martes, 8 de febrero de 2011

¿Por qué?


              Si regresamos a la infancia, si volvemos a aquellos años dorados en los que todo era nuevo y mágico, en los que cualquier cosa, cualquier acción, cualquier situación se resolvía con esta pregunta, obtenemos que el pensamiento crítico de un niño es precisamente lo que nos falta ahora.

              Esa pregunta la base del pensamiento crítico. También es la base del pensamiento científico. Entonces, ¿por qué (ahí vamos) no es la base misma de nuestra vida? Si lo analizamos en serio, si nos miramos a nosotros mismos, seguro que nos encontramos con que muchas (por no decir directamente todas) de nuestras conductas son hechas sin pensar siquiera en la razón de las mismas. Y peor aún si miramos no a nuestra vida individual, sino a la sociedad en su conjunto. Y tal vez ese sea el problema de la crisis, del desgobierno, de todo cuanto nos ocurre en el día a día.

              Pensemos por un momento en esto.

              Pensemos en un día normal y corriente. Nos levantamos, nos duchamos, nos vestimos, desayunamos, vamos al trabajo, trabajamos, etc. ¿En algún momento pensamos en el porqué de cualquiera de esas acciones? Seguro que sí… pero ¿seguimos adentrándonos en la pregunta? Pues a cada respuesta se le puede preguntar lo mismo. ¿Por qué trabajo? Porque quiero ganar dinero. ¿Por qué quiero ganar dinero? Para pagar mis deudas y satisfacer mis necesidades básicas. ¿Por qué tengo deudas? Porque el dinero no me llegaba para comprar algo que quería y tuve que hipotecarme. ¿Por qué compré algo que no podía pagar?…

              Cada pregunta tiene una, o varias respuestas, que a su vez generan nuevas preguntas. Cualquier científico sabe de esto, pues para descubrir algo, la pregunta clave es precisamente esa, y a través del análisis de la respuesta obtenida y de que surjan nuevas preguntas a cada respuesta, se obtiene la clave final.

              Ahora voy a plantear una serie de preguntas:
·     ¿Por qué la sociedad es cómo es?
·     ¿Por qué permitimos que nos gobiernen personas que no son mejores que nosotros?
·     ¿Por qué aceptamos lo que nos dicen sin cuestionarnos nada nunca?
·     ¿Por qué…?

              Por poner un ejemplo de lo que significa hacerse esta pregunta, hablaré del nacionalismo (independientemente de cuál sea, de la región, país, terreno que sea). A partir de ahora todo es ficción, una simple charla entre un niño (el que pregunta a todo) y un adulto, que quiere enseñarle al niño su forma de pensar (unos llamarían a esto educación, otros adoctrinamiento).
--    Tienes que sentirte parte de esta tierra que pisas, como lo fueron tus antepasados. Tienes que recordar las gestas y hazañas de los que aquí vivieron y vertieron sangre y sudor por que hoy tengas lo que tienes. Recordar su cultura, asumirla como algo maravilloso. Honrar su memoria.
--    ¿Por qué?
--    Porque has nacido aquí y es tu obligación honrar al pasado.
--    ¿Por qué?
--    Porque es lo que hay que hacer
--    ¿Por qué?
--    Calla niño y cómete la sopa…

              Evidentemente un nacionalista tendría argumentos mejores que los que he escrito ahí para responder… pero que al final se desmontarían igual con esa pregunta. Y no sólo el nacionalismo, sino cualquier concepción que tengamos de la vida. Sea religión (es al mismo tiempo la más fácil y la más rápida, pues para cualquier religión la respuesta es la misma: Dios, y los “porqués” nunca son respondidos). Incluso política… sobre todo política. Imaginemos otra conversación hipotética pero esta vez sobre la sociedad política:
--    La sociedad se compone de muchas partes, tenemos a los que crean leyes, a los que las cumplen, a los que protegen a aquellos que las cumplen, los que vigilan su cumplimiento, etc.
--    ¿Por qué?
--    Pues porque la sociedad necesita leyes para funcionar
--    ¿Por qué?
--    Porque sin leyes no habría orden
--    ¿Por qué?
--    Porque entonces caeríamos en la anarquía y eso es malo
--    ¿Por qué?
--    Porque la base de la anarquía es el concepto de individuo, y el propósito de la sociedad es el bienestar del colectivo
--    ¿Por qué?
--    Porque las masas son más fáciles de controlar que los individuos…
--    ¿Qué? No te he escuchado…
--    Calla niño y cómete la sopa…

              Al final siempre es lo mismo… nunca se responde a ninguna pregunta, o a lo sumo se responde de forma velada, oculta y sin decir nada. Por eso mismo lo mejor que podemos hacer pensar por nosotros mismos, hacernos esas preguntas y buscar las respuestas finales. Y siempre recordando que una vez lleguemos a aquella respuesta que creemos final, en ese momento es cuando realmente hay que preguntar “¿por qué?”.

