lunes, 29 de noviembre de 2010

Dosis Unitarias en la Farmacia


         Otra vez más, nuestra queridísima ministra de Sanidad habla, exige y ordena sin tener ni idea de lo que está diciendo. La semana pasada leí en el periódico que Leire Pajín “garantiza” que para 2011 estará instaurada en las farmacias la “dosis unitaria”. Es decir, que “por narices” se darán las pastillitas de una en una.

         Intentaré explicar lo que significa la “dosis unitaria”. En principio se trata de dar a cada paciente la dosis exacta que prescribe el médico. Es decir, que si un paciente tiene que tomar el antibiótico A durante 10 días y tres veces al día, pues se le dan 30 comprimidos juntos. Si el paciente tiene que tomar el antiinflamatorio B tres veces al día durante 3 días, se le dan 9 pastillitas. Si el paciente tiene que tomar el compuesto Z una vez un día, pues se le da una capsulita… y tan felices todos.

         Esto que así parece tan fantástico y maravilloso (como sacado de un programa electoral político) tiene unos ligeros inconvenientes. Los más graves son principalmente legales. Resulta que esta medida se va a hacer no desde las casas y laboratorios, sino desde las farmacias. Es decir que en el momento en que llegue una receta a la farmacia, el farmacéutico tendrá  que hacer el cálculo de los comprimidos que necesita el paciente según la pauta marcada por el médico y le dará exactamente lo prescrito:
·        Problema legal 1: Todo medicamento tiene que llevar prospecto.
·        Problema legal 2: Cuando una caja de cualquier medicamento pierde el precinto (se abre), deja de ser dispensable.
·        Problema legal 3: En una farmacia sólo se pueden dar medicamentos que hayan pasado los controles (en el caso de fórmulas magistrales, en la farmacia sólo se pueden dar aquellas para las que esté autorizada, en función precisamente de los controles que se pasen)
·        Problema legal 4: hay tantos que voy a dejar de contar aquí, y me centraré en los tres primeros.

         Por lo tanto, la dosis unitaria en farmacia es un concepto totalmente ilegal.

         Pasemos de eso (como suelen hacer los políticos siempre) asumiendo que las leyes se cambiarán para permitirlo.

         En el caso de prospecto, la farmacia sería la encargada de entregarlo (“ale, más gastos pa la farmacia”).

         En el caso número dos, se cambiaría la ley, y entonces en las reboticas se podrían hacer cócteles de pastillas… después de todo, abrir las cajas ya no sería ilegal. Lo de la caducidad ya no tendría sentido (una vez abiertas hay muchas que empiezan a contar una caducidad paralela), y no hablemos ya de jarabes y pomadas… me gustaría ver a la Pajín ir con la jeringuilla dando a cada paciente los ml que el médico prescribe. De todas formas habría que entregar las pastillitas en frascos “homologados” (habrían de pasar una serie de controles de calidad básicos, así como de esterilidad y demás pruebas sanitarias), que, por supuesto, la farmacia habría de pagar (¡y que no se le ocurra cobrarlos… sólo faltaría!).

         Pasemos al punto 3, seguro que para poner esto en práctica, se exigiría a los farmacéuticos unos cursillos (homologados por el ministerio, por supuesto) de manipulación (como los de manipulador alimentario, más o menos) que, evidentemente habría que pagar (estos cursos no son gratis).

         Resumiendo. Para la dosis unitaria hay tres posibilidades.
·        Por un lado la farmacia se arruina, pues si tiene que pagar todo lo que conlleva dar envases de una única pastilla (pues los médicos tienen por obligación que dar siempre la menor cantidad posible de cualquier medicamento… y eso sería una pastillita de mierda), más los cursos, más el envase, más el prospecto… al final para dar un medicamento que costaría 50 céntimos (a lo sumo), a la farmacia, dispensarlo le saldría por un mínimo de 2 a 3 euros la broma…
·        Por otro lado el Estado se arruina, pues si todo lo que no paga la farmacia lo tiene que pagar el Estado, al final le sale más cara la dosis unitaria que dejar todo como hasta ahora.
·        La tercera opción sería que las distintas casas farmacéuticas sean las encargadas de sufragar este coste. En este caso las casas cerrarían pues a día de hoy, en plena crisis, no es económicamente viable este gasto. A la larga les saldría más caro hacer envases de una pastilla que los de 30. Pues en cajas, en papeles, en maquinaria… es un coste astronómico. Y las casas preferirían cerrar y mandar a todos a la calle que permitirse pisar aún más (que a día de hoy ya tienen muchos medicamentos que venden por debajo del precio de fabricación, pues aún tienen otros medicamentos que cubren esas pérdidas… si obligan a esto, no habría ninguno que se permitiese pues los costes serían tan altos que el Estado los vetaría).

         La última posibilidad ya está descartada, la puse por poner y explicar un poco el tema, pero con las palabras de la ministra se deduce que esa nunca será la final. Además también podemos deducir que la segunda no será la que se ponga en práctica. En una época de crisis en la que el gobierno está empeñado en ahorrar, ahorrar y ahorrar, que el gasto sanitario aumente pero las prestaciones disminuyan no es muy “ahorrativo” que digamos (y menos de cara a la galería). Así que, como siempre, les tocará comerse el marrón a las farmacias.

