miércoles, 17 de noviembre de 2010

Equidad

Equidad.
(Del lat. aequĭtas, -ātis).
1. f. Igualdad de ánimo.
2. f. Bondadosa templanza habitual. Propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley.
3. f. Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva.
4. f. Moderación en el precio de las cosas, o en las condiciones de los contratos.
5. f. Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece.


Una vez definida la palabrita de marras, analicemos en detenimiento cada una de sus acepciones:

1.       No hay mucho que analizar aquí. La primera (es decir, la más importante) definición hace referencia a un estado anímico y por lo tanto no viene al caso.

2.       Aquí ya podemos debatir con calma… ¿Nos dejamos guiar por el deber o por la conciencia? ¿Somos criminales si somos equitativos? Porque, grosso modo, lo que viene a decir es que tenemos que seguir los dictados de nuestra conciencia aún cuando estos vayan en contra de las leyes. Así que si un político nos dice que seamos “equitativos” (da igual el tema), lo que nos está diciendo es que incumplamos las leyes (así después ya vendrá “papacito Estado” a cobrarnos las multas por hacerlo).

3.       Según esta tercera acepción tenemos que por encima de las leyes escritas está la ley natural no escrita… aunque creo recordar de mis clases sobre leyes que en la jerarquía legal, el derecho natural está en la última posición. Así que ya van dos definiciones que nos incitan a incumplir las leyes escritas.

4.       Aquí no me meto pues esta acepción se refiere más al mercado que al tema de hoy.

5.       Esta es la mía. En el último lugar está la acepción que cualquiera daría como primera (qué típico). Equidad = Justicia. Dar a cada uno lo que merece. Qué bonito que suena. Y qué estupidez más grande.

"Yo creo en la magia, no en la ciencia"
La entrada de hoy, titulada “Equidad”, viene referida a unas palabras que le escuché ayer a nuestra querida ministra de Sanidad, Leire Pajín. Más o menos vino de decir que Sanidad se encargaría de darle cobertura a los parados de larga duración y a aquellos que ahora mismo no la tenían. Y lo más gracioso del asunto es que para poder hacer eso, el principio en el que se basa es en el de “Equidad”.



Traduciendo a palabras “no políticas”. Necesitamos votos como sