jueves, 26 de marzo de 2015

Homeopatía



Hace tiempo que no actualizo este blog. La verdad es que demasiados factores me tienen apartado de todo esto. Pero desde hace unos días no hacen más que preguntarme sobre la homeopatía, sobre lo que es realmente, sobre sus efectos, si funciona de verdad o si es simplemente un timo.  Así que voy a dedicarle un momento al blog para intentar poner en palabras sencillas todo lo que es la homeopatía, de una forma objetiva, para que todo el que lo lea pueda ir formándose su propia opinión, y ya al final será cuando de mi propia opinión sobre este tema.

                      

HISTORIA

Empecemos este pequeño artículo hablando del concepto histórico de la homeopatía. 

A finales del siglo XVIII un médico alemán llamado Christian Friedrich Samuel Hahnemann, ideó un nuevo concepto médico: la homeopatía. Según éste médico, todos los males del cuerpo eran causados por los “miasmas”, que definió como “el principio infeccioso de las enfermedades crónicas”, y venían a ser los síntomas de las enfermedades. El más importante era el “psora”, el cual era el “mal subyacente” a cualquier enfermedad que cursase con picazón (según él, esta “Psora” era la causante de enfermedades como la sarna, el cáncer, cataratas, etc.). Para él no existía un “agente infeccioso” externo, sino que era el propio cuerpo el que, por la causa que fuese, creaba los miasmas, y por lo tanto para curarlo lo mejor que se podía hacer era tratar el síntoma, pues el propio síntoma era el origen del miasma. Ello se debía a que el ser humano tenía dos componentes diferenciados, el cuerpo físico y la fuerza vital. En cualquier caso el miasma era provocado por el propio ser humano, si nacía del cuerpo físico, el miasma afectaba a la fuerza vital, y ésta causaba en el cuerpo físico una serie de síntomas acordes al miasma original. Si por el contario el miasma nacía de la propia fuerza vital, los síntomas que la fuerza vital causaba en el cuerpo físico eran aún más pronunciados y graves.


Para curar estas afecciones de la fuerza vital, la mejor forma, según Hahnemann, era darle a esa fuerza vital un empuje que la obligase a regenerarse y ganar poder. Para ello, como la forma que tenía esa fuerza vital para mostrar su malestar es a través de unos síntomas, para curarla habría que darle algo al cuerpo que tuviese una fuerza idéntica a nivel síntomas. Su hipótesis radicaba en el hecho de que ciertas sustancias provocaban en el cuerpo humano una serie de síntomas idénticos a los que provocaban los miasmas, y dichas sustancias podían ser empleadas para curarlas. Pues si una sustancia, en concentración elevada, causaba un síntoma, la misma sustancia, en una concentración muy diluida, debería poder curarlo. 

Pero no sólo había que diluir la sustancia, también eran necesario “dinamizar” (algunos también denominan al proceso “sucucionar”) el diluyente para que adquiriese las propiedades curativas del sustrato. Esta dinamización consistía en un proceso de agitación muy concreto (un mínimo de 100 agitaciones en un minuto) mediante el cual se imbuía al diluyente (agua o alcohol) de una energía que le permitiría guardar sólo las propiedades beneficiosas del sustrato al tiempo que purgaba las propiedades negativas.


Según Hahnemann cuanto más diluida estuviera la sustancia, mayor sería su efectividad.





PROCESOS DE DILUCIÓN

En homeopatía se suelen usar tres escalas logarítmicas para numerar los componentes homeopáticos. La C (también denominada CH o centesimal Hahnemaniana ) la D (también denominada X o DH o decimal Hahnemaniana) y la K (también llamada centesimal Korsakoviana). Vamos ahora a explicar lo que significa cada una de ellas.


La Centesimal Hahnemaniana es la numeración empleada para explicar el número de diluciones hechas en una base de 1 a 100. En un recipiente de 100 ml de capacidad se introduce 1 unidad del sustrato a diluir y se rellena hasta los 100 ml con agua destilada. Luego se procede con la “dinamización” y se saca 1 ml, el cual es la sustancia a 1CH. Ese ml se vuelve a introducir en un recipiente con 99 ml de agua destilada, se “dinamiza” otra vez y se vuelve a sacar otro ml, el cual es la sustancia a 2CH. Y se sigue así sucesivamente hasta obtener la sustancia en la dilución deseada, momento en el que se procede a hacer la inclusión en el sustrato final (azúcar, lactosa, agua, etc.). La dilución más empleada en homeopatía (la más potente) es la 30CH. Para ponerlo en números que se puedan entender, una dilución 1CH significa que hay 1 parte de producto por cada 100 partes de agua, 2 CH significa que hay 1 parte de producto por cada 10.000 partes de agua… y 30CH significa que hay 1 parte de producto por cada 1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 partes de agua (lo que vienen a ser 1060 partes de agua, o lo que es lo mismo 60 ceros detrás del 1). Más rápido podemos hacerlo de cabeza si multiplicamos el número que hay antes del CH por 2 y el resultado final es el número de ceros que hay que escribir antes del 1, para saber las partes de agua que hay por cada parte del producto.


