jueves, 31 de marzo de 2011

Sanidad Española


            Hoy quisiera dejar aquí mi visión sobre el tema de la sanidad en España. Sobre todo en vista de las últimas medidas que quieren implantar los distintos gobiernos autonómicos así como el gobierno central. 

            En todos los ámbitos posibles siempre se busca el ahorro en todo lo relacionado con la sanidad. También se busca la reducción del gasto (aunque muchos piensen que son sinónimos, no tiene nada que ver una cosa con la otra, pues reducir el gasto es precisamente eso, gastar menos, mientras que ahorrar viene a ser ¿qué hacer con la parte sin gastar?). Y por último se busca implicar al ciudadano en estos temas. Así que voy a hablar de cada medida por separado, y a ver a que conclusión llego…

            Normalmente la reducción del gasto es difícil, pues en Sanidad no hay medidas fiables al respecto. Cuando se disminuye el precio de los medicamentos, cuando sólo se financia el medicamento más barato, cuando se eliminan medicamentos de la Seguridad Social, en realidad no se garantiza una reducción de gasto, sino que son simples medidas “paliativas” del gasto. Pues cuando a una persona se le cambia el medicamento A (caro) por el B (barato), puede salir bien (reducción de gasto real), pero también puede salir mal, necesitar hospitalización y cambios de medicación más gravosos económicamente (aumento de gasto real). Por lo tanto cuando los políticos hablan de gasto, en realidad no saben de que hablan. Meten temas incompatibles entre sí… y los venden como mejoras cuando a la larga suelen ser mucho más perjudiciales.  

            Cuando hablan de ahorro, se refieren a la reducción de gasto, pero es una mentira. Pues todo cuanto se ahorra al gastar menos, no se guarda para imprevistos, no se invierte en mejorar el sistema, no se usa en beneficio del paciente. Todo ese dinero siempre se usa para tapar los agujeros de otras partidas presupuestarias al margen de las sanitarias. Precisamente por eso, toda medida de ahorro que han llevado a cabo JAMAS ha dado resultado. En cuanto hay un excedente (por pequeño que sea) en sanidad, rápidamente desaparece para dar paso a nuevas cifras de déficit. Pondré un ejemplo sencillo para dar más peso a esta afirmación. Imaginemos que en casa queremos comprar una televisión. La televisión A cuesta 1000 euros, y la B cuesta 800 euros. Si compro la B, mi gasto de de 800, y mi ahorro es de 200. ¿Qué hago con esos 200 euros? Pues puedo mantenerlos como “partida de imprevistos” en caso de que falle esa televisión, puedo invertirlos en un TDT, puedo invertirlos en mejorar la conexión eléctrica, puedo invertirlos en mejorar la antena, etc. Todas esas posibles mejoras repercutirían en una mejora del servicio que esa televisión me daría. Entonces, ¿qué voy a hacer al final con esos 200 euros? Pues los gasto en un pantalón que me gustaba… es decir, que no he ahorrado nada, que no he mejorado para nada la televisión (o su utilidad) y he gastado ese dinero en algo que me hacía falta, pero que no tiene nada que ver con el presupuesto inicial. Pues en Sanidad pasa igual. Todo cuanto se ahorra se gasta de forma inmediata en otras partidas presupuestarias que nada tienen que ver con la Sanidad. Por lo tanto SIEMPRE va a haber un déficit, siempre va a faltar dinero, pues nunca se reinvierte en mejorar el sistema, en hacerlo realmente competitivo y de calidad (y por lo tanto más barato realmente).

