jueves, 9 de octubre de 2008

Democracia

En primer lugar habrá que definir el título que da origen a esta entrada: Democracia, y la mejor forma para ello es acudir a la RAE:

democracia.

(Del gr. δημοκρατία).

1. f. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.

2. f. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.


Toca hablar entonces de la política del pueblo, las decisiones del pueblo en su propia vida. La naturaleza de la sociedad que determina el propio camino de esa sociedad. Las normas emanan de la sociedad para sí misma, normas que no necesitan ser escritas ya que son aquellas que la propia sociedad ha decidido cumplir, y que como emanan de sí misma, son conocidas por todos los integrantes de esa misma sociedad.


La actualidad política de cualquier país democrático demuestra que el propio concepto de democracia no existe. La única democracia real que podría existir sería la que existía en la antigua Grecia, en la cual se reunían los habitantes de las “polis” y allí tenían voto y voz. ¿Dónde están las voces y los votos actuales? No existen. La voz es la de alguien que dice tener la representación del pueblo, y el voto es el suyo, en representación de ese mismo pueblo.


Desde el momento en que existe delegación de poderes ha dejado de existir la democracia. Cuando una persona es “mejor” que cualquier otra y por lo tanto es la que tiene el poder de representación sobre los demás, y son sus decisiones las que determinan el comportamiento de los demás, ha dejado de tener significado la democracia.


Mi voto no tiene valor, el voto de cualquier otra persona no tiene valor. Dicen los políticos que a ellos los elegimos los miembros de la sociedad… ¿desde cuando? Que yo recuerde, no elegimos, sino que ellos aparecen y nos dicen que, o es de ellos el voto, o no es de nadie. Eso no es elección, es obligación. La obligación de tener que elegir entre las opciones que previamente ellos han consensuado.


¿Acaso podemos hablar cualquiera de nosotros como miembros de la sociedad y ser tenidos en cuenta? Realmente no, pues como bien dicen los políticos, ya están ellos para hablar por nosotros. Y cuando cualquier persona decide hablar por sí mismo, lo normal es que los políticos (sea cual sea el signo de su partido, su ideología o incluso su espíritu) rápidamente saquen una ley, un decreto o lo que sea que le confiera el rango de delincuente.


Dentro de poco se obligará a las maternidades y hospitales a tatuar en la frente de los niños la leyenda “Pensar es perjudicial para la salud”.


No existe la libertad más que en nuestra propia mente y las palabras siempre hay que pensarlas mucho antes de decirlas pues lo políticamente correcto nos invade, si decimos algo sin pensar, la realidad es que a nuestro alrededor se escucharán las voces de aquellos que nunca han pensado por si mismos, repitiendo las consignas de los políticos a quienes han otorgado el poder. Voces que criticarán nuestras palabras aún cuando por dentro haya incluso quien piense lo mismo. Voces que comenzarán con las descalificaciones personales para luego pasar a las amenazas e incluso a la violencia, justificando tal hecho en la “verdad” suprema que los ampara.


No existe la libertad, no existe la democracia, no existe la voluntad del pueblo. Esos conceptos que tanto nos venden los políticos y que tanto nos llegamos a creer algunas veces. Pero son falsas ilusiones. La inocencia que todos llevamos dentro, que nos incita a tener fe en esa gente que tanto nos promete… y que luego tanto nos niega.


El problema de las sociedades es que necesitan de una serie de normas para sobrevivir. Normas que siempre emanan de los representantes de esas sociedades (que no de la sociedad en sí). Pero las normas y leyes sólo son papel mojado para la autentica sociedad.


¿Quién se conoce las leyes? Los mejores abogados y jueces conocen las leyes referentes a una rama concreta del derecho (mercantil, laboral, procesal, penal…); pero el Código Civil lo deja muy claro en su artículo 6: “El desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento”. No conozco las leyes de otros países, pero de seguro que en todos existe una norma que determina ese punto.


No existe mayor signo de la sumisión del pueblo ante el poder de los gobiernos. Ese artículo lo único que quiere demostrar es que desde el momento de nacer una persona está condenada a ser juzgada en cualquier momento por actos en los cuales no sabe que ha incurrido. Actos que puede que la sociedad haya aceptado como correctos… pero que luego las normas dicen que no lo son.


¿Acaso no se suponía que las normas las dictaba la propia sociedad? ¿Dónde queda esa democracia? Si la sociedad ha de cumplir unas normas que ni tan siquiera sabe que existen… ¿cómo podemos siquiera pensar en aceptar estas normas? Ahí es donde entran los “castigos”. Las propias normas incluyen los castigos de no cumplirlas. De esta forma se salvan todos los obstáculos para que la sociedad esté encadenada al propio sistema.

La sociedad ve como las normas tienen valor, pues los grandes poderes muestran a todas horas lo buenas que son las leyes porque con su cumplimiento se garantiza el funcionamiento de la sociedad, se garantizan los castigos a aquellos que no las cumplen y se garantiza la libertad de la sociedad; pero la realidad es muy diferente. Los grandes poderes le muestran a la sociedad lo que quieren que ésta vea. No le muestran esas normas que “blindan” los cargos políticos (que ninguna sociedad en su sano juicio aceptaría… pero que todas han de acatar, pues “lo manda la ley”), esas normas que impiden a un cargo público el ser juzgado por incumplir la ley (curioso, ¿verdad?), etc.


¿Porqué la sociedad ha de cumplir con unas normas que han creado unos pocos, mientras esos pocos se libran de cumplir las normas que la sociedad ha creado?


Esa es la gran verdad de la democracia… la delegación de poder del pueblo en unos pocos ha transformado esa gran idea en un concepto más clásico, la dictadura. Durante 4 años (o los que duren) unas personas tienen el control absoluto sobre nuestras vidas. De siempre a esto se le llamó dictadura, y creo recordar que desde siempre se ha luchado contra esto.


Antes la gente se levantaba contra el poder para cambiarlo. Ahora nos “venden” que lo que hacen es bueno, y nos lo creemos…


Así nos va

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