La Decimal Hahnemaniana es la numeración empelada para explicar el número de diluciones hechas en una base de 1 a 10. En un recipiente de 10 ml de capacidad se introduce una unidad del sustrato y se rellena hasta los 10 ml con agua destilada. Se procede con la “dinamización” y se saca 1 ml, el cual es la sustancia 1DH. Al igual que en el caso anterior, se sigue con el proceso hasta obtener la dilución deseada, momento en el que se procede a hacer la inclusión en el sustrato final. Poniéndolo en números que se puedan entender, una dilución 1DH significa que hay 1 parte del sustrato por cada 10 partes de agua (es decir, al 10%), una dilución DH significa que hay 1 parte del sustrato por cada 100 partes de agua (al 1%), y así sucesivamente, hasta obtener las típicas diluciones 8DH (una parte del producto por cada 100.000.000 partes de agua) y 12D (una parte del producto por cada 1.000.000.000.000 partes de agua). Más fácil lo tenemos si simplemente ponemos el número que hay antes del DH como número de ceros que hay que escribir antes del 1 para saber la cantidad de partes de agua que hay por cada unidad de producto.


La Centesimal Korsakoviana es un tipo de dilución que se basa en cambiar el método de dilución. Según este proceso, lo primero que hay que hacer es verter en un matraz de 100 ml la sustancia pura hasta enrasar. Se “dinamiza” y luego se vacía el contenido. Al vaciar, por el principio de adherencia y arrastre se estima que en el matraz queda un resto aproximado de 1 ml del producto puro, así que se llena hasta el enrase con agua. Se dinamiza y se vuelve a vaciar. Lo que queda en el matraz vendría a ser una dilución 1K. Se volvería a hacer todo el proceso tantas veces como diluciones se quieran obtener. En el caso de las diluciones K, las más aceptadas como más potentes son las superiores a las 1000K (llegando incluso a haber diluciones 100.000K). Aquí ya no voy a hacer el cálculo de ceros que hay que escribir después de 1 para saber que partes de agua hay por cada parte de sustrato, porque no habría página para rellenar.



ACCIÓN Y MECANISMO

La homeopatía actual se basa en el concepto de “memoria del agua”. Las sustancias puras causan una serie de síntomas en el cuerpo humano. El agua, a través del proceso de dinamización y dilución, adquiere “memoria” de esa sustancia, de forma que aunque en la dilución final no haya sustancia, sí que queda la “idea” de la sustancia en la “memoria” del agua, de forma que cuando se le da esa agua a la persona, el cuerpo es capaz de “aprender” de esos conocimientos que le transmite el agua para así poder curarse de los “miasmas” malignos que tiene dentro de su cuerpo.  


Por eso mismo los productos homeopáticos tienen que ser “individualizados”, el homeópata ha de hacer un buen trabajo de investigación con el paciente, aprendiendo de él todos y cada uno de los síntomas y las circunstancias en que se da cada síntoma, para poder analizar qué productos son los que tiene que diluir para que haga efecto la homeopatía. Esto suele ser un proceso lento, en el que el paciente ha de explayarse, explicando todo lo que le ocurre, con calma, con tranquilidad, con objetividad, mientras el homeópata ha de hacer una función detectivesca, analizando todo lo que le explica su paciente para ser capaz de ver más allá de las palabras a los hechos concretos, observando y analizando cada palabra hasta alcanzar todos y cada uno de los síntomas y en qué situación se da cada uno de ellos. 


Una vez realizada la función detectivesca, el homeópata recurre a los libros de homeopatía para ir buscando las sustancias apropiadas, pues cada sustancia causa una serie de síntomas concretos, y ha de encontrar aquella combinación de sustancias que, todas juntas, causen exactamente los mismos síntomas que ha descrito el paciente. 


Al final se procede a hacer una serie de diluciones de cada sustancia (se procede en función de la descripción del paciente, así a mayor gravedad del síntoma, mayor necesidad de dilución, a menor gravedad, menor necesidad de dilución), hasta obtener el producto final. 


Este producto final suele ser un gránulo de lactosa (el sustrato final más usado en homeopatía), en el cual se ha añadido el agua resultante final del proceso de dilución. Se busca que el producto esté tan diluido que no haya ningún tipo de posibilidad de encontrar ningún rastro del producto inicial en él, sino que el agua tenga una memoria muy potente (a más diluido más potencia) para educar al cuerpo en la lucha contra el síntoma en sí.