            Cuando se habla de implicar al ciudadano, siempre se habla de que hay que vender que la Sanidad en España es gratuita y por lo tanto ya va siendo hora de que el ciudadano se comprometa con su sostenibilidad. A través del copago sanitario (como quieren hacer en murcia), a través del fracasado Catálogo gallego de Medicamentos (como quisieron hacer en Galicia), o a través de cualquier otra política que le haga al ciudadano pagar por la sanidad. Pero lo primero que tenemos que saber es que en España la Sanidad NO ES GRATIS, en realidad es carísima. Los que ahora “no pagan”, en realidad ya pagaron durante muchos años, y que ahora les quiten sus derechos adquiridos, que se les trate mal y que aún encima se les exija como si todo fuese un favor que “papacito Estado” les está haciendo, es rastrero y vil incluso para la Casta Política que ahora nos gobierna. A los que ahora estamos pagando nos están quitando derechos día sí, día también. Nos recortan la prestación, nos aumentan costes, y cuando nos llegue el momento de recuperar esta inversión, de seguro nos dirán que ya no tenemos nada. 

            Como conclusión a estos tres puntos que tanto nos venden, lo único que he sacado en claro es que “papacito Estado” necesita dinero y le da igual de donde sacarlo. Primero reduce los gastos en Sanidad (con la consiguiente pérdida de calidad, pues digan lo que digan en España es uno de los países donde menos se gasta en Sanidad de Europa, así como donde más baratos están los medicamentos, también donde más largas son las listas de espera y donde peor trato se le da al paciente, no a través de médico, sino a través de toda la burocracia asociada al proceso). Luego aún le cobra más al ciudadano (aumento de impuestos directos e indirectos, encubiertos y claramente visibles, etc.). Y aún tiene la desfachatez de decir que lo hace “por nuestro bien”.

            Todo aquel que me conozca sabe que mi opinión en el tema de la Sanidad es clara. Es necesario un sistema privado 100% (conste que esto lo digo sabiendo que si se logra yo me quedo en el paro… pero aún así considero que sería la mejor salida al ciudadano, después de todo aún soy joven y puedo buscarme la vida en cualquier lado). Sin medias tintas. Sin subvenciones, sin “conciertos”, ni tonterías varias (que sólo sirven para que “papacito Estado” meta mano dentro y al final acabe jodiendo el asunto… como siempre). A día de hoy tenemos un sistema “mixto” entre público y privado. Por un lado farmacias, que son entes “privados” (al menos a la hora de pagar y tener obligaciones y responsabilidades, para todo lo demás se las considera entes “públicos” con todo lo que eso conlleva). Después están los hospitales privados y concertados (que como los privados dependen también del estado, pues no hay mucha diferencia). Y por último todo el entramado “público”.  Al final como todo está atado por los designios del gobernante de turno (que los cambia según se levante con el pie izquierdo o derecho), lo único que importa es que al final tenemos un sistema lento, pesado, excesivamente burocratizado y con graves carencias en todos sus niveles. La profesionalidad se ha dejado de lado por el cumplimiento de las leyes. Los conocimientos no importan, sólo importa el “cumplir la norma sin planteársela”. La experiencia sólo tiene valor a la hora de cobrar pluses en el funcionariado, no a la hora de tomar decisiones o recomendar “esto o aquello”. Por lo tanto es un sistema absurdo y condenado al fracaso, tanto económico (como ya se está viendo) como plenamente sanitario. Mientras que un sistema 100% privado (es decir, sin ningún tipo de injerencia estatal en el asunto, ni a través de competencia desleal, ni a través de regulaciones “internas”) traería una era de calidad y buen servicio al mejor precio (ley de mercado). 

            El problema es llevar esto a la práctica. No puede ser hecho de la noche a la mañana. Por lo tanto ir implantándolo poco a poco, por ejemplo poniendo hoy el copago, mañana los seguros privados y pasado la liberalización del sistema… entonces yo aceptaría estas medidas, pues tendrían un fin que merecería la pena el “sobrecoste”. Pero implantar copago simplemente porque al político de turno le apetece y “queda bien”… pues no lo veo tan bien. Principalmente porque es un “sobreimpuesto”… es pagar dos veces (en realidad muchas más) por lo mismo. 

