero, si bien nunca es lo suficientemente temprano, y lo menos necesita tres cuartos de hora en llegar a la oficina.

              Durante el trayecto, como todas las mañanas, logra alcanzar la iluminación persona a través de los gritos e insultos que profiere en el coche. Una especie de mantra personal en el que menciona a todos los familiares, vivos y muertos, del resto de los conductores. Un desahogo muy necesario a esas horas, pues cuando por fin aparca el coche, su alma ya está purificada y lista para afrontar el trabajo con mejor pie, además de servirle como sustituto fuerte a la cafeína pues gracias a ese mantra los últimos retazos del reino de Oneiros desaparecen de su mente.

              Al salir del coche, como todas las mañanas, se encuentra con una compañera de trabajo, la cual, al igual que él, también sale temprano para evitar atascos. A veces llega ella antes, a veces llega él,  pero ya se ha convertido en costumbre para ambos que el que primero llegue espere al otro antes de entrar a trabajar. Como es lunes, aún se toman su tiempo para charlar de lo que cada uno ha hecho el fin de semana y se fuman un cigarro tranquilamente a la puerta. Al terminarlo siguen charlando animados mientras entran en el edificio. Las puertas se abren y él la deja pasar primero mientras busca su identificación para enseñar al guarda. Se despiden (trabajan en alas diferentes) y quedan para la mañana del día siguiente.

              La mañana transcurre tranquila, pues aunque hay trabajo (siempre hay trabajo), los proyectos nuevos aún se encuentran en fase de discusión, de forma que nuestro protagonista puede permitirse el lujo de tomarse las cosas con calma, pues sabe que cuando le entreguen el nuevo proyecto, no tendrá ni un segundo libre hasta terminarlo. Así que aprovecha para adelantar trabajo, para hacer un poco de vida social en la oficina (algo que sólo puede permitirse en casos así) y disfrutar de un lunes tranquilo.

              Al mediodía sale a comer con el resto de los compañeros, pero esta vez, al ser más tranquilo el día, deciden no comer en el comedor de la empresa, sino acercarse a uno de los restaurantes de comida rápida que hay cerca. Unas porciones de pizza y unos refrescos. Puede que no sea una comida sana ni nutritiva, pero de vez en cuando apetece darse un capricho y, aunque la comida de la empresa no es mala, sí que se vuelve un poco repetitiva con el tiempo.

              Durante la comida se habla del partido del domingo (de cómo el árbitro les robó el segundo gol), de los problemas del mundo y de cómo lo arreglarían ellos en dos días, de lo guapa que estaba hoy la secretaria del jefe, de lo mal que le queda el peinado nuevo a la encargada de planta, y de lo mucho que falta aún para que puedan tomarse las vacaciones. Todas ellas conversaciones intranscendentes (salvo la del futbol, que encendió pasiones) cuyo único objetivo es liberar tensión y alegrar el ambiente.

              A la tarde otras tres horas de trabajo tranquilo hasta que se anuncia que los proyectos están listos y se repartirán mañana (hoy ya no da tiempo a empezarlos), por lo que el señor X decide que, en vista que los próximos días estará muy ocupado, hoy es un buen día para quedar con la novia y tener una cita tranquila… pues cuando se dan proyectos se sabe cuando se empiezan, pero nunca cuando se terminan.

              Recoge a la novia en su trabajo y se la lleva a cenar al restaurante preferido de ambos. Aún cuando las recomendaciones del chef tienen buena pinta, hoy prefieren disfrutar de un plato ya conocido y se deciden por un arroz con sepia para compartir entre ambos. La cena transcurre tranquila y alegre. Y deciden terminar la velada en casa, disfrutando de que aún llevan poco tiempo de noviazgo y por lo tanto aún hay pasión entre ellos, como demuestran efusivamente en el largo paseo que va desde el restaurante hasta la casa. Luego se duermen abrazados y el día termina.

             

              Así termina una historia sencilla. Un día en la vida de una persona cualquiera. Nada raro… o al menos eso parece. Volved a leerla. ¿Habéis encontrado algo raro? Releedla una vez más ¿Seguís sin ver nada extraño?

              ¿A qué viene esto? Esto viene a que el viernes pasado se aprobó el anteproyecto de la ley de Igualdad de Trato y no Discriminación, la cual a partir de ahora se llamará “Ley Pajín”, en honor de la diseñadora. Según esta ley nos está prohibido pensar y actuar. Y punto. No hay más que decir. Y para demostrarlo he escrito esa breve historia que, en un principio, no tiene nada de “paranormal”. Pero según la “Ley Pajín” podemos analizarla como un compendio de las cosas que no se pueden hacer ni decir ni opinar ni tan siquiera pensar. Vamos a enumerarlas una a una:

1.   El señor X grita malhumorado en el coche, profiriendo insultos de toda índole al resto de los conductores. Ya podemos ver aquí un delito grave.
2.   El señor X deja pasar a su compañera de trabajo en la puerta. Otro delito grave.
3.   No come en el comedor de la empresa con el resto de los trabajadores. Otro delito grave.
4.   Durante la conversación se habló de futbol. Otro delito grave
5.   Durante la conversación se habló de mujeres. Otro delito grave
6.   Se elige una cena diferente a las recomendaciones del chef. Otro delito grave.
7.   Manifestaciones de afecto públicas. Otro delito grave.