CONCLUSIONES

Después de leer el análisis anterior, en el cual creo que he sido lo suficientemente neutro como para no predisponer a nadie ni a favor ni en contra de la homeopatía, ¿cuál es vuestra respuesta? ¿Es la homeopatía un fraude? ¿Es un timo? 













Bueno, ahora que ya habéis pensado por vuestra cuenta, y habiendo llegado a la conclusión individual a la que hayáis llegado, me toca a mí dar mi propia visión del tema. 


En primer lugar decir que soy farmacéutico. Que soy científico. Y la base de la ciencia es la demostración empírica. Analizar los hechos hasta encontrar su explicación. Y en el caso de la homeopatía, su explicación científica es nula. No existe demostración científica de la misma. No hay nada a lo que agarrarse en ninguno de sus principios para afirmar que su efecto no es más que humo y espejos. Pura “magia” y “fe”. 


La homeopatía no funciona. Nunca ha funcionado y nunca funcionará. 


En los tiempos de Hahnemann la homeopatía tal cual la diseñó él tenía su utilidad no porque funcionase, sino precisamente porque no funcionaba. En aquel entonces, la base de la medicina era más el “ensayo y error” que la ciencia propiamente dicha. Las enfermedades se curaban a base de sanguijuelas, a base de purgar a las personas, a base de medicamentos que hacían más daño que bien. La higiene en aquel entonces era bastante discutible. De forma que la medicina “tradicional” no es que fuese una gran ayuda para las personas con dolencias “simples”, pues en muchos casos era incluso peor el remedio que la enfermedad. Y precisamente en estos casos la homeopatía funcionaba bien, no porque funcionase en sí misma, sino porque evitaba que se usasen otro tipo de medicinas y tratamientos y permitían al paciente que se curase por si mismo. 


Pero a día de hoy, que la ciencia y la medicina van de la mano, ya no queda cabida para la magia.  


Una cosa es el “amimefuncionismo” tan habitual cuando se habla de estos temas (ya sea homeopatía, chacras, reiki, fuerza vital, etc.), que no viene a ser más que el hecho de que una persona conozca a alguien a quién le funcionó, o que a esa misma persona le haya funcionado, y que por lo tanto ya asuma que le va a funcionar a todos los demás. Eso no es así. Si a una persona le funcionó, lo que hay que analizar es el “porqué” a esa persona le funcionó. Pues la homeopatía no funciona en sí misma, eso es un hecho. Lo más probable es que se tratase de una dolencia de curación espontánea, en cuyo caso la persona hubiera curado por si misma, tomase algo o no tomase nada, pero a nivel psíquico la persona asocia el hecho de haber tomado homeopatía con el hecho de haberse curado, cuando no hay relación real causa-efecto. Un ejemplo viene a ser la gripe. En una gripe común (ya no entremos en los subtipos más raros, como la gripe A) una persona va a estar enferma 7 días (puede tener el pico de gravedad entre 2 y 4 días normalmente, que son los realmente incapacitantes) tome medicación o no tome nada (como se solía decir en mi pueblo, la gripe se cura en 7 días con medicinas y en una semana sin ellas). Evidentemente, tomar  medicinas hará que se pase mejor (si se tienen picos de fiebre de 39 grados, tomar un paracetamol para que baje la fiebre disminuye los síntomas y el malestar), pero aunque el cuerpo esté mejor, la realidad es que la gripe sigue dentro y sigue activa.


Por eso lo principal es saber analizar la dimensión “causa-efecto”. Y la homeopatía, desde el mismo momento en que se basa en que la causa de todas las enfermedades es el “miasma” de la “fuerza vital” (es decir, endógena siempre), cuando ya se ha demostrado que la mayoría de las enfermedades tienen fuentes exógenas (virus, bacterias, hongos, tóxicos, etc.), hace que pierda toda la validez.


Y todo ello sin entrar a valorar el concepto de “dilución”… que una sustancia, cuanto más diluida, más potente, es de la mayor estupidez jamás ideada. Decir que el agua tiene memoria, para explicar que si se le da a un paciente un producto homeopático y dicho producto no es más que agua (no tiene ya ningún tipo de principio activo dentro) sigua haciendo efecto.



En química farmacéutica hay un concepto llamado “margen terapéutico”. La idea del mismo, en palabras sencillas, es que una sustancia va a tener el efecto deseado en un rango de concentración concreto. Hay sustancias que tienen un margen amplio, mientras que otras tienen un margen muy estrecho. Según este concepto, si a una persona se le da la sustancia en una concentración superior al margen terapéutico, se la puede llegar a matar, pues pasa a ser tóxica. Si se la da en una concentración inferior a dicho margen terapéutico, deja de tener el efecto buscado y pasa a ser inefectiva. 