            Todos los meses se nos quita del sueldo una cantidad de dinero que se destina a esto. Y que ahora venga un “listillo” a decir que la Sanidad es gratis y que el ciudadano tiene que empezar a pagar por ella… pues como que ya no se pueden aguantar más mentiras… que a “ellos” les salga gratis es una cosa (los políticos en cargo electo no pagan por estas “tonterías” lo que el resto de los mortales, es plenamente simbólico), pero el resto de los mortales lo pagamos… y bien caro que nos resulta. Pues hay que empezar a quitarse la venda de los ojos en todos los aspectos. Los autónomos pagamos muchísimo por todo esto… pero es que el trabajador laboral (contratado) también paga una burrada, y quién diga lo contrario es que no sabe de matemáticas. Y lo demuestro fácilmente:

            El trabajador tiene un sueldo X, por el cual cotiza un 2%, y el 28% restante lo paga el empresario… ¿Alguien se lo cree? Si el empresario contrata a ese trabajador sabiendo lo que le cuesta el trabajador, no mira el sueldo que tiene que pagar, sino todo lo que ello conlleva, cotizaciones incluidas. Y si lo contrata es porque la suma de X (sueldo) más Y (añadidos al sueldo: vacaciones, pagas extra, cotizaciones, etc.), es el “sueldo” real del trabajador. Y el empresario no gasta de su bolsillo para pagar, sino que al trabajador le da la cantidad que resta de quitar todos esos añadidos al total. Por lo tanto tampoco para el trabajador es “gratis” la sanidad. 

            Es cara… muy cara. En cualquier parte del mundo en que existan buenos seguros sanitarios privados, por un tercio de lo que nos quita “papacito Estado” todos los meses tendríamos derecho al mejor seguro posible (que incluye, por cierto, medicinas “gratis” cuando se necesiten). Así que lo de cobrar más por la sanidad es un timo, una estafa y una extorsión. Y que lo haga “papacito Estado” por “nuestro bien” no resta validez a mis palabras. Si lo hace como inicio del proceso que traería una sanidad 100% privada, pues lo aceptaría (aceptar no es lo mismo que compartir, pues sigo opinando que ya bastante nos han robado durante toda nuestra vida como para que aún sigan haciéndolo ahora y por el mismo motivo, pero lo asumiría como “mal menor”). Que lo hagan “porque sí”… eso jamás lo aceptaré. Y nadie debería aceptarlo.

lunes, 28 de marzo de 2011

Comunicación


            Hace unos días leí una noticia “curiosa” en libertad digital. Esa notica decía que una profesora gallega dejaba de dar clases durante un mes a causa de un niño que tenía un libro en castellano. Podéis leer la notica completa aquí

            A raíz de esa lectura (y de tantas otras del estilo) empecé a plantearme mis ideas sobre el lenguaje y la comunicación. Y al final llegué a la siguiente conclusión: El idioma es un medio para alcanzar un fin, y nunca un fin en sí mismo.

            La comunicación entre las personas es algo básico de la cultura humana. Hemos evolucionado a donde estamos ahora gracias precisamente a ese hecho, a la capacidad que tenemos de pensar, pero más allá de eso, de poder expresar aquello que pensamos y poder comunicárselo a los demás. Para este fin se creó el lenguaje.

            Si analizamos el hecho de la comunicación veremos los siguientes componentes:
·        En primer lugar tenemos a las personas, un emisor y un receptor.
·        En segundo lugar tenemos una idea que el emisor quiere transmitir al receptor.
·        En tercer lugar tenemos un camino por el que la idea se transmitirá
·        En cuarto lugar tenemos un mecanismo de transmisión (código) que ha de ser conocido por ambas partes. Este es el idioma. El idioma sirve para que el emisor codifique la idea que se le ha ocurrido. El idioma sirve para transmitir esa idea por el camino prefijado. Pero el idioma ha de ser conocido por el receptor para poder decodificar el mensaje.

            Por lo tanto el idioma es algo vital en la comunicación ya que sin una correcta comprensión por ambas partes no se podrá transmitir la idea. Pero también es vital el camino. También es vital la idea. Si alguna de las partes de la comunicación falla, da igual cual sea, el resultado final es que la comunicación no es posible, y por lo tanto no se transmite la idea.