         Pero si esto es así, sólo queda una salida. El cierre de la mayoría de las farmacias. No se puede mantener un negocio que da pérdidas. Y no se trata de que dé pérdidas por una mala gestión, por una disminución de mercado, por un descenso en beneficios, sino que las pérdidas son una “imposición” estatal. Cuando de cada medicamento vendido el dinero que se cobra no llega ni para pagar el coste del mismo (no hablemos ya de los costes extra de cualquier negocio), y aún encima toca pagar impuestos por ello… no quedará farmacia abierta (salvo aquellas que sobrevivan gracias a las ventas de parafarmacia y/o magufadas).

         Es decir… que para que una farmacia sobreviva en el escenario que la Pajín nos ofrece, no nos queda más remedio que transformar un negocio sanitario en una consulta de tarot (o de venta de homeopatía, que para el caso viene a ser lo mismo). Desde luego muy “profesional sanitario” que queda el asunto.

         Y no es un "alarmismo" por mi parte... en realidad hace años  (antes de la crisis, cuando las cosas iban bien y se podía pagar algo así) se llevó a cabo un proyecto piloto en A Coruña (La Coruña para los de allí, pero eso es otro cantar) sobre precisamente este tema. El resultado final de dicho proyecto fue unánime: "Un Fracaso Total". Era más caro para la Sanidad, era más trabajo para la Farmacia (un trabajo no remunerado y por lo tanto más gastos), y era un engorro para el paciente y para los médicos. Y lo de que sea más caro… un ejemplo básico: Seguril 10 comprimidos = 1,58 euros; Seguril 30 comprimidos = 2,58 euros. No hace falta ser un genio de las matemáticas para ver que con dos cajas de 10 comprimidos se gasta más que con una de 30. Pues imaginemos como sería el asunto si en lugar de cajas de 10 fuesen cajas de 1.

         Aún no es tarde para arreglar esto. Aún se puede hacer un poco de presión, no ya por parte de nuestro colectivo (que no tenemos poder… desde hace 10 años, cada vez que “papacito Estado” decía algo, daba igual la postura de los distintos colegios farmacéuticos, se “imponía” y listo), sino por parte del pueblo. Pues que no vengan diciendo que la Sanidad es gratis… la Sanidad es un concepto “pagado” por todos. Cada vez que en nuestra nómina vemos como lo que deberíamos cobrar y lo que de verdad cobramos se separa aún más, esa diferencia es para pagar la Sanidad (y otras cosas). Así que sí. Pagamos la Sanidad. Y con ese dinero queremos recibir Sanidad, y no que se regale por ahí (reciente noticia de cómo Mr Sonrisas le va a regalar 13 millones de euros a las PYMEs… del tercer mundo… y a las de aquí que las parta un rayo).


         Tenemos demasiados problemas como para que intenten solucionarlos a golpe de “medida política populosa”, pero que en realidad es “barbaridad absoluta y estupidez suprema”.


         Demasiadas cosas que hay que cambiar en un gobierno que sólo tiene ideas “de cara a la galería”, que no piensa en las consecuencias de esas ideas y que luego, cuando las cosas se demuestran insostenibles, en lugar de dar marcha atrás y pedir perdón (no es que sea mucho, pero al menos sería algo), se reafirma en lo que hizo, busca a alguien a quién echarle las culpas y sale con otra “idea” que ocasionará algo aún peor.


Como diría Forges:
¡País!

viernes, 26 de noviembre de 2010

Sistemas de Gobierno

En uno de los muchos blogs que sigo me he encontrado con este video de youtube que explica los distintos sistemas de gobierno (desde un punto de vista muy "americano", no se puede negar) y las eventuales (y en algunos casos obligatorias) transiciones entre ellas.

El blog del que lo saqué es el JMg Opinión Liberal y el video es el siguiente:


...............................

Ahora que ya lo habéis visto todos, podremos dedicarnos un momento a analizar los distintos sistemas de gobierno tal cual los analizan ahí.

Por una parte decir que estoy de acuerdo con que tanto extrema izquierda como extrema derecha son lo mismo. Ambos "estados" buscan el control total y absoluto y por lo tanto, aunque en el video lo analicen como "extrema izquierda" todo, tienen razón. Ambas posturas conducen a una oligarquía sin remedio.

También decir que la anarquía sin control (y no me refiero al uso de condones) sólo conduce a una oligarquía. Es historia básica y que cualqueira, echando una simple mirada hacia atrás en el tiempo, puede comprobarlo.

Donde difiero es en el concepto de República y en el de Democracia.

Por una parte la Democracia es lo que dice el autor del video, pero yo la considero una "pseudo" Oligarquía. Y para demostralo pondré el ejemplo de lo que ocurre en España.

Es España (una monarquía democrática, pero que a partir de ahora, para mejor comprensión del ejemplo, dejaré sólo como democracia, pues la figura del Rey es meramente decorativa) tenemos dos partidos políticos y muchos "apéndices" democráticos. En este país o gana uno o gana el otro, sea por sí mismo o sea con la ayuda de los apéndices. En cualquier caso, no hay un control del pueblo sobre los gobernantes. Éstos se eligen a sí mismos (mentiras como "primarias" incluídas, pues si a los votantes sólo se les da la opción que ellos quieren, no hay elección posible). Ahora séa el partido por sí mismo o bien sea con la ayuda de los partidos minoritarios (apéndices), el control es total. Las leyes se crean por ellos y para ellos. NUNCA para el pueblo (en realidad el pueblo no es más que el blanco de sus enjundias... podríamos decir que el pueblo sólo es el sustento al que explotar). Por lo tanto tenemos que unos pocos se perpetúan en el poder año tras año, totalmente al margen de la opinión del pueblo. Asi que esta "democracia" es una "oligarquía" en toda regla.