Es decir, que según la homeopatía, si se da una sustancia en cantidad inferior a su margen terapéutico, deja de hacer efecto, pero si se le da muchísimo menos que su margen terapéutico (cantidades infinitesimales), vuelve a tener efectividad, pero a un nivel opuesto. Por poner un ejemplo: la cafeína. Si se da mucha cantidad, se puede llegar a matar a una persona (la LD50 de la cafeína es de 10gr, el equivalente a tomarse 100 tazas de café negro bien cargado; la LD50 es la “dosis letal mediana”, es decir, la dosis necesaria para que de una muestra de 100 individuos, 50 mueran). Si se da una cantidad que esté dentro del margen terapéutico, se generan síntomas de hiperactividad, insomnio, irritabilidad, excitabilidad, etc. Si se da en poca cantidad no tiene efecto… pero si se da en cantidad homeopática (dosis infinitesimales) tiene el efecto contrario, es decir, es un relajante y sedante. Este es un ejemplo real, pues hay productos homeopáticos diseñados como somníferos para las personas con insomnio, y su compuesto principal es precisamente la cafeína. Y cuanto más diluida esté, más potente es su efecto sedante, es decir, que una dilució 30CH de cafeína sería capaz de hacer dormir a una persona durante una semana o más... eso sí, bien clarito en la caja ponen que no tiene efectos secundarios, ni tampoco causa somnolencia (¿no es esto un poco incongruente? ¿que un produto para dormir no cause somnolencia?). Y usando este mismo ejemplo, haciendo un cálculo sencillo, si se estima que en la Vía Láctea hay 1048 estrellas, una dilución 30CH (1060 partes de agua por parte de principio activo) de cafeína sería como decir “asumiendo que la molecula de cafeina es del tamaño de una estrella… encuéntrala entre todas las estrellas de la Vía Láctea y parte del extranjero”… pues el número de partes de agua por parte de principio activo sería aún superior a la relación de todas las estrellas de nuestra galaxia con nuestro Sol.

Pasemos ahora a analizar el concepto de "memoria del agua". Aquí simplemente decir que si el agua tiene memoria... ¿porqué el ser humano enferma? Después de todo, el agua que bebemos, por más que la purifiquemos, por más que la tratemos, por más que la limpiemos, debería tener la memoria de todas las sustancias que han estado en contacto con ella, por lo que simplemente bebiendo un vaso de agua, deberíamos habernos inmunizado contra todos los males del "mundo mundial". Y lo de la dinamización o sucucionación para explicar el hecho de que "sólo el agua dinamizada guarda memoria" es de risa... ¿Ningún homeópata se h fijado en las olas del mar rompiendo contra la costa? ¿No está ese agua suficientemente dinamizada? ¿Y el agua de los desagües? ¿No valdría como dinamización el remolino de agua que se forma al tirar de la cadena del retrete? Mejor no seguir con este tema, porque aquí ya no hay siqueira un mínimo atisbo de raciocinio... esto es estupidez pura y dura.


En resumen, y por no explayarme más en este tipo de magias y magufadas, decir que hay que ser crítico con todo. A nivel farmacoterapéutico, cuando un producto dice claramente que NO tiene efectos secundarios, es porque NO tiene efectos de ninguna clase. Y no hay más que hablar. La homeopatía no es más que un timo. Un claro ejemplo de que la gente necesita de la “fe”. Y esto es muy grave. Porque los defensores de la homeopatía también son grandes detractores de la ciencia en si misma… y si bien puede parecer que el que una persona quiera tratar sus problemas de ansiedad con homeopatía no tiene mayor importancia, sí que lo tiene cuando esa persona también quiere tratar un cáncer con homeopatía. Lo primero es irrelevante, lo segundo no. 


Y por eso mismo, desde la profesión sanitaria, debería ser importante que fuésemos sinceros y correctos en nuestros comentarios al respecto. Nada hace más daño a la salud de la gente que el hecho de que una persona diga: “pues mi médico me lo recetó” o “mi farmacéutico me lo recomendó”… Un médico o un farmacéutico que receten o recomienden este tipo de productos (porque lo siento mucho, pero me niego a llamarlos medicinas… no lo son) han perdido por completo cualquier credibilidad. Han fallado a su juramento hipocrático. Han fallado como profesionales sanitarios. 


La homeopatía no funciona. Es un timo. Es un fraude. Y esto no es una opinión… esto es un hecho, esto es ciencia.

viernes, 25 de enero de 2013

Te roban, y aún encima tienes que estarles agradecido...



Retomo el blog para comentar un  hecho que me acaba de pasar. Es lo que se podría definir como “robo” puro y duro.