            Considerar al idioma como un fin es darle un valor añadido que va más allá de su significado real, y por lo tanto pervertir a la comunicación en sí misma.

            Con esto no quiero decir que haya que darle poco valor al idioma, ni mucho menos. Es importantísimo conocer el idioma, pues sin él no es posible la comunicación. Pero hay que analizar toda la estructura real del asunto y no centrarse en sólo una parte.

            Con estos puntos de base, pasaré a comentar mi punto de vista sobre esta noticia.

            Lo primero que tengo que decir es que este tipo de actuaciones demuestra que la escuela pública es un desastre, y que no debería existir. El acceso a una educación universal no tiene porqué pasar de forma obligatoria por la escuela pública, es más, esto sólo sirve para garantizar un conocimiento mediocre, una adoctrinación elevada y una total esclavitud tanto para padres como para alumnos. La base de la educación es el llenar de conocimientos ese libro en blanco que es la mente de un niño, transmitir esos conocimientos para que el niño, a su vez, los asimile, los memorice, los incorpore a su cada vez más extenso conocimiento total, los critique, los razone, los discuta… En resumen, que se le eduque. Pero para ello hay que transmitir unos conocimientos. Y como ya expliqué antes, en ese proceso de transmisión la parte más importante la juega la comunicación, y si una de las partes de la comunicación falla, entonces tenemos un problema, pues las ideas que se pretendían comunicar llegarán distorsionadas y al receptor de las mismas le costará muchísimo más poder aprender de ellas.

            El idioma es importante para esto. Por eso mismo, en un sistema de educación privado, los padres tendrían la plena potestad de poder elegir dónde estudiarían sus hijos. Si los niños tienen como idioma base el castellano, para poder aprender mejor, irán a un colegio donde el idioma vehicular sea el castellano. Si nos niños tienen como idioma base el gallego, para poder aprender mejor, irán a un colegio donde el idioma vehicular sea el gallego.

            Evidentemente, como el idioma es algo básico para poder comunicarse, en Galicia, tanto en uno como en otro colegio, también se enseñaría el otro idioma (además de los demás idiomas que demandase la sociedad), pues de no hacerlo sería perjudicial para los niños al perder la capacidad de comunicarse con aquellos que no conocen ese otro idioma. Pero ante todo y sobre todo esto es potestad de padres e hijos, no de gobernantes que sólo buscan hacer política con todo esto. Pues de un tiempo a esta parte el uso de uno u otro idioma sólo sirve para definir una vertiente política, para usarse como arma política y para, al final, joder a la gente que lo usa todos los días (sea uno u otro idioma).

            Por ejemplo. Yo soy gallego, tengo un blog, domino correctamente el idioma castellano y el idioma gallego. Como tengo lectores en todas partes de España, no lo escribiré en gallego pues las ideas que quiero transmitir no llegarían a esos lectores. Si quisiera que mis ideas se quedasen en Galicia, pues no tendría ningún problema en escribir en gallego… pues lo que realmente importa es transmitir un mensaje, y dependiendo de quién sea el receptor del mismo se usará uno u otro idioma. En mi trabajo diario, soy farmacéutico en un pueblo pequeño de Galicia, el idioma que uso todos los días es el gallego, pues la verdad es que por aquí muy pocos saben hablar en castellano. Y creo que no tengo ningún trauma por usar uno u otro. Según quién me hable, yo respondo en uno u otro idioma… precisamente porque quiero que la idea que transmito llegue a la otra parte con la mayor claridad posible.

            Y politizar sobre esto es absurdo.

            Y en el tema educativo más aún.

            Un niño que tenga como idioma materno el gallego, si queremos que adquiera conocimientos de forma sencilla, rápida y sin dificultad, deberá ser educado con el gallego como idioma vehicular. Y del mismo modo un niño que tenga el castellano como idioma materno, deberá ser educado con el castellano como idioma vehicular por los mismos motivos.