La República, tal como la define el autor del video, no es tal "república". Una república es una "democracia oculta". Pues a todos los efectos es lo mismo (o peor, ya que las leyes se crean también para beneficio de unos pocos, pero con la excusa de que es para beneficio del pueblo). Estoy hablando de las repúblicas "reales", no de la "República" como la definió Platon, que entonces sí sería más acercada a la postura del autor del video.

Esa visión de la república es precisamente lo que los "liberales" buscamos. Un gobierno (no es posible una anarquía real, ya que a la mínima se volvería a la oligarquía, algo en lo que coincido totalmente con el autor) mínimo que se encargue de que las cosas marchen lo mejor posible con la menor injerencia en los asuntos de la gente. Y no es tan descabellado, aunque parezca que sí. Eso se debe a que nos han hecho creer durante generaciones que el individuo es idiota y necesita de alguien que lo guíe por el buen camino. Cuando la realidad es que el individuo es inteligente y la masa es la idiota (de ahí que todo partido político se vuelque en el trato de masas pero jamás acepte las opiniones del individuo, aún cuando esas opiniones sean las de la mayoría). Una serie de leyes imperativas para que el gobierno las cumpla, y que no pueda cambiarlas. Un sistema que se encargue de velar por que el gobierno cumpla esas leyes. Y un pueblo libre de hacer lo que quiera sin vulnerar las leyes básicas (que serían pocas). Ese es mi sueño (qué le voy a hacer... soy un soñador)

Ahora queda aquí, para disfrute de todos el video y mi opinión. ¿Que opinan los demás?

martes, 23 de noviembre de 2010

Políticamente Correcto (o no)


¿Qué diferencia hay entre decir algo y decir lo mismo vía “políticamente correcto”?

En principio ninguna, pues el propósito del lenguaje, de la comunicación, es que una parte emita un mensaje y la otra parte lo entienda. Pero en estos tiempos que corren cambia mucho el “cómo” decir algo.

Así por ejemplo, cuando a alguien se le menciona su raza, se puede hacer por la vía de lo políticamente correcto (hombre de color), la cual se considera no ofensiva, o bien por la vía real (negro), la cual se considera ofensiva.

Es algo que yo nunca entendí. ¿Por qué una forma es ofensiva y la otra no? ¿No sería más lógico decir que la ofensa depende de la entonación o del contexto?

Un ejemplo de esto, pero sin usar lo “políticamente correcto”, sería la palabra “hijoputa” (pues hoy día, aún cuando la RAE no la admita, es una palabra de uso común). Pongamos que yo le digo a un amigo “hijoputa”. Según el contexto, según la frase, según la entonación, según las circunstancias, esa palabreja tan malsonante podría ser considerada un insulto (¡Eres un hijoputa!), un alago (¡Felicidades, hijoputa!), una muestra de sana envidia (Pero que suerte tienes, hijoputa).

Entonces, ¿por qué no ocurre lo mismo con lo políticamente correcto? Cuando a un negro se le llama negro ¿acaso se le está insultando o simplemente constatando un hecho? Es que nunca entendí lo de “gente de color”… ¿acaso no somos todos “de color”? Unos más claros, otros más oscuros, otros más pálidos, otros más morenos… Yo entendería que a un negro americano que se le llame “afroamericano” se enfade… pues esa palabra ya es una denigración. O se es americano o no se es americano… un “afroamericano” es un “a medias”. O se es o no se es. Digo yo. Pero claro, esa palabra es “políticamente correcta”, mientras que “negro” no. Pero qué podíamos esperar de los americanos… no son un buen ejemplo. Allí a mí se me llamaría “de huesos anchos”… aquí se me llama gordo. Y todos tan felices. ¿Por qué voy a enfadarme por ello? ¿Es cierto o es falso? Si es cierto (en este caso concreto sí), no puedo ofenderme por una obviedad. Si es falso, es tontería ofenderse por algo que no es correcto. Otra cosa es la entonación y el contexto con que se diga. Que alguien me llame gordo me da igual, el cómo me lo llame ya no. Pero siempre me ofenderá que alguien diga que soy “de gran humanidad” o “de huesos anchos” o “de esqueleto amplio”… ese tipo de “políticamente correcto” me ofende más que la verdad cruda y desnuda. Pues es una forma “oculta” de insulto. Es una forma de distorsionar la verdad. Y como tal distorsión, es ofensiva para quién la escucha.  

La cultura española (de existir, que ahora mismo ya no sabría decirlo), se caracterizó siempre por la crudeza del lenguaje. Una crudeza en el sentido de decir las cosas como son, de llamar a las cosas por su nombre, de no andarse con tapujos y tonterías. De un tiempo a esta parte la influencia de la política ha llegado a la vida común. Pues la política se basa en decir muchas palabras pero ningún contenido… y siempre desde la perspectiva de no “ofender” (no más de lo justo, claro, que luego se sueltan unas “lindezas” entre ellos que “pa qué”, pero eso es otro cantar… pues cómo no pueden ofender a los votantes, se resarcen entre los distintos partidos políticos ya que esos seguro que no se votan entre sí).