Os pongo en situación: Acaban de darme el correo y veo dos cartas de la Dirección General de Tráfico, y, como suele ser habitual, ya me temo lo peor. Y acierto. Son dos multas por exceso de velocidad. En la autovía A-52, dirección Ourense, en el radar fijo que hay en el puente de Ribadavia, me marcan dos multas por ir a 131 Km/h en zona de 120 Km/h de velocidad máxima. Adjuto a las multas está el parte de revisión de dicho radar, fechado en 10 días antes a la primera multa y 17 días antes a la segunda.

En el caso de una multa en carretera secundaria, no puedo decir nada, pues ahí siempre caben los despistes, los desconocimientos de las zonas o la simple prisa… pero en el caso de las autovías, yo soy alguien “metódico”, es decir, nada más entrar en ellas dejo que la aguja del cuentaquilómetros llegue a los 120 y le doy al botón del coche del “control de velocidad”, de forma que pueda conducir (aburrido, eso sí), pero sin preocuparme por las multas. Por lo que estoy plenamente convencido de que no iba a más velocidad.

Así que, en mi convencimiento de inocencia personal, llamo a la aseguradora para que me informen sobre el procedimiento de reclamación pertinente… y lo que me dicen me deja la cara a cuadros. Resulta que en este tipo de multas, la carga de la prueba recae en el infractor. Es decir: yo tengo que demostrar que no iba a 131 Km/h… algo totalmente imposible. Pues la única posibilidad sería la de recurrir a inspeccionar el radar que me hizo la foto, y para ello es necesario hacer una instancia a la DGT solicitando dicha revisión (la cual siempre es denegada en primera instancia y hay que recurrir otra vez), y son ellos mismos los que hacen la revisión y la evaluación... Y aún encima te cobran las tasas de dicha “revisión”, amén de las nuevas tasas judiciales por la reclamación de la multa… lo que significa que al final, aún si ganas, tienes que pagar diez veces más de lo que les has reclamado.

Es como si se le pidiese a un ladrón que entra en tu casa que, una vez cometido el robo, juzgue él si fue robo o no. ¿Qué va a decir? ¿Qué sí es un ladrón que ha robado? Y aún en el caso de que sea “honrado” (dentro de la honradez que pueda tener esta gentuza) y diga que sí, te devuelve lo que te ha robado, pero te cobra el triple “por las molestias”.

Así que en la aseguradora me han recomendado que pague, para beneficiarme de la rebaja, y me olvide del tema. Ante lo que yo me he quedado con una sensación de total indefensión. Vienen, te roban, te amenazan, y aún encima tienes que estarles agradecidos porque “te hacen un descuento” en el robo…

Menudo país.

El afán recaudatorio de esta gente ya no conoce límites.

Si aún pudiese dudar sobre la veracidad de la multa, pues me callaría y listo… pero aquí donde estoy totalmente convencido de mi inocencia… no me queda otra que pagar y callarme.

Es como lo que está pasando ahora en Portugal. Que a los conductores gallegos se les multa con 200 euros por no llevar la “carta verde”, cuando desde el año 1990 ya no es necesaria. Pero como dicen allí, reconocen que no hace falta llevarla, pero que las multas se seguirán poniendo y cobrando.

Y yo me pregunto… ¿no hay nada que se pueda hacer contra esto? Se nos pisa, se nos mangonea, se nos roba, se nos extorsiona, se nos amenaza, se nos esclaviza… y aún tenemos que estar agradecidos porque todo eso lo hacen “por nuestro bien”.

Yo no he visto ningún “bien” en esto. La verdad, el “bien” que promulgan… no sé donde está. A menos que se refieran al “bien” de sus cuentas corrientes… o al “bien” de sus mansiones… o al “bien” de sus sueldos… o al “bien” de su poder. En esos casos, claro que se ve… demasiado “bien” se ve.

Qué país…

Cada vez más ganas de largarme de aquí de una puta vez y probar suerte en cualquier otro lado… en cualquier lado donde se fomente el trabajo, el mérito, los conocimientos, el saber… y no en esta mierda de país donde lo que se fomenta es el robo, la extorsión, la esclavitud, la vagancia, la estupidez y la mala hoxtia (de esto… demasiado… pues de un tiempo a esta parte, demasiada gente la comparte… y eso algo tiene que significar).

viernes, 20 de enero de 2012

El Rey ha muerto... ¡Viva el Rey!


            Hace ya tiempo que por causas laborales (y falta de tiempo) tenía el blog un poco olvidado… pero la noticia de ayer noche me ha impactado tanto que no puedo menos que dejar aquí mi personal visión de los hechos.

            MegaUpload ha caído.

            En una operación a escala mundial, el FBI ha cerrado esta empresa y ha capturado a los terroristas internacionales que la dirigían (a algunos al menos, otros están en “paradero desconocido” y en “busca y captura”).

            Ayer, ante esta noticia un amigo me dijo que, aunque era una burrada lo que habían hecho, en palabras textuales suyas:
Y sin embargo tienen un punto de razón. Pequeño, pero un punto al fin y al cabo.
Yo no puedo transportar esclavos en mi camión y si me para la guardia civil decir que no conocía la carga.
Ellos sabian que habia MUCHOS archivos con derechos de propiedad intelectual pesando sobre ellos y traficaban igual con ellos.
175.000.000$ de beneficios en 5 años de existencia es traficar.
Nos guste o no.”

            La analogía que empleó es un poco “exagerada” en comparación. En primer lugar el transporte de esclavos implica “lesión a personas físicas”, mientras que el transporte de archivos no implica ningún daño “real” a ninguna persona física. En segundo lugar hacer una analogía entre la “esclavitud” y la “descarga de archivos” es demasiado absurda en sí misma como para poder ser considerada como válida.

            Una analogía mejor entre vendría a ser comparar MegaUpload y Correos. Ambos son empresas que “almacenan” y “transportan” archivos (en el primer caso digitales, en el segundo caso físicos). En ambos casos se dan transportes de archivos “ilegales”… ¿porqué no se detiene a la cúpula directiva de Correos? Ellos “saben” que su empresa se usa para enviar archivos ilegales. Ellos “saben” que se trafica a través de esa empresa. Y sabiéndolo siguen actuando en todo el mundo. 

            Y quién dice Correos, puede decir cualquier empresa de mensajería a nivel mundial.

            Estas empresas tienen sistemas para evitar los envíos “ilegales”… Pues resulta que MegaUpload también. Es más, esta empresa ante cualquier demanda por copyright primero bloqueaba el archivo demandando, luego lo analizaba y por último lo borraba o bien lo restituía en caso de demanda fraudulenta. Es decir… cumplía incluso mejor que las empresas de mensajería “física”. Pero eso no impide que sea el enemigo público número uno del siglo XXI.

            Los cargos imputados a los directivos de esta empresa son francamente absurdos. La suma de cargos implicaría que cada uno de ellos debería pasar en prisión toda su vida (y parte de la de sus hijos… o más allá) por simplemente “haber creado una empresa de almacenaje y no saber lo que la gente, en uso de su libertad e intimidad, almacena ahí”.

            Es como si yo tengo dinero y decido usarlo en comprar un descampado grande. Ahí instalo almacenes que “alquilo” a la gente para que guarde lo que quiera. Y en el contrato de alquiler se garantiza la “intimidad” del alquilado. Si alguien usa uno de esos almacenes para crear un laboratorio de crack… ¿es culpa mía por haberlo alquilado? Pues parece ser que para el FBI sí que es culpa mía.

            Regresando al ejemplo de este amigo. Yo tengo un camión de una empresa de transporte. Llego al puesto A donde mi ruta me dice que tengo que llevar el cargamento X al puesto B. Yo no sé lo que es el cargamento X. Lo único que sé es que tengo que llevarlo de A a B. ¿Acaso detienen al que metió a esas personas en el cargamento X, para posteriormente vendarlas como esclavas? Pues no… al que detienen es a mí, por haber cumplido un contrato de transporte.

            Ese ejemplo dice que ellos “sabían” que se usaba su sistema para traficar. Como se suele decir, lo que hay que demostrar es la culpabilidad… no son ellos los que tienen que demostrar su “inocencia”. Pero el FBI ha cerrado una empresa sin esa demostración, sólo con la “sospecha” de esa irregularidad. No ha habido juicio, no ha habido “justicia” (tal como la entienden en USA)… ha habido acción policial al más claro estilo de película de James Bond (acción que normalmente perpetraban los “malos” al coordinar a gran escala esas acciones).

            Y lo peor… el FBI es un ente “americano” que tiene potestad en suelo “americano”. Pero parece que eso ya no es así. Ha detenido a la gente fuera de ese país, a gente que no es americana, y cuya empresa tampoco está en ese país.

           

            Ya sólo me queda decir… Orwell se equivocó en la fecha. 1984 o 2012… Al final poca diferencia hay.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Libertad de Expresión


              Ayer, en una conversación con un colega referente a este tema, surgieron las diferencias de pensamiento entre ambos. Lo que para él era algo normal, para mí era algo impropio. Tal vez al ser una conversación de facebook no me expresé con la claridad suficiente como para posicionar mi punto de vista de forma concreta, así que ahora aprovecho el blog para explayarme un poco más en este asunto.

              Sé que mi opinión al respecto va a levantar ampollas, y que posiblemente no gustará a casi nadie, pero aún así me gustaría dejar constancia de ella y de las razones de porqué pienso así. No voy a callarme para agradar a quién piense diferente, no soy tan “político”(entendiendo esta palabra como un sinónimo de cínico o hipócrita) como para ello, y prefiero que los demás renieguen de mí o de mi opinión, a ser yo mismo quién reniegue de mis principios.