            Que desde muy pequeños aprendan muchos idiomas es algo ideal (y desde luego mucho más sencillo que aprender ya de adulto... y lo digo por experiencia). Algo que yo votaría en cualquier decisión. Pues como ya expliqué, la comunicación necesita de un código para producirse. Cuantos más códigos conozcan, mejor podrán comunciarse.

            Y la única manera es hacer desaparecer la palabra “público” del sistema educativo. Pues mientras siga siendo así, seguirá usándose como arma política por todos los bandos, y jamás tomará la realidad de la gente a título individual. Un sistema de educación privado (con ayudas económicas a las familias que no puedan pagarlo, pero como dinero a la familia para que lo pague, no como “subvención” al colegio, pues entonces ya volveríamos a la estafa de los “público-privado”, que ahora podemos encontrar en los “concertados”) estaría regido por las leyes de oferta y demanda, de forma que aquellos que demanden una educación de un tipo tendrán posibilidad de obtenerla, y lo mismo por aquellos que demanden la contraria. 

            Con esto se ganarían muchas cosas:
1.      Los niños, al ser educados en el idioma que mejor entienden, aprenderían mejor
2.      Los padres tendrían posibilidad de elegir la educación de sus hijos, en lugar de depender del gobierno de turno
3.      Los colegios, al ser privados:
a.      Funcionarían mejor (meritocracia)
b.      Serían más baratos (competencia)
c.      Ofertarían muchas materias que a día de hoy están vetadas (libertad)

            Claro que también se perderían muchas cosas:
1.      Los políticos dejarían de tener un medio para adoctrinar a las masas mientras aún son manipulables
2.      Los políticos dejarían de tener control sobre la población
3.      Los políticos dejarían de tener otro agujero negro en el que tirar el dinero
4.      ...

            Visto así… creo que todo son ventajas. Pero claro, como al final la decisión SIEMPRE es política, no creo que nunca veamos algo parecido. Perderían demasiado (y los ciudadanos ganaríamos demasiado).
           

miércoles, 23 de marzo de 2011

Libertad de Elección


            Hace tiempo que llevo pensando en una entrada así. Y entre la conversación que mantuve el domingo con unos amigos, y la de ayer por la noche, creo que ya va siendo hora de poner por escrito las conclusiones a que llegamos en dichas charlas.

            El tema principal tratado fue la contratación de gente y los impedimentos a la misma que nos impone el Estado. Tanto por la parte empresarial (empleador) como por la parte laboral (empleado).

            Pongamos un ejemplo. Una persona quiere trabajar y, en vista de la carencia de trabajo que existe a día de hoy, decide hacerlo “a dos bandas”, es decir, trabajar por la mañana para un jefe y por la tarde para otro. Pongamos que hay dos empleadores que necesitan gente, pero no para un contrato completo, sino simplemente uno lo necesita por las mañanas y otro por las tardes. Tenemos entonces que hay posibilidades de futuro para los tres. De mutuo acuerdo llegan a la conclusión de que es beneficioso para todas las partes formalizar una relación laboral así. Y entonces todo se va al traste cuando llega “papacito Estado” a imponer su visión del asunto. Pues cuando un trabajador tiene dos (o más pagadores) ya se transforma en un paria social, un esquirol, un acaparador de empleos, y se le castiga vía impuestos. Y lo mismo pasa con los empleadores que ven como contratar a alguien a tiempo parcial les cuesta casi lo mismo que contratarlo a tiempo completo.

            Observamos así que la política de protección del trabajo y del trabajador que tiene “papacito Estado” en realidad es perniciosa tanto para el trabajador como para el mismo concepto de trabajo libre.