Ahora que ya he explicado (creo) lo políticamente correcto, toca explicar el porqué de este post. Principalmente voy a comentar un cambio político radical que he visto hace poco. Las elecciones catalanas. Durante mucho tiempo, los partidos (como ya dije antes) se encargaban de dejar entender ciertas cosas, de promover otras, de no decir nada tuviese un sentido claro, de hablar siempre con segundas… muy políticamente correcto. Pero es que con estas elecciones catalanas ya nada de eso tiene sentido. Lo políticamente correcto se ha esfumado de ese panorama.

Y yo encantado. Por fin se dicen las cosas como se piensan. Por fin podemos ver como son los distintos partidos de verdad. Por fin podremos elegir entre un partido u otro, a según como se parezcan más o menos a nosotros (en este caso, los catalanes podrán, espero que esto se contagie y para cuando me toque votar a mí, los partidos hablen sin tapujos y así pueda elegir alguno que me pueda representar a mí y a mi ideología… de existir alguno, claro).

Podré varios ejemplos:

Partido Popular

Sacan un juego de ordenador, Alicia Croft, de temática “mata-mata”, en el cual lo que hay que eliminar es a los emigrantes, a los nacionalistas, etc. Se acabaron las “medias tintas”. Se acabó lo “políticamente correcto”. Por una vez (y sin que sirva de precedente) un partido político expresa su opinión sin tapujos.


CiU

Sacan un video promocional en el que se ve a un “caco” de los de toda la vida, vestido totalmente de negro, con un traje de “España”, se dedica a robar la cartera a un pobre ciudadano. Éste, al darse cuenta, echa a correr detrás del ladrón y lo reduce. Y el slogan viene a ser algo así como (que yo no sé catalán, pero más o menos), “Paremos el expolio”.

Es decir que, para CiU, España está robando a los ciudadanos. Y tiene razón. Pero tendría que haber matizado un poco más… ya que hay un par de cosas que no me cuadran en ese video. Por una parte, el mapa de España que porta el ladrón, incluye Cataluña (¿será un error o es que no buscan la independencia?). Por otra que se da a entender que sólo roba a los catalanes… nada más lejos de la verdad, nos roba a todos los españoles. Por el mero hecho de ser español, el gobierno nos roba. Se le llaman impuestos, pero no es más que una forma “legal” de robarnos.

El problema de ese video es que no es del todo claro. Vale que no es “políticamente correcto” (por lo que me encanta), pero aún así deja demasiadas cosas a la imaginación. ¿España roba a Cataluña? ¿España roba a los Ciudadanos catalanes? ¿España roba a los Ciudadanos españoles? ¿No es España, sino el Gobierno de España? ¿Estamos solos en el universo?... tantas preguntas sin respuesta.

Siendo el partido que es, y viendo su ideología, es fácil “suponer” cuál es el auténtico significado del video: España roba a los catalanes (y el resto que se jodan).

………

Ya no pongo más ejemplos, pues creo que no hacen falta.

¿Qué es mejor? ¿Qué un partido político diga lo que piensa o que se ande por las ramas y con medias tintas? Al margen de lo que cada cual piense, al margen de las ideas de cada uno, al margen de la ideología de los partidos y de las personas… ¿Es mejor que un partido político diga lo que piensa sin tapujos? ¿Conseguirá más votos así?

Mi opinión personal es que ¡Ya iba siendo hora! Ahora al menos ya sabemos a qué atenernos con ellos. Antes había que leer entre líneas (y aún así no se les pillaba nada). Cada vez que abrían la boca no decían nada de nada. Sólo palabras que se encadenaban unas tras otras y que en su conjunto eran aire. Ahora dicen lo que piensan. Menos mal. Así podremos apoyar a unos u otros en función de lo que nosotros pensemos y en función de nuestra afinidad con lo que ellos dicen. Antes, al apoyar a unos u otros lo hacíamos porque “pensábamos” que nuestras ideas y las suyas coincidían (era un suponer... mucho suponer). Ahora ya podemos tenerlo claro.

Y así se abre el debate.

¿Se elimina lo “políticamente correcto”? ¿Se elimina lo “crudo y duro”?

¿Qué pensáis?

jueves, 18 de noviembre de 2010

Sustituciones de Medicamentos


Hoy voy a hablar de las sustituciones de medicamentos.

Cuando se habla de sustituciones, siempre de acuerdo con la letra de las leyes (pongo leyes en plural pues aunque el principio básico referente a las sustituciones se encuentra en la Ley del Medicamento 29/2006, como cada poco sacan Reales Decretos y Modificaciones a la Ley, es tontería hablar de una en concreto), siempre nos estamos refiriendo a la posibilidad de cambiar la decisión de un médico. Puede parecer un poco crudo dicho así, pero es lo que hay. Cuando un médico prescribe el medicamento A, se presupone que es porque sabe lo que hará  ese medicamento en el organismo del paciente.

Ahora bien. Cuando esa sustitución la realiza un farmacéutico, también se presupone que lo hace para ganar más dinero.

Es lo que tienen las “presunciones”. Que se suelen hacer sobre las creencias, y no sobre los hechos.

Por todos los médicos que conozco, sé que cuando prescriben algo lo hacen plenamente conscientes de lo que hacen. Sea para una enfermedad común, sea para algo propio de sus respectivas especialidades.

Yo como farmacéutico, cuando hago una sustitución, también la hago plenamente consciente de que el efecto final en el paciente será o igual o mejor que el prescrito por el médico (por mejor me refiero a sustituciones de medicamentos por interacciones de excipientes, como puede ser cambiar el “Pro-Ulco” por “Lansoprazol”, pues ambos son “iguales, pero el primero contiene sacarosa y no es que sea muy apropiado en personas diabéticas).

