miércoles, 2 de febrero de 2011

Propiedad privada y Especulación


              El tema de hoy es la propiedad privada. Resulta que este domingo, charlando con unos amigos, uno de los temas de la conversación versaba sobre la especulación y la propiedad privada. Saliendo a relucir esa gran idea del gobierno autonómico vasco sobre las expropiaciones y obligaciones a los dueños de pisos. Así que con todo eso en mente, voy a dar mi visión sobre el asunto. Si bien tenía intención de hacerlo el lunes, al final el trabajo fue demasiado y hasta hoy no he podido ponerme a escribir, pero así me ha dado más tiempo a pensar que poner por aquí.

              En primer lugar quisiera comentar que en España el suelo no es libre. La propiedad privada no existe en este tema (en realidad en casi ninguno, pero eso es otro cantar). Cuando salen los típicos exaltados a la calle a gritar por las desgracias del mundo, muchas veces echan la culpa de todo lo que ocurre a que el suelo es libre. Otras veces sólo le echan la culpa de la especulación. En cualquier caso nada más lejos de la realidad.

              Pongamos un ejemplo simple. Yo tengo un terrenito (ojalá) y quiero hacerme una casa. Primero tengo que ir al ayuntamiento a preguntar si puedo hacerlo o no. Tengo que pedir los permisos pertinentes. Tengo que rellenar los informes adecuados. Tengo que “untar” al concejal de turno. Tengo que esperar a que recalifiquen mi terreno. Tengo que pagar los impuestos pertinentes. Tengo que…

              ¿Aún hay alguien que ve libre el suelo después de esto? Seamos serios. Desde el mismo momento en que la potestad de uso y disfrute de ese terreno no recae en el dueño sino en el político que da el permiso, deja de existir libertad. Y esa manipulación sobre la libertad real es lo que ha causado y causará todos los problemas especulativos que existen y existirán.

              No quiero decir con esto que si el suelo fuese libre de verdad y no sólo sobre el papel (mojado) se acabaría con la especulación, ni mucho menos. Simplemente que desaparecería la especulación “dominada por los políticos”. Pues hay que separar a los especuladores en varios subtipos:

1.      El Individuo: Toda persona que compra un bien inmueble (sea un terreno, sea una casa, sea X) es por definición un especulador. Después de todo lo compra por uno de los dos siguientes motivos: Para disfrutarlos o para venderlo pasados unos años y así ganarle dinero. En el segundo caso, se ve a la legua. En el primero, lo disfruta durante el tiempo que sea necesario, pero bajo la certeza de que en caso de necesidad, en el futuro, si lo quiere vender, le ganará dinero.

2.      El constructor: No es tanto especulación como puro y duro negocio. El negocio de las constructoras es precisamente construir y vender lo construido con un beneficio económico que les permita seguir construyendo para así seguir vendiendo y así sucesivamente. Aún así son los enemigos de la sociedad por ser los que han hundido el país y esas cosas.

3.      El político: Un político que tiene en sus manos el poder absoluto de la construcción, es el mayor y más peligroso especulador de todos. Pues sólo mediante su gracia y voluntad se pueden crear imperios o hundir sueños. Con una simple firma se puede transformar un vertedero en una urbanización… y viceversa.

              Ahora que ya he definido a los tres tipos. ¿De quién es la culpa de la especulación? ¿Del individuo? ¿Del constructor? ¿Del político? Yo diría que la culpa es repartida entre los tres. Más o menos con los siguientes porcentajes. Individuo 5%, constructor 15%,  político 80%.

              Si el suelo fuese libre de verdad desaparecería toda esta mierda. El constructor no tendría que untar al político, pues éste no tendría nada que hacer al respecto. Si un constructor quiere construir, tiene que hablar con los dueños de los terrenos en los que quiere construir. Si ellos quieren vender con unas condiciones, el constructor tendrá que asumirlas (o negociarlas) para poder construir. Ahora mismo, si un constructor quiere construir, primero habla con el político de turno, que a su vez se encarga de sacar leyes que abaraten el precio de esos terrenos y leyes que los graven a tasas e impuestos hasta el punto de ser totalmente imposibles de mantener por los propietarios, momento en el que éstos no tienen más remedio que vender (a precio irrisorio). El político habla con sus amigos y familiares, que compran esos terrenos, repartiéndose mitad y mitad (más o menos) con el constructor de turno. Luego se hace una recalificación de los mismos, y el constructor compra el resto para construir. Al final lo que valía X pasa a valer 10X (o más). Si el suelo fuese libre de verdad, lo que vale X seguiría valiendo X siempre (el valor variaría en función del mercado real, no de las decisiones políticas).

              Pero no… al final seguimos siendo idiotas y hacemos caso de lo que nos dicen los políticos. Después de todo siempre hacen todo lo que hacen “por nuestro bien”. Como la ley vasca esta de regalar pisos a todos, previo quitárselos a quienes los tienen. Suena muy bonito, parece ideal. Es muy socialista y progresista y mágico. Pero analicemos bien lo que nos está diciendo esta norma.

              Obligan a aquellos que poseen más de un piso / casa a ponerlo en alquiler.  Si no lo hacen, podrían llegar a expropiarlo. Luego se le da un dinero a aquellos que lo necesitan para alquilar. Se pondrán casas y pisos de protección oficial en venta baratos para que aquellos en problemas económicos puedan acceder a la vivienda. Pero eso sí, en el momento que esas personas superen sus problemas y adquieran un poco de riqueza, aparece el gobierno otra vez, los echa a la calle (expropiación de la vivienda de protección oficial) y se la dan a otro. Todo esto lo hacen “para garantizar el derecho universal a una vivienda digna”.