            Pongamos otro ejemplo. Tenemos una empresa que decide que, en lugar de dar 14 pagas (12 meses y 2 extras) a los trabajadores, les dan 11, haciendo una prorrata de esas cantidades mes a mes trabajado, y el mes que no cobran será el mes de vacaciones, y le dan al trabajador la oportunidad de decidir si ese mes lo quiere entero de vacaciones, si quiere fraccionarlo (por ejemplo con 15 días de trabajo y 15 días de vacaciones), o si lo quiere entero de trabajo, pagándole la parte proporcional del sueldo acordado. Lo pondré en números para que sea más fácil de ver.

            Tenemos un salario base de 1000 euros (números redondos para que sea más sencillo), en 14 pagas. Eso son 14.000 euros. Ahora lo dividimos entre 11 y nos da un salario mensual de 1272,73 euros… eso ya son casi 273 euros más todos los meses… que se dice pronto. Ahora nos vamos al mes de vacaciones. Pongamos que el trabajador quiere tomárselo entero, su sueldo anual será de 14.000 euros. Ahora tomemos a un trabajador que sólo necesita 15 días para desconectar, su sueldo ese mes será de 636,36 euros, y su salario anual será de 14.636,36 euros. Ahora fijémonos en un trabajador que, por cualquier circunstancia, no desea las vacaciones ese año. Pues ese mes cobrará 1272,73 euros más, por lo que su salario anual será de 15.272,73 euros.

            Simples números que dejan ver claramente que la remuneración del trabajador es equivalente al trabajo realizado, y que no tiene nada de "regalo" el cuándo se den, si todas juntas mes a mes, o bien separadas en el tiempo a través de las ficciones que son las pagas extras o las vacaciones pagadas.

            Ahora tomemos la “mano protectora de papacito Estado” en el asunto. Esta opción es claramente ilegal, pues el trabajador tiene la obligación legal de tomarse vacaciones. Es decir que “papacito Estado” obliga a la gente a no trabajar. Puede parecer que lo hace por el bien del trabajador, cuando en realidad no es así, pues habrá casos en que el trabajador prefiera seguir trabajando para ganar más, o simplemente le guste su trabajo y se sienta cómodo realizándolo y con una o dos semanas al año le llegue como vacaciones. En cualquier caso es la libertad del trabajador elegir lo que quiere hacer con su dinero. Y “papacito Estado” se mete en medio y le obliga a que lo gaste según su criterio. Pues el ejemplo más claro de esto lo tenemos aquí. Las “vacaciones pagadas” son un mito, un engaño para bobos. Las vacaciones NO se pagan. La empresa no paga al trabajador por tener vacaciones. La realidad es que la empresa, obligada por el Estado, le está quitando al trabajador un dinero todos los meses, que será el que le devuelva cuando se tome las vacaciones. Tal vez “papacito Estado” tema que el ciudadano no sea capaz de pensar en cómo gastarse el dinero, y por eso le marca el camino a seguir. Tal vez “papacito Estado” tiene miedo de que el ciudadano se “pervierta” al ver tanto dinero junto. O tal vez “papacito Estado” tenga miedo de que el ciudadano se dé cuenta de que cuantas más medidas se creen para “protegerlo” en realidad lo que hacen es limitar su libertad de elección.

            Pongamos otro ejemplo. Una persona recién licenciada, sin experiencia laboral pero con mucha ilusión, quiere empezar a trabajar en lo suyo. Resulta que todos los sitios a los que va le dicen lo mismo, su currículum está muy bien, pero hace falta experiencia. Y claro, nunca ganará experiencia porque para poder ganarla necesita experiencia. Pongamos que ese chico está dispuesto a trabajar por menos dinero y menos tiempo, a cambio de que se le forme en ese trabajo y a cambio también de ganar experiencia. 

            Entonces ya nos sale “papacito Estado” diciendo que NO, que eso es un crimen gravísimo. Que para eso ya tenemos el recurso de “becario”.

            Pues analicemos entonces el becario. Una figura laboral que le concede a la empresa una serie de ventajas para contratar a gente sin experiencia, al tiempo que le otorga al trabajador la oportunidad de trabajar por menos dinero (pero mismas horas o más que el resto).