Ahora bien, estamos hablando de personas con un conocimiento sobre los medicamentos (tanto médicos como farmacéuticos) que el común de la gente no posee (no es por mal, pero ambos profesionales cuentan con carreras universitarias que prueban ese conocimientos, y “San Google” no es que sea una fuente muy fiable en estos temas). Por lo tanto se les presupone (otra vez con las presunciones) una profesionalidad y un buen saber hacer (ambos tienen que hacer el juramento hipocrático, y ambos tienen que cumplir con un código deontológico).

             Y de estas sustituciones ya basta de hablar. Cambiemos de punto (pero sin desviarnos del fondo de la cuestión). Pasemos a la “Ley”. Según la “Ley”, un farmacéutico sólo podrá sustituir una medicación médica por tres motivos.
1.      Desabastecimiento
2.      Urgente Necesidad
3.      El medicamento prescrito está por encima del precio de referencia

            Así tenemos que en realidad los farmacéuticos no pueden sustituir la medicación. Una prescripción médica “va a misa”. Pues el primer caso sólo se tiene en cuenta cuando el desabastecimiento es a nivel nacional (como por ejemplo ahora mismo el “Dorken”, que está en faltas en toda España). El segundo caso sólo se puede usar cuando el cambio es de vital importancia para el paciente en el momento de la dispensación.

            ¿Y qué ocurre con el tercer supuesto? Pues que ya no importa la “realidad” del medicamento, sólo importa el valor económico del mismo. Da igual que no sean iguales. Da igual que el efecto final cambie… Importa que es más barato.

            Entonces. Aunque la Ley sólo permite que sea un farmacéutico el que sustituya un medicamento prescrito por un médico, y sólo en casos prefijados… ¿Porqué alguien que no entra en la categoría de “médico” o “farmacéutico” puede hacer sustituciones?

            Este es el caso de la política. En Galicia tenemos a Pilar Farjas como conselleira (médico de profesión). En España tenemos a Leire Pajín como ministra (“vividora” de profesión). Ante esto podríamos pensar que en Galicia las cosas a nivel sanitario irían mejor que en España, después de todo la que manda es médico… Pues va a ser que no. Supongo que a la hora de entrar en el ámbito político a todos se les hace una especie de lavado de cerebro y se les imponen unas consignas a seguir, aún cuando éstas vayan en contra de sus principios “deontológicos” (personalmente no creo que a Leire Pajín le hiciera falta… más bien parece que nació con esas consignas gravadas a fuego).

            Analicemos las “últimas” novedades de la sanidad gallega.

            La Conselleira tiene el plan de hacer un catálogo de medicamentos gallegos. Una especie de selección de los medicamentos que se financiarán en Galicia. Una especie de “tú sí, tú no”. El único motivo de inclusión de estos medicamentos en el catálogo es el precio. Los estudios clínicos no tienen valor. La investigación no cuenta. Los efectos del medicamento son secundarios. Si es barato “pá-dentro”, si es caro “pá-fuera”.

            Podríamos decir que no es una mala idea, a la hora de ahorrar. Podríamos decir, en el caso de que todas las enfermedades y posibilidades estuviesen cubiertas con igualdad de soluciones, que no es mala idea elegir sólo lo más barato. Incluso yo mismo veo que es un plan de ahorro interesante… siempre que se contase con soluciones terapéuticas apropiadas.

            Pero (siempre hay un pero), ¿son iguales los genéricos a los medicamentos comerciales? Sí y no. Los hay que sí, los hay que no. En principio la ley acepta como sustitución apropiada la de aquellos medicamentos que, por su mecanismo de acción, por su margen terapéutico y por sus efectos secundarios, tengan un medicamento “bioequivalente”. Esa “bioequivalencia” implica que el medicamento en cuestión ha de hacer un efecto “idéntico” (y lo pongo entre comillas pues es imposible que dos medicamentos sean iguales, incluso entre las pastillitas de una misma caja de un mismo medicamento de marca comercial, ya hay diferencias, por lo que se asume una identidad del 100 % aún cuando no existe esa garantía) al otro. En ese caso la sustitución es factible. Un ejemplo de medicamento no sustituible es el Sintrón. Pongo ese ejemplo en lugar de otros, pues es conocido por todos. Cuando una persona toma Sintrón, ha de someterse a controles periódicos para analizar cómo evoluciona su organismo frente al “acenocumarol”. Cómo para cambiar por otro “acenocumarol” distinto…

            Ahora bien… ¿están los conjuntos homogéneos bien hechos? Un conjunto homogéneo, o conjunto de intercambio, es un grupo de medicamentos sustituibles entre sí. Estas listas son creadas por las distintas Comunidades Autónomas para que las oficinas de farmacia las tengan y sepan cuál y por cuál sustituir cada medicamento. Pues estos conjuntos homogéneos se hacen “con el culo”. Es la única explicación que se me ocurre.