              Otro ejemplo, sobre el cumplimiento de las leyes:
--    Las leyes son una serie de normas de obligado cumplimiento que permiten al ser humano convivir en paz en la sociedad
--    ¿Por qué?
--    Porque si incumple las leyes, sería un criminal y un proscrito y se le castigaría por ello
--    ¿Por qué?
--    Porque la convivencia necesita de normas
--    ¿Por qué?
--    Porque si no las hubiera la gente se comportaría a su antojo
--    ¿Por qué?
--    Porque el ser humano es un ser vil y rastrero que se aprovecha de las personas para su propio beneficio, por eso los políticos crean normas que permitan la convivencia
--    ¿Por qué?
--    Porque los políticos son personas que sólo piensan en el bien del pueblo…
--    ¿Por qué?
--    … Calla niño y cómete la sopa

              Ahora bien, después de hacerse todas estas preguntas y obtener respuestas a cada una de ellas, la persona puede llegar a muchas conclusiones. Dos personas pueden llegar a conclusiones diferentes. Y no por ello erróneas (para cada uno). De ahí que un nacionalista convencido que se haya hecho todas las preguntas y haya obtenido por si mismo todas las respuestas, y haya interiorizado esas respuestas y esté convencido de ellas, entonces, podremos estar más o menos de acuerdo con él, pero ante todo y sobre todo habrá que aceptar su visión (como suya, eso sí). De igual modo con el resto de las personas y de las ideas. Un religioso que después de haberse hecho todas las preguntas obtiene que la única respuesta que él puede creer es Dios… pues el resto tendremos que respetarlo (que no tiene nada que ver con “compartirlo”). Pero claro… siempre queda la duda de si realmente se han hecho todas las preguntas posibles o si se han quedado en el camino. Además, aquellos que cumplen con esta condición suelen ser los menos (por no decir que prácticamente no existen… los fanatismos, sean políticos, sean religiosos, sean cuales sean, no suelen caracterizarse por las preguntas).

              El problema principal radica en la propia gente. Aún recuerdo conversaciones en las que, ante comentarios por mi parte, las respuestas fueron del estilo de: “no digas nada, que no quiero pensar en ello”. Si la gente no quiere pensar, si aceptan lo que venga, si no se hacen preguntas… entonces “apaga y vámonos”.

              Y para terminar, a quién lea esto, si está de acuerdo, me gustaría preguntar, ¿por qué? Y si por el contrario está disconforme con estos argumentos, también me gustaría preguntar ¿por qué?

4 comentarios:

el Turco dijo...

No me digas que quieres que la gente piense por si misma y saque sus propias consecuencias....

Anda que tu también, se te ocurre cada cosa...

Mi blog
Mi web

Gangrol dijo...

... ups... es que a veces pienso (sí, lo sé... es malo para la salud) en un mundo mejor y claro... me dejo llevar por los sentimentalismos.

Un Saludo Felino
Miau

S. Cid dijo...

El ser humano es un animal curioso por naturaleza y por ello, a base de preguntarse por qué (pero también cómo, cuándo, cuánto, dónde y demás interrogantes) ha alcanzado el punto en el que está. Sin embargo, esa maravillosa capacidad para preguntarse y no detenerse hasta encontrar las respuestas parece que va desapareciendo de nuestro código genético o de allí donde quiera que se encuentre alojada.

Hoy, un compañero de trabajo que da clases en Primer Ciclo de la ESO me contaba que había estado hablando con unas alumnas que cursan 2º de Bachillerato, y que se le habían echado a llorar porque, por más que estudiaban, no eran capaces de aprobar. La cuestión es que estamos destruyendo la capacidad razonadora de nuestra especie (o algo así, creo yo), porque veo que a los niños de hoy no se les exige que utilicen su cerebro para pensar y, así, cuando llegan al Bachillerato, muchos de ellos no saben poner una sola idea propia sobre el papel, aunque sí mucho conocimiento aprendido de memorieta... pero no entendido.

¿Por qué sucede? ¡Ay!, por qué... ;-)

Saludos de alguien que aún se pregunta sobre el porqué, y que está muy agradecida a los farmacéuticos por su siempre buena y acertada atención cuando el mal me aqueja, aunque no me puedan dispensar un antibiótico ;-)

Isaak dijo...

Tú también conservas una parte mayor de lo habitual de esa candidez infantil. Por ello esa facilidad para hurgar y extraer el tuétano del del duro hueso de lo cotidiano.

Didáctico y divertido, como siempre.

Saludos, Gangrol.