martes, 28 de junio de 2011

Galicia Hoxe


            Hoy, martes 28 de junio de 2011, será el último día en que este diario vea la luz.

            En cualquier otra circunstancia esta noticia no tendría mal valor que el de la pena que podamos sentir por las 18 personas que se van a ir a la calle por culpa del cierre; pero aquí ya han salido declaraciones de todos lados por la gran pérdida que supone el cierre del único periódico íntegramente en gallego.

            Sé que con esta entrada voy a enemistarme con mucha gente, pero la verdad es que no me preocupa lo más mínimo, pues es precisamente la gente que ya, por definición, se enemistan con cualquiera que no piensa como ellos. 

            Yo veo bien el cierre del periódico. Y lo veo fantástico por dos razones, la primera porque era un periódico que no compraba ni el tato. La segunda era porque sobrevivía gracias a subvenciones estatales, y que sólo se ha planteado cerrar cuando estas subvenciones se han eliminado (casi, en realidad pasaron de 600.000 euros a 120.000 euros).

            Con esto no quiero decir que me alegre de que cierre el único periódico escrito íntegramente en gallego, lo cual sí es una pena. Me alegro de que se deje de financiar con el dinero de todos algo que la gente no valoraba (de haberlo hecho, el diario habría tenido ingresos suficientes por medio de la compra-venta, y no necesitaría cerrar). Que se deje de tirar el dinero en proyectos abocados al fracaso. Que se deje de gastar absurdamente un dinero que NO les pertenece. 

            Ese diario, gracias al hecho de vivir de subvenciones, se decantó por representar una ideología muy concreta y muy radical. Sólo hacía falta leer las declaraciones de la portada cualquier domingo para darse cuenta de qué pie cojeaba. Gracias a vivir de subvenciones pudo hacer una política partidista radical alejada del mercantilismo. Gracias a vivir de subvenciones pudo diseñar un diario acorde a una ideología.

            Pero precisamente por eso, gracias a vivir de subvenciones, se hundió en el olvido, pues la gente de a pie, la sociedad gallega no es como la pintan ahí. Son muy pocos los que siguen ese tipo de ideología tan radical… la mayoría lo único que queremos es que nos dejen vivir en paz. Y claro, al ser un diario contrario al pensamiento mayoritario de la sociedad, no ganaba por sí mismo nada y necesitaba del dinero estatal para subsistir. Y ahora que se ha retirado ese dinero, el diario ha de cerrar.

            Ya han salido las voces de siempre reclamando más dinero público para financiarlo. Ya han salido las voces de siempre reclamando unas ayudas al diario en gallego. Ya han salido las voces de siempre acusando al gobierno de eliminar subvenciones por el hecho de ser de otra ideología.

            Y la verdad es que si se dejaran de tanta tontería, si se dejaran de política, si el idioma gallego desapareciese del panorama político y se transformase en lo que realmente es, es decir, un medio de comunicación que los gallegos usamos entre nosotros, una forma de transmitir mensajes entre nosotros, al igual que cualquier otro lenguaje del mundo. En ese momento en que el idioma gallego se dejase de pervertir, entonces podrían aparecer iniciativas privadas que fomentasen el uso. 

            Un diario en gallego, plenamente neutral, es decir, en la que el lenguaje fuese el medio de comunicación, y no el “fin” de la comunicación, tendría más venta que el Galicia Hoxe, sin lugar a dudas. Pero claro… la política en Galicia siempre se metería por medio. Pues de un tiempo a esta parte el uso del lenguaje se ha politizado a tal extremo que ya sólo existen dos corrientes, o nacionalistas (hablan en gallego SIEMPRE) o españolistas (NUNCA hablan en gallego). Y luego estamos los que empleamos uno u otro idioma de forma indiferente a según el interlocutor que tengamos delante… y somos “el enemigo” para ambos. Pues ambos nos ven como el contrario según la lengua empleada.

            El idioma es un medio de comunicación, nada más. Y politizarlo trae como resultado que su uso se asocie a una corriente ideológica. De forma que siempre se generará un odio por la parte contraria, así como un “amor ficticio” por la parte propia… y digo ficticio porque muchos ni tan siquiera conocen correctamente el idioma, lo pervierten, lo modifican a su antojo, lo escriben y lo hablan como les apetece, y luego se crea un nuevo idioma totalmente incomprensible que ni tan siquiera entre ellos se entienden. 

            Cerró Galicia Hoxe.

            Sólo espero que esto sirva de lección a los que viven de las subvenciones.

            Así como también espero que un periódico en gallego salga a la calle, libre de injerencias políticas, libre de manipulaciones nacionalistas, en el que pueda disfrutar de una lectura en un idioma que me gusta… ni más ni menos.

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