            El ejemplo más sangrante es el que voy a comentar ahora. Tenemos que Cardyl, Prevencor y Zarator son “Atorvastatina”, un medicamento hipolipemiante, muy empleado para bajar colesterol, triglicéridos y para la prevención de riesgos trombóembólicos (sobre todo en personas con alta predisposición así como en aquellos que hayan sufrido algún tipo de problema cardíaco). Existen genéricos de dichos medicamentos. Si bien a día de hoy ya hay genéricos “idénticos”, durante bastante tiempo esos genéricos ya no eran “iguales”. La sal de unión de Cardyl, Prevencor y Zarator era cálcica. TODOS los genéricos (anteriores al 1 de septiembre de 2010) venían con sal magnésica. ¿Había diferencias entre ambos productos? Pues sí… y mucha. Pero según los políticos (que de medicina saben mucho, por lo que se ve) no sólo eran iguales, sino que era una obligación por parte de las farmacias el cambiar el uno por el otro… más concretamente por un genérico en concreto, el “Bexal” (el cual no se comercializó hasta el 1 de septiembre) ya que era el más barato. Daba igual que este genérico no “existiese”, daba igual que hubiera que cambiarlo por otro distinto, daba igual que la sal del producto cambiado fuese distinta… lo único importante es que fuese barato.

            Con todo esto qué quiero decir… quiero decir que a la hora de hacer política, que no vendan mentiras. Es lógico que un político busque el ahorro. Nadie se enfadará por eso. Lo que no es lógico es que mientan descaradamente al decir que ese ahorro se hará porque todos los medicamentos son iguales. Si tan iguales fuesen, ¿porqué no se le deja a la gente elegir el medicamento que se van a llevar? Porque cuando en la farmacia viene un paciente y dice “esta marca no, quiero esta otra”, aún cuando ambos sean genéricos, y ambos sean de igualdad de precio, no podemos cambiar. ¿No se suponen que son iguales? Si ya ni siquiera a los profesionales sanitarios se nos permiten las sustituciones, ¿por qué  a los políticos sí? Ya que cuando ellos promueven un medicamento frente a otro, así como obligan a que se dispense uno frente a otro, es una “sustitución encubierta”.

            Yo he tenido que estudiar unos cuantos años de carrera universitaria para adquirir los conocimientos necesarios sobre medicamentos. E incluso ahora, que ya tengo el título, que trabajo como farmacéutico, sigo estudiando y haciendo cursos de farmacología. Los médicos que conozco (que no son pocos precisamente) tienen todos en común que también, aún cuando ya tienen el título, aún cuando trabajan como médicos, siguen estudiando y haciendo cursos. Entonces, ¿por qué alguien que de medicina tiene el conocimiento que da “San Google” puede hablar sin que se le caiga la cara de vergüenza? Y más grave aún, sin que nadie le recrimine por sus palabras. Ya que si lo dice un político es “palabra de dios”.

            La conselleira Pilar Farjas es médico. Ya lo comenté antes y lo repito ahora. Y como tal médico debe saber mucho de medicina. Lo que yo me pregunto es: ¿sabe algo de pacientes? Pues la medicina es una ciencia que se basa en el estudio del cuerpo humano para analizar enfermedades y buscar las posibles curas. Vale que dentro de un laboratorio lo único que se sabe de los pacientes es que “existen fuera”. Pero a nivel de la calle (sobre todo a nivel farmacia) el paciente es el que marca las distintas vías. Cada persona es diferente. Y no me refiero a personalidad (que eso ya es un mundo por si mismo), sino a la reacción de cada persona con cada medicamento. Puede que una amoxicilina base a una persona la cure y a otra la mate (cada vez hay más gente alérgica a penicilinas). Puede que a una persona una simvastatina le baje el colesterol y a otra se lo suba (ya conozco un par de casos así). De forma que es función del médico el controlar y vigilar esos cambios para adecuar a cada paciente la estrategia terapéutica más adecuada.

            Pues nuestra querida Pilar quiere hacer un catálogo de medicamentos que incluya sólo aquellos más baratos. Además (esto ya es rumorología, pero en vista de las últimas noticias casi que me lo estoy creyendo) quieren que cada estrategia terapéutica cuente sólo con el fármaco más barato de la familia. Así por ejemplo en hipolipemiantes sólo se financiarían la simvastatina y pravastatina. En protectores gástricos (inhibidores de bomba de protones) sólo se financiarían omeprazol y lansoprazol. Y así sucesivamente.

            Con estos recortes, es evidente que se ahorraría dinero, pero a costa de destruir la sanidad española. Y no me valen excusas, pues esta es la verdad. Cuando ante un mismo problema a todo el mundo se le trata con el mismo medicamento, sólo a un porcentaje ese medicamento le funcionará, a otro porcentaje no le hará nada y a otro porcentaje le hará daño. Esa es la ley de los medicamentos. Las distintas opciones terapéuticas existen para paliar en la medida de lo posible las interacciones entre medicamentos, los efectos secundarios y las reacciones en las personas. Si quitamos todo eso, a nivel sanitario ya estamos creando un sistema de “ricos y pobres”, en el que los ricos podrán medicarse a su interés y los pobres que se mueran.

            Yo no veo mal que cuanto más se pague, más se reciba. Siempre lo he dicho. Pero es que a nivel sanitario nacional (nuestra querida Seguridad Social), todos pagamos por el “máximo”, y por lo tanto, que nos quiten esos derechos, me parece absurdo. Que se los quiten a quién vive del cuento y no paga, “pos vale”, pero que se lo den a ese y se lo quiten a quién lo paga… eso es “política” y lo demás son cuentos.