              ¿Cómo es posible que en un día normal para cualquier persona se cometan tantas infracciones? ¿Cómo es posible que en lo que en un principio parecía un día inocente se hayan podido romper tantas leyes? Bueno… en realidad sólo se ha roto una ley, pero tan extensa y amplia que vale por varias. La Ley Pajín. Una ley que permite este tipo de tonterías. Donde cualquier persona ve un día normal, esa ley ve una infracción tras otra (es decir, mucho dinero para las arcas estatales, pues las multas no son pequeñas, precisamente… si por ir con un exceso de velocidad de 300 Km/h por una carretera de 50 se multa con 600 euros; por cualquiera de estas acciones mentadas antes, se podría multar con hasta 60.000 euros… o incluso más según la opinión del juez).

              La nueva Ley Pajín determina que la infracción por discriminación es cosa probada y cierta, y por lo tanto es el acusado el encargado de demostrar su inocencia, lo que significa que cualquiera puede denunciar por discriminación, que como es la otra parte la que ha de demostrar que es inocente (algo que, por otra parte, resulta casi imposible), al final casi siempre saldrá ganando.

              Como en el caso anterior, que si el portero ve que el Señor X deja pasar a la compañera de trabajo, puede formular denuncia por “acoso”, por “discriminación”, por “machismo”, etc., y será el Señor X el encargado de demostrar que si dejó el paso fue por pura educación (ahora bien, ¿cómo diablos se puede demostrar algo así?). Claro que de igual manera podrías denunciarlo por las mismas causas en el supuesto de que pasase él primero y la dejase a ella con la puerta en la mano.

              El resto de los compañeros de trabajo podrían denunciarlo por haberse marchado con otros amigos a comer fuera, y se sienten discriminados por él.

              Los habituales del bar donde comieron no gustan del futbol, y por lo tanto se sintieron discriminados cuando el Señor X y sus amigos comentaron el partido del día anterior.

              Al hablar de mujeres, la camarera del local rápidamente tomó nota y puso una denuncia por acoso y discriminación machista.

              En la cena el chef se siente insultado en su orgullo y por lo tanto discriminado, cuando los “tortolitos” se decantan por un plato diferente al que él les ha recomendado.

              Los solteros que paseaban por la noche se sienten discriminados y en plan “Forever Alone”, cuando ven a la parejita besarse en cada soportal.

              Aún cuando haya gente que me diga que me estoy pasando tres pueblos con estos ejemplos, aún cuando haya gente que me diga que esto es exagerar el propósito de la Ley… en realidad no he dicho nada que no se puede hacer al amparo de dicha ley. Podremos poner denuncias a diestro y siniestro, y sin necesidad de preocuparnos por las consecuencias. Y lo mismo pasará con nosotros, que nos denunciarán por todo, pues No Existe Conducta Que No Sea Discriminatoria Para Alguien.

              El ser humano vive de la discriminación. Vive de las diferencias. Las decisiones que tomamos todos los días implican necesariamente una discriminación, sea a personas (voy al cine a ver una película porque me gusta más su reparto que otra en la que no me caen bien sus actores), sea a objetos (escribo con bolígrafo en lugar que con pluma), sea a opciones (corto el césped hoy, o me tumbo a la bartola toda la tarde)… Según esta nueva Ley, por el mero hecho de decir: “Yo opino…”, independientemente de lo que vaya después, ya te pueden denunciar, pues una opinión implica necesariamente una discriminación. Por ejemplo si opino que el helado de chocolate es más rico que el de vainilla, ya estoy discriminando al de vainilla. Si opino que el creacionismo es una tontería, estoy discriminando a los que opinan de diferente forma.

              Por lo tanto, esta ley va en contra de la libertad de la gente a tener unas ideas diferentes. Esta ley va en contra de la mismísima realidad. Y la verdad es que me recuerda mucho a la escena de “La vida de Brian” donde Stan (la hermana Loreta) decide que quiere ser mujer y quiere tener hijos, y que está en su derecho a luchar contra los romanos por ello (a lo que los demás le dicen que es una lucha contra la realidad).

              Para que esta ley se cumpliese de forma normal y sin problemas sería necesario un nuevo mundo, donde no existiesen ni hombres ni mujeres, donde todo ser vivo fuese un clon, donde no existiese inteligencia y donde todos fuesen idénticos en todos los aspectos (tanto en apariencia como en pensamiento y obra). En cualquier otra situación, intentar regular legalmente el vivir de las personas es tan absurdo como sacar una ley que condenase al Sol por dar luz. Poder se puede, pero jamás se cumpliría, pues es imposible. Regular el pensamiento de las personas es lo mismo. Poder se puede, pero es imposible de cumplir. No podemos pensar de una forma determinada porque nos obliguen a ello. Pensamos lo que queremos. Opinamos lo que queremos. Actuamos como queremos. Podemos regular las actuaciones, nunca las opiniones o pensamientos. Pues la primera podremos evitarla (o castigarla si no la pillamos a tiempo); pero las otras dos son inherentes al ser humano y jamás se podrán reconducir según las opiniones de un tercero.

              Es más, esa misma ley me está discriminando a mí (y a cualquier otro que opine como yo), pues nuestra querida Leire Pajín opina distinto a nosotros, y por lo tanto nos discrimina por pensar diferente.

              Cada día que pasa entiendo menos a los políticos que nos gobiernan. Tanto dinero gastado en tonterías como estas, y aún tienen la cara de decir que lo hacen por nuestro bien. Aún tienen la cara de decir que es un dinero bien invertido. Aún tienen la cara de decir que hay que subir los impuestos para pagar todas estas tonterías. Y luego aún tendrán la cara de culparnos a los ciudadanos cuando este tipo de leyes no den ningún resultado real (salvo a nivel de las arcas estatales, pues con tanta multa se van a forrar; porque lo que es a nivel individuo, no hay ninguna situación en la que se pueda sacar nada positivo).