lunes, 13 de octubre de 2008

Justicia

¿Donde está la Justicia?

Como siempre lo primero que hay que hacer es definir la palabra que da título a la entrada de hoy. Así, según la RAE:

justicia.

(Del lat. iustitĭa).

1. f. Una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece.

2. f. Derecho, razón, equidad.

3. f. Conjunto de todas las virtudes, por el que es bueno quien las tiene.

4. f. Aquello que debe hacerse según derecho o razón. Pido justicia.

5. f. Pena o castigo público.

6. f. Poder judicial.

7. f. Rel. Atributo de Dios por el cual ordena todas las cosas en número, peso o medida. Ordinariamente se entiende por la divina disposición con que castiga o premia, según merece cada uno.

Si bien es cierto que hay más puntos dentro de la RAE para definir esta palabra, lo que sacamos en claro es que no hay una definición “clara”. Pues tanto nos podemos encontrar con que la justicia es un atributo divino, como también una virtud, como un fallo de un juez.

¿Qué es realmente la justicia? Sinceramente no lo sé. En lo más profundo de nosotros mismos, creemos en una justicia inmaterial, en un concepto de verdad=premio/castigo, de forma que las conductas y acciones de la gente fuesen juzgadas en función de una verdad, y que al final se les otorgase un premio o un castigo en base a esa verdad.

Pero la realidad de los hechos demuestra que no existe este concepto. La justicia actual, a nivel legislativo y judicial demuestra que justicia y legalidad son conceptos incompatibles en la mayoría de los casos. Después de todo, creo que la justicia entendida como A Cada Cual lo que se Merece, que es el concepto de acepción mayoritaria, no existe en la actualidad.

Si a un delincuente que se le pilla con las manos en la masa, no se le juzga hasta un año después (con suerte) y aún con esas sale libre por “falta de pruebas”, por “fallos en el proceso”, por “defecto de forma”, etc. ¿Dónde queda la justicia? Si a un criminal (y lo pongo en cursiva para dar a entender la ironía del término) se le condena a X años de cárcel en una prisión de máxima seguridad y en régimen de aislamiento por un robo sencillo, con independencia de su motivación y finalidad; y a un político o un banquero, que robó tal cantidad de dinero que no entra en la mente del corriente de los mortales, se le condena (cuando existe condena) a una cárcel de mínima seguridad, con todas las comodidades que pueda desear (comodidades que el resto de los mortales tendremos que pagar para poder disfrutarlas), y a un régimen de visitas diario… ¿Dónde está la justicia?

Estos ejemplos, si bien son casos extremo, lo peor es que son comunes y cotidianos, ejemplos que vemos casi todos los días en las noticias. Vemos con un delincuente tiene un castigo distinto al de otro, cuando ambos son delincuentes, pero uno de ellos tiene dinero para pagar a un buen abogado, tiene contactos en las altas esferas…

La clase marca una diferencia, los que pertenecemos a la “plebe”, a la “chusma”, no tenemos derechos, sólo obligaciones para con el Estado, con la Sociedad y con el Mundo. Luego está la clase dominante, los políticos, jueces, banqueros… la “gente rica”, aquellos que por su cargo, su posición social, su ascendencia sanguínea o simplemente porque tienen mucho dinero, están exentos de obligaciones y sólo poseen derechos.

Aún recuerdo un libro titulado Viaje a un planeta Wu-Wei, de Gabriel Bermúdez Castillo. En ese libro hay un juício que el protagonista vive, en el cual comenta que es una “barbaridad” de procedimiento, pues el acusado no tenía ningún tipo de garantía ni defensa. Y era cierto… pero ante esas críticas, el Profe Wu-Wei que lo acompaña le explica que no es necesario todo ese arduo proceso… el criminal lo era porque así lo habían comprobado muchos vecinos muchas veces. El castigo se efectuaba en el momento del veredicto, y la sociedad era la que efectuaba tanto la sentencia como la condena.

El argumento que “El Vikingo” le daba a su compañero ante la réplica de éste para escribir unas leyes es simplemente magistral. Según él el hecho de escribir una ley sólo servía para crear una nueva casta, la de los “conocedores de la ley”, es decir, gente que se dedicaría en exclusiva a conocer las leyes para garantizar su cumplimiento, pero esta gente, al tener que ser juzgada por sus iguales (la misma casta), se encargarían de dar un trato de favor cuando juzgasen a los de su propia casta, a cambio de ser ellos mismos juzgados con ese mismo trato de favor. Por otra parte esta escritura de las leyes también tendría como consecuencia la culpabilidad de los inocentes y la inocencia de los culpables, pues así como un inocente “sabe” que es inocente, no conocerá le ley y será juzgado y condenado por su desconocimiento… mientras que el culpable, como sabe que es culpable, se encargará de conocer la ley para poder burlarla y así lograr la inocencia.

Este ejemplo es de un libro de ficción, pero relata una gran verdad. Y para demostraslo, un par de casos reales:

Caso A

Unos menores de edad se comportan como tales y cometen una gamberrada, la cual es: robar una bandeja de cruasanes que la panadería había dejado en la entrada de un bar que estaba a punto de abrir. Pillados y condenados.

Condena: 3.000 € de multa o 162 días de cárcel (reformatorio) a cada uno de los participantes

Caso B

Un juez, por negligencia, deja libre a un asesino que unos días después viola y mata a una niña.

Condena: 1.500 € de multa

Termino esta entrada con la misma pregunta con la que la empiezo: ¿Dónde está la justicia?

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