            Además hay que mencionar la desaparición de la Medicina como tal de aquí a unos años como esto siga así. Pues las casas farmacéuticas viven de sus medicamentos. Hay algo llamado patentes. Pero parece ser que para los Estados, ese concepto no es más que un “robo” y por lo tanto se anulan. Cada vez las patentes duran menos tiempo. Y cada vez las empresas tienen menos tiempo para rentabilizar las gigantescas inversiones que han dado lugar a esos medicamentos. Y lo más grave, cada vez los beneficios son menores, por lo que desaparecen las inversiones en nueva investigación.

            Si no se investiga, no se descubre, si no se descubre, no se innova, si no hay innovación, nos veremos abocados al desastre. Seguiremos usando las mismas medidas durante años, dándonos cuenta (tarde, como siempre) que ya no funcionan. Y la gente de a pie verá como las medicinas dejan de funcionar, y no hay alternativas.

            Eso es lo que tiene la política.

            Según ellos las sustituciones sólo son posibles cuando las hace un político. El resto de los mortales no tienen los conocimientos ni las potestades para hacerlas.

            Otro ejemplo de estupidez suprema. Si un médico receta el medicamento A (siendo A un medicamento genérico de la marca A) el farmacéutico puede hacer una sustitución por B (medicamento genérico idéntico, pero de marca B), quedando registrada esa sustitución en la base de datos del SERGAS, y teniendo la obligación de adquirir el medicamento A para las próximas dispensaciones. Pues como ha quedado registrado que dio B, si lo vuelve a hacer, ya no se considera “urgente necesidad”, sino fraude.

            Eso obliga a las farmacias a tener dos almacenes de medicamentos. Por un lado los medicamentos, por otro los genéricos. De cada genérico hay por lo menos 10 marcas diferentes (en algunos casos menos, en otros muuuuchas más). Si cada médico da una marca diferente, en la farmacia tiene que haber por lo menos un medicamento de cada marca. Según el Estado eso es obligatorio pues el farmacéutico no está capacitado para sustituir (a menos que sea más barato, en cuyo caso estamos más que capacitados). ¿No se supone que son todos iguales? ¿Por qué tanta molestia si cambiamos el genérico A por el genérico B? Muchas veces he tenido que decirle a un paciente que le doy un genérico en concreto y no el que ellos piden porque es el que les manda el médico y por lo tanto tengo la obligación de dar el que manda el médico; y luego al hablar con el médico, éste me dice que si dio ese fue porque era el primero que aparecía en la lista del ordenador. ¿Cobrarán los políticos de estas casas de genéricos? La última pregunta es casi seguro que tiene respuesta afirmativa. La prueba es el Janus, la base de datos de medicamentos para médicos. Cuando se busca un medicamento por principio activo, el primero que aparece es un genérico que puede cambiar de un día para otro. No sigue un orden alfabético, no sigue un orden de precio… es totalmente arbitrario. Y como en informática no existe el azar, yo estoy convencido de que se les paga a los que hacen esa base de datos para que aparezca un genérico u otro.

            Con el consiguiente coste para las farmacias, evidentemente. Pues al final quién siempre paga todos estos despropósitos es la farmacia, a nivel económico, y el paciente, a nivel de salud.

            Pero claro… son políticos, ellos están por encima de leyes y lógica.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Equidad

Equidad.
(Del lat. aequĭtas, -ātis).
1. f. Igualdad de ánimo.
2. f. Bondadosa templanza habitual. Propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley.
3. f. Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva.
4. f. Moderación en el precio de las cosas, o en las condiciones de los contratos.
5. f. Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece.


Una vez definida la palabrita de marras, analicemos en detenimiento cada una de sus acepciones:

1.       No hay mucho que analizar aquí. La primera (es decir, la más importante) definición hace referencia a un estado anímico y por lo tanto no viene al caso.

2.       Aquí ya podemos debatir con calma… ¿Nos dejamos guiar por el deber o por la conciencia? ¿Somos criminales si somos equitativos? Porque, grosso modo, lo que viene a decir es que tenemos que seguir los dictados de nuestra conciencia aún cuando estos vayan en contra de las leyes. Así que si un político nos dice que seamos “equitativos” (da igual el tema), lo que nos está diciendo es que incumplamos las leyes (así después ya vendrá “papacito Estado” a cobrarnos las multas por hacerlo).

3.       Según esta tercera acepción tenemos que por encima de las leyes escritas está la ley natural no escrita… aunque creo recordar de mis clases sobre leyes que en la jerarquía legal, el derecho natural está en la última posición. Así que ya van dos definiciones que nos incitan a incumplir las leyes escritas.

4.       Aquí no me meto pues esta acepción se refiere más al mercado que al tema de hoy.

5.       Esta es la mía. En el último lugar está la acepción que cualquiera daría como primera (qué típico). Equidad = Justicia. Dar a cada uno lo que merece. Qué bonito que suena. Y qué estupidez más grande.

"Yo creo en la magia, no en la ciencia"
La entrada de hoy, titulada “Equidad”, viene referida a unas palabras que le escuché ayer a nuestra querida ministra de Sanidad, Leire Pajín. Más o menos vino de decir que Sanidad se encargaría de darle cobertura a los parados de larga duración y a aquellos que ahora mismo no la tenían. Y lo más gracioso del asunto es que para poder hacer eso, el principio en el que se basa es en el de “Equidad”.



Traduciendo a palabras “no políticas”. Necesitamos votos como sea, de forma que a partir de ahora “tó diox” a curarse a la Seguridad Social.

