Hace unos días salió la noticia bomba de la semana (la verdad es que últimamente cada semana nos salen con alguna payasada nueva, supongo que así se sentirán mejor consigo mismos al “hacer ver” que están “haciendo algo” por la sociedad, cuando la realidad es que lo que la sociedad quiere es que NO HAGAN NADA MÁS… que ya bastante nos han hecho últimamente). Los límites de velocidad en autovía y autopista se reducirán desde el día 7 de enero (en teoría de forma provisional y temporal… aunque en política todos sabemos lo que significan esas dos palabras, es decir, “indifinida”) hasta un máximo de 110 km/h.
La verdad es que no tenía previsto dedicar una entrada en el blog a este tema, pues ya bastante cabreo hay rondando por internet como para añadir un poco más; pero es que hoy leí otras dos noticias y no pude resistirme a aportar mi granito de arena a la controversia y el debate.
La primera noticia es esta: donde se puede leer que los fabricantes de las dichosas pegatinas que van a tapar las señales dicen, sin ningún tipo de tapujo, que esta medida es una “chapuza”, pues los nuevos adhesivos que se pondrán, al tener que pegarlos sobre otro adhesivo y no sobre el metal directamente, podrán sufrir desprendimientos con elevadas temperaturas y con lluvias fuertes.
La segunda noticia es esta: donde podemos leer una “odisea” de Jorge Casanova (reportero de La Voz de Galicia), donde narra su periplo al ir desde Galicia hasta Madrid cumpliendo la nueva normativa, y cómo vuelve “al límite de la legalidad” (es decir con una velocidad máxima de 135 km/h). Ahí analiza tanto los tiempos empleados en la ida (5 horas y 45 minutos) y la vuelta (4 horas y 36 minutos), así como la diferencia económica en el consumo del coche a la ida y la vuelta (un ahorro de 1 euro y 88 céntimos).
Teniendo en cuenta la segunda noticia, si añadimos una variable más al cálculo, vemos que en realidad más que ahorro es pérdida económica, pues en estos tiempos que corren, el tiempo es dinero (eso nadie podrá jamás negarlo), y una diferencia de más de una hora, no compensa ese ahorro de casi dos euros. Pues si la media española de sueldo por hora es de unos 5 euros, ¿dónde han quedado esos 3 euros y 12 céntimos que se han perdido? Y si miramos más allá de este valor, teniendo en cuenta que si a la vuelta también se hubiera atenido a la nueva normativa, ya serían más de dos horas de diferencia. ¿Será capaz “papacito Estado” de pagar por esa pérdida económica? Seguro que nos dará alguna subvención por ello (claro que previamente tendrá que quitársela a aquellos que, hasta las narices de ir a paso de tortuga, se salten el límite y tengan que pagar esas abusivas cantidades por las multas).
Si nos fijamos en la primera… Cuando se caigan los papelorios de las señales, ¿se seguirán cobrando las multas igual? Cuando los papelorios manchen las carreteras y algún coche tenga un accidente por culpa de ellos (son un peligro si están en la calzada pues los coches pueden patinar si pasan por encima) ¿será “papacito Estado” quién se haga cargo de los desperfectos?... Y ya no digo más.
La verdad es que esto es una chapuza con todas las de la ley. Casi diría que hemos regresado a los tiempos del genial Ibañez y su cómic de Pepe Gotera y Otilio. Es como si en España la política y sus “medidas mágicas” estuviese diseñada por ellos. Después de todo la base de la política en este país es la del remiendo chapucero. Si algo no funciona, pues se le hace un apaño para que funcione (mal, eso sí) y listo; y en caso de que no haya forma de arreglarlo de ninguna de las maneras, pues se le hace el apaño igualmente y luego, cuando no funcione, pues se le echa la culpa de todo a la oposición, al ciudadano, a los ricos, a los inmigrantes, a los pobres o a quién sea.
Aquí vivimos en otro mundo. Cuando antiguamente se decía aquello de “Spain is diferent” se referían a nuestra personalidad, a nuestra alegría típica, a nuestro buen vivir. Ahora también pueden decirlo, pero para señalar que todo lo que hagamos será por “llevar la contra”. En Holanda se acaba de derogar la ley antitabaco al demostrarse que era un perjuicio tremendo para los bares. Aquí acabamos de aplicar una ley tan restrictiva que prohíbe fumar incluso en la propia casa de la gente. En Holanda acaban de poner la velocidad máxima en carreteras a 130 km/h. Aquí la bajamos a 110 km/h.
No quiero saber qué será lo próximo que hagan los holandeses… porque si seguimos así, ya sabemos lo que nos espera.
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