            Creo que la primera opción era más rentable… Pero vayamos más allá. En la primera opción, la empresa y el trabajador han llegado a un acuerdo libre entre ellos. La empresa es feliz por tener a alguien a quién formará a su gusto por un sueldo más bajo. El trabajador es feliz por tener la oportunidad de aprender y de ganar experiencia. La empresa verá si el trabajador es bueno, y al final lo educará en aquello que le interese para así poder mantenerlo en nómina. El trabajador verá si lo que está haciendo le gusta, y se podrá plantear si se queda en la empresa (con lo que hará un nuevo contrato más acorde a sus nuevos conocimientos) o bien si no le gusta, ya habrá ganado la experiencia necesaria para poder buscarse otro trabajo en otro sitio. En la segunda opción la realidad es que la empresa NUNCA le enseñará nada al trabajador, pues le compensa más echárlo a la calle cuando se acabe su contrato de becario y así contratar a otro becario nuevo con el que pueda seguir cobrando subvenciones; mientras que el trabajador se ha pasado los años de becario trabajando como un negro, sin aprender nada, sabiendo que cuando se acabe se encontrará en la calle, y en su currículim NO podrá poner que tiene experiencia pues toda empresa sabe que los becarios NO ganan experiencia

            Es decir… cuando el Estado nos quiere proteger, en realidad nos está perjudicando. Lo que hubiera sido un gran adelanto de haber hecho de mutuo acuerdo y libremente, pasa a ser un gran atraso cuando se mete en medio con normas y legislación restrictiva y perniciosa. 

            Supongo que habrá gente que piense que el Estado está ahí para protegernos. Supongo que la forma básica de demostrar esa protección es a través de las regulaciones y normas. También supongo que cuando se hacen esas normas se piensa que se está haciendo bien. Pero a todos aquellos que piensan que esto es algo bueno, me gustaría preguntarles si realmente es así. Que analicen un poco más el tema. Que se den cuenta de que todo lo que “papacito Estado” ha conseguido para el trabajador, en realidad es el fruto del propio trabajador. Es el sudor del trabajador, es la productividad del trabajador, es la rentabilidad del trabajador lo que ha logrado todo cuanto “papacito Estado” se atribuye. Cuando se habla de pagas extras… no es algo que la empresa de a regañadientes porque “papacito Estado” las obligue a ello, sino que se trata de un dinero que previamente le han sustraído a la nómina del trabajador para luego dárselo todo junto. Cuando se habla de vacaciones pagadas, no se trata de algo que la empresa de a regañadientes porque “papacito Estado” la obligue, sino que también se trata de un dinero que previamente se le ha sustraído a la nómina del trabajador para luego dárselo haciéndole creer que otros lo han conseguido para él. Al final quién realmente se ha ganado ese dinero, ese tiempo libre, es el trabajador, e intentar atribuírselo al Estado es autoengañarse.

            Supongo que todo depende de la profundidad del pensamiento de cada uno. No a nivel de inteligencia (que no tiene nada que ver), sino al nivel de cuántas capas se pueden mirar hasta llegar al fondo del asunto. Hace tiempo publiqué un post en el que hablaba del “¿Por qué?”. Pues ahora invito a todos cuanto lean este post a que hagan lo mismo. Que se planteen todas las preguntas posibles sobre esta situación. Y que cuando crean que han llegado hasta el final, que se las vuelvan a plantear desde el punto de vista contrario. Y cuando hayan llegado, desde ambos puntos de vista, a la misma conclusión (al menos eso es lo que me ha pasado a mí), tal vez se den cuenta de que la realidad es que “papacito Estado” tiene muy buenos publicistas, que han logrado hacernos creer que son los buenos, cuando la realidad es que lo único que hace es poner trabas a la ciudadanía que lo único que quiere es que la dejen en paz.

            Evidentemente este tema da para mucho más, pero me temo que ya sería demasiado escarbar en la basura que es la legislación laboral en este país.