A mí me parece bien que un político haga política, pero que por lo menos emplee el lenguaje de forma correcta (ya sé que es mucho pedir en estos tiempos, pero bueno). Equidad ya no significa Justicia. No tiene nada que ver. Es más, se podría decir que es su antónimo. Pues si se le da a cada cual lo que merece (lo que es justicia), ¿cómo es que se le da seguridad social a todos los que no hacen nada por merecerla, quitándosela a quienes sí la mantienen? No es que me parezca muy justo o equitativo.

En mis tiempos de universitario tuve un profesor de la asignatura “Salud Pública” que nos explicó lo que la Seguridad Social entiende por “Equidad”. Según su definición, todo el mundo tiene que pagar las cotizaciones de la seguridad social, de forma que cuando alguien no puede pagarlas, no se le priva del derecho a recibir la prestación, pues va a cargo del que más tiene. Además, cuanto más tienes, menos prestación recibes, pues si tienes mucho puedes “pagarte” una sanidad privada y por lo tanto pierdes el derecho a la sanidad pública (aunque eso no te exime de seguir pagándola). Ya en ese día discutí con él sobre lo que significa “equidad”… aunque sin mucho éxito, he de añadir (es lo que tienen las discusiones “alumno vs profesor”, en las cuales uno siempre tiene la razón y el otro siempre se equivoca, independientemente de los argumentos y pruebas).

Es decir, que si tienes mucho has de pagar (por obligación) la sanidad de los que no tienen nada, a cambio de perder tú mismo ese derecho.

Según las palabras de Pajín, todos tenemos ahora que pagar la sanidad de los que no la han pagado, a cambio de que los que pagamos perdamos ese derecho. Eso es “equidad” para ellos.

Yo más bien entiendo la “equidad” como su quinta acepción. A cada cual lo que se merece. Y si alguien merece más, pues que reciba más, y si alguien merece menos, pues que reciba menos. Es muy sencillo. A quién más aporta al sistema, más derechos debería tener. Quién menos aporta al sistema, menos derechos. De esta forma, los que menos reciben, se encargarían de buscarse la vida para poder aportar más y así recibir más.

Por ejemplo, ahora mismo a los autónomos se nos cobra una cantidad base, la cual puede ser aumentada de forma voluntaria. Como no hay diferencia en que se paguen los 300 euros base o los 2500 máximos, ¿quién pagará esos 2500? Antes la gente lo hacía (aquellos que podían, claro) para la jubilación, pero es que si miramos detenidamente lo que puede suponer una capitalización de 2500 euros mensuales en un plan de pensiones, para cuando nos jubilemos obtendríamos casi el triple de lo que nos pagaría “papacito Estado”, de haberle dado el dinero a él. Además de tener una “casi” certeza (digo casi pues es imposible saber lo que nos depara el futuro) de cobrar, frente a la incertidumbre que a día de hoy, la gente de mi generación y posterior, sobre si cobraremos pensión del Estado o no (yo creo que no).

Pero claro, se trata de una aportación “obligatoria”. Si quieres tu plan de pensiones privado y tu sanidad privada, págalos a mayores. Y ten en cuenta que como tengas eso, pierdes los derechos de lo otro. Eso es la “equidad” para la política. Pues así como me explicó ese profesor del que os hablé, al tener un seguro privado, se “pierde” el derecho a disfrutar de las ventajas de la sanidad pública. Así como también en las listas de espera, cuando alguien tiene seguro privado, se le pone al final de la lista de espera (esto no sé si es verdad o no, pero ese profesor, Médico él, y alto cargo de un hospital público en Madrid, dijo que sí), a menos que vaya por ese seguro privado, en cuyo caso se le pone de primero (porque de una forma se cobra y de otra se paga… y ya sabemos todos cómo se las gastan los gobiernos a la hora de “cobrar”).

Además, en unos tiempos como estos, en los que la temática actual es el recorte de gastos en todos los ámbitos de la vida, siendo uno de los más castigados el sanitario (y esto lo sé de primera mano pues lo vivo día a día), que la ministra de sanidad diga que va a gastar más dinero en algo que no sólo no produce, sino que además “NO TIENE DERECHO”… es que es de locos (o de socialistas, claro). ¿De dónde saldrá el dinero para esta nueva “compra de votos”? Pues como siempre de las farmacias, que ya es habitual en cualquier gobierno cuando necesita dinero. De forma que para pagar estas políticas tan “equitativas”, se está perjudicando aún más un sistema que pierde agua por todos lados.       

Pero es que queda tan bonito, tan “socialista” esto de regalar dinero. Son tantos los votos que se comprarán de estas formas. Es tan solidario. Tan “equitativo”.

Si de verdad existiese la “equidad” en política, en primer lugar no se hubiera puesto a la Pajín como ministra. A cada cual lo que se merece… y una señora que va presumiendo de “pulsera mágica” no merece (ni en éste ni en ningún universo conocido) ser nombrada máxima autoridad Sanitaria. Si existiera equidad en política, hace tiempo que se habría reformado todo el sistema político. Pues así como se premia al que hace las cosas bien, la equidad implica que se castigue al que las hace mal… y este gomierdo que nos ha tocado vivir ha estado metiendo la pata una vez tras otra y por el momento sólo ha recibido premio tras premio (vale que se los auto-otorga, pero siguen siendo premios) y ningún castigo.

Pero ¿qué podíamos esperar de un gobierno tan “equitativo” como éste?