              La noticia en cuestión es la del rapero este al que detuvieron por sus comentarios del estilo de: “Yo seguiré brindando cuando ETA le vuele la nuca a un pepero”, o “Yo fusilaría a Zapatero en la plaza de Las Ventas”. Y mi visión particular del tema es que si bien no estoy de acuerdo con sus afirmaciones y me parecen realmente repugnantes y carentes de cualquier tipo de decencia, no por ello creo que haya que detenerlo. Y la razón de esta afirmación está en la libertad de expresión.

              Cuando se habla de libertad de expresión la gente suele asumir que hay límites a la misma… y eso es un error. La libertad (cualquier libertad) no debe tener ningún límite, pues en ese caso deja de ser una libertad real y pasa a ser una libertad castrada y por lo tanto ya no es libertad. Y en el tema de la libertad de expresión aún más. Pues así como en la libertad individual fija el límite en la libertad individual de los demás, lo cual es lógico pues una invasión por cualquier parte a esa libertad, deja de ser la libertad de uno para ser la asusencia de libertad de la otra parte, por lo que es un límite “natural”, y no un límite “impuesto”. En la libertad de expresión nunca se invade la libertad de expresión de los demás, de forma que no se les elimina esa libertad, y aquellos que no comulguen con las ideas del primero, siempre podrán emplear esa misma libertad para posicionarse en contra.

              La libertad de expresión no debería estar limitada por nada. Pues hay que aclarar varias cosas. En primer lugar saber diferenciar entre opinión y hecho. Una opinión entra dentro de la libertad de expresión, y a nadie se le debería condenar por opinar diferente al resto (al margen de lo repulsivas o denigrantes que pudieran ser esas opiniones). Un hecho entra dentro de la libertad individual, y por lo tanto sí que sería condenable.

              Por ejemplo: Una persona dice en público que a los políticos hay que matarlos a todos. Otra persona saca una escopeta y se dedica a matar políticos. El primero expresa una “opinión”. El segundo ejecuta un “hecho”. Ahora alguien me dirá que eso se dice todos los días y no pasa nada, que a nadie se le condena por ello. Pues en lugar de esa frase empleemos esta otra: “Hay que matar a todos los judíos”, o esta “Los musulmanes son unos cabrones que estarían mejor todos muertos”, o bien esta “Los católicos son la escoria de la humanidad y habría que erradicarlos a todos”… o bien, por dejar de lado la religión, “Los negros son seres inferiores”, o “Las mujeres en la cocina y dos leches si contestan”, o “Esos nórdicos rubiales de ojos azules son todos unos nazis de mierda y habría que exterminarlos como hicieron ellos con los judíos”. Pues seguro que alguna de estas frases se ha escuchado y no ha pasado nada, entonces, ¿porqué cuándo ese rapero dice esas frases sí que pasa? ¿Qué diferencia hay?

              Enaltecimiento del terrorismo… un delito que es demasiado subjetivo como para poder ser considerado como tal. Pues primero habría que definir “terrorismo”, y si lo analizamos bien, en realidad desde el mismo momento en que una persona deposita su voto a un partido, ya habría que detenerla por ese delito… Si vota al PSOE, está “enalteciendo” al GAL, que es ni más ni menos que terrorismo. Si vota al PP, está “enalteciendo” al franquismo y la guerra de Irak, que también se pueden considerar terrorismo (según a quién se le pregunte). Si vota a Bildu, está enalteciendo a ETA. Si vota a ERC, está enalteciendo a Terra Liuvre… y así sucesivamente. Nadie se salva. Pues a según los ojos de quién mira, todo es susceptible de ser considerado “terrorismo”. Y no hablemos ya de los símbolos "populares". Un chaval con una camiseta del Che, también debería ser condenado por apología del terrorismo. Una foto de Stalin o de Lenin... una estrella roja en cualqueir bandera... una imagen de Fidel Castro... una esvástica... un crucifijo... una media luna... una estrella de david... Todos esos símbolos podrían ser considerados por alguna parte como "apología del terrorismo", pues en el caso de las fotos e imágenes de los que he mencionado... menudos criminales asesinos. En el caso de los símbolos religiosos, todos ellos, en algún momento de su historia, significaban la muerte (normalmente precedida de mutilaciones y torturas) para todo aquel que no profesase esa fe (o para cualquiera que le callera mal al religioso de turno, que tampoco es plan "discriminar")

              La única solución real es eliminar esos conceptos que en sí mismos atacan la libertad de expresión. Una persona debería poder opinar lo que le diera la gana, y aquellos que no estén de acuerdo, deberían poder rebatir sus argumentos con la misma libertad. Mientras todo se quede en el concepto “opinión”, no es potestad de nadie (a mi modo de ver) el condenar o privar de libertad a una persona. Ahora bien, cuando de la “opinión” se pasa a la “acción”, entonces sí que ya tenemos algo punible y condenable.