              En resumen, ya no saben que inventar para seguir mandando y tener controlada a la gente.

              Ahora analicemos todo esto en función del individuo, es decir, cualquiera de nosotros, ciudadanos de a pie. Si algún día, a alguno de nosotros, nos van bien las cosas y tenemos un excedente en nuestros beneficios mensuales, tal vez nos apetezca invertir ese capital en comprar un pisito donde vivir. Algo a lo que podamos decir que es nuestro. Entonces nos hipotecaremos (si tuviéramos un sueldo suficiente como para poder comprar un piso al contado, no creo que nos preocupase mucho todo esto) para poder disfrutarlo. Eso nos deja a merced del banco que nos haya prestado ese dinero.

              Pongamos que las cosas nos van bien en nuestra vida y tenemos suficiente como para decidirnos a comprar otro piso, un lugar donde escaparnos de vacaciones, o incluso un simple estudio donde poder disfrutar de algo de soledad. Pues otra hipoteca más y a seguir pagando al banco durante más años.

              Entonces llega el gobierno de turno que nos dice que somos unos insolidarios y unos fascistas y unos capitalistas y unos desgraciados. Que por el poder que le confiere “el pueblo” se quedarán con el fruto de nuestro trabajo y a nosotros “que nos den”. Que tenemos que alquilar nuestra vivienda, y que si el alquilado no paga, pues nos jodemos (así va la ley actual de alquileres, mediante la cual si un inquilino no paga al casero, pasarán años antes de que el piso quede libre otra vez, y normalmente el casero no ve un duro del alquiler perdido durante esos años, además de tener que seguir pangado todos los gastos derivados de la vivienda en cuestión). Y que no se nos ocurra siquiera pensar en nuestros hijos o descendientes… que si compramos algo, ellos no lo verán. Pues lo que tanto tiempo y trabajo duro nos ha costado conseguir, ellos tendrán que volver a pagarlo (¿no se supone que no existe en España la doble imposición tributaria?), al nuevo valor que tenga (valor que, por cierto, fija “papacito Estado”).

              Es decir, ¿para qué diablos voy a trabajar? ¿cuál será mi motivación en la vida? Después de todo, da igual lo que haga, pues nunca podré disfrutar del fruto de mi sudor. Si trabajo mucho y por lo tanto gano mucho, soy el “enemigo público número uno”. Si no trabajo (después de todo “papacito Estado” se encarga de mí) soy el “enemigo público número dos”, pues paso a engrosas las listas del paro y hago quedar mal a los políticos que, precisamente, son los que me han puesto en esta situación.

              Si el suelo fuese verdaderamente libre, todo su valor dependería de los dos únicos agentes que deberían estar implicados, es decir, comprador y vendedor. Desde el mismo momento en que se mete la política por medio, estamos introduciendo un agente externo al que el valor de la propiedad “ni le va ni le viene”, pero que quiere su comisión, su tajada. Ahí es donde realmente se aumenta el valor, donde realmente se especula.  

              Si eliminamos a ese tercero en discordia, disminuiría mucho el valor de la vivienda, desaparecería la “burbuja” que ellos mismos han creado.

              Pero si lo hacemos, hagámoslo bien. En todo su significado, en todo su potencial. Es decir, que si yo tengo un terrenito en el medio de la nada y quiero hacerme una casa allí, el Estado tendrá que aguantarse. Pero yo seré el que tendrá que pagar por los accesos al agua, a luz, a teléfono, etc. Nada de llorarle al Estado para que me los ponga. Pues al igual que sería mi derecho irme a vivir al culo del mundo, también es mi responsabilidad apechugar con las consecuencias. Esto es una forma de “autorregulación” perfecta, pues si de verdad quiero irme allí, primero tendré que hablar con el resto de los dueños de las tierras circundantes, y ponerme de acuerdo con ellos para que hasta allí lleguen todos esos servicios básicos. Algo que tal vez a ellos no les interese, con lo cual mi idea se va al traste, o tal vez a ellos también les interese y por lo tanto seamos varios los que queramos irnos y asumamos los gastos entre varios.

              Pero claro, eso implicaría que la gente tiene capacidad de decisión, tiene libertad de elección y tiene libertad real de propiedad privada. Y a los distintos gobiernos eso no le gusta, le quita poder, le resta autonomía. Cuando un gobierno deja que la gente piense por si misma está abocado al desastre pues la primera conclusión a la que llegarán será la de que no hace falta gobierno para regir sus vidas diarias.

              Cuanto más nos fijamos en todas estas cosas, más nos damos cuenta de que la culpa de todo la tiene el intervencionismo de “papacito Estado”. Cuando lo que de verdad quiere todo el mundo es que los dejen en paz. Vivir sus vidas en paz. Y punto.

3 comentarios:

el Turco dijo...

Es curioso, lo de la liberalizacion del suelo.

En fin, coincido con el antepenultimo párrafo, pero quien se une?

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Gangrol dijo...

Ese es el problema... a la gente le encanta que se le de libertad. Pero jamás asumen que con la libertad viene la responsabilidad personal e individual.

Son términos que van juntos siempre. Por eso el estatalismo tiene tantos seguidores... pues elimina libertades (algo que a la gente no le gusta demasiado), pero también responsabilidades (lo cual ya es otro cantar).

Un Saludo Felino
Miau

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

De hecho, el suelo está nacionalizado de facto. No se es libre, se mire como se mire. Pero si hasta Aznar intentó semi-liberalizarlo y el Constitucional le tumbó el chollo.

La especulación económica es buena y necesario en el marco de la libertad. Es la especulación política (corrupción) la que, en parte, nos ha llevado a esto.

Saludos.