              En este tema en concreto, el del gilipollas este (yo, en mi libertad de expresión, opino que este tío debería sufrir en sus carnes lo que significa el terrorismo, a ver si entonces opinaba igual), lo único que se ha conseguido al detenerlo, es darle fama y poder. Antes lo conocían en su casa a la hora de comer… ahora está en boca de todos. El “hecho” de detenerlo ha logrado lo opuesto a lo que se pretendía. Si lo que se quería era “callarlo”, en realidad ahora, gracias a las maravillas de la información, todo el mundo lo conoce, todo el mundo opina al respecto, su mensaje llega a más gente… ¿Se ha logrado algún bien con esto? Creo que no. De haberlo dejado en paz, ahora mismo seguiríamos como siempre, pasando de él y de sus tonterías.

              Si le damos valor al hecho de que la libertad de expresión debería estar “limitada”, “controlada” y “acotada”, lo que estamos haciendo es dándole potestad a los políticos a que hagan con ella lo que quieran. Primero será la “apología del terrorismo”… ahora Rubalcaba quiere añadir también a los partidos políticos que fomenten el odio ideológico (en este caso, el primero debería ser el propio PSOE, pero mejor dejar este tema para otra ocasión). Luego vendrá otro que crea que también hay que eliminar las connotaciones peyorativas hacia las personalidades públicas. Luego otro opinará que también hay que impedir que… Y podría seguir así eternamente, al final se podría llegar al absurdo de tener que cuidarse mucho en el lenguaje, no sea que un tercero nos denuncie por hablar mal de nosotros mismos… Y no es tan descabellado el pensar así. Sólo recordad en cuantas ocasiones se denuncia a la gente por sus palabras, sean amenazas, sean insultos, sean simples comentarios peyorativos, o también expresiones populares que se han malinterpretado. Ahí caemos en lo “políticamente correcto”. Por ejemplo si a una persona de raza negra se le dice “negro”, te pueden denunciar por racista, xenófobo, por daños morales o lo que quieras imaginar. Si a un homosexual se le dice “maricón”, pues te denuncian por homófobo, machista, retrógrado o lo que sea (por cierto, una de las acepciones de la RAE de maricón es: “Hombre afeminado u homosexual”, la otra es “insulto”, ahora bien, la denuncia te la hacen siempre, independientemente de cuál sea la acepción empleada)… y así con todo.

              Las palabras pueden herir, y mucho, desde luego. Pero esas mismas palabras pueden ser usadas por todos. La dialéctica es el arma perfecta. Con argumentos se pueden conquistar ciudades, así como también liberarlas. Con argumentos se pueden evitar guerras, así como también empezarlas. Con argumentos se pueden unir pueblos, así como también dividirlos. Si limitamos, por poco que sea, la capacidad de expresarnos, estamos limitando también esos argumentos… pero estamos limitando más a los beneficiosos que a los perjudiciales, pues los que mandan no suelen emplear la dialéctica, simplemente “mandan” y punto. Y es la base, la ciudadanía, el pueblo, el que emplea esos argumentos para evitar que los de arriba se desmanden. Limitar, por poco que sea, esa capacidad, no evita que los de arriba sigan mandando, sino que evita que los de abajo puedan protestar.

              Habrá ocasiones en que la “libertad de expresión” de otra persona nos duela, nos incomode o nos repugne. Pero nosotros podemos emplear esa misma “libertad de expresión” para contraatacar. Si creamos leyes que limitan esa expresión, ¿con qué derecho luego podemos nosotros argumentar en contra? Hemos perdido ese derecho, y aún encima le hemos dado alas a los otros para que nos odien aún más.

              Por lo tanto, y para terminar, el colofón a esta parrafada viene a ser el siguiente: “La libertad de expresión es algo que no se debe limitar en ningún caso”, pues cuando una persona, en el uso de esta libertad, hace afirmaciones que no nos gusten y nuestra respuesta es la condena física, entonces es como si le estuviéramos dando valor a esas afirmaciones.

              Si de verdad queremos luchar contra ese tipo de gente, tenemos dos posibilidades fantásticas, la primera es el uso de esa misma libertad de expresión para decirle lo que opinamos de él y de sus ideas. La segunda es hace caso omiso, ignorarlo… y esta segunda suele ser la que más les duele.

              Detener a ese idiota sólo sirvió para darle fama y darle peso a sus palabras… precisamente lo contrario de lo que se pretendía.


               Y ahora queda aquí este post para que cualquiera opine al respecto, en libre ejercicio de su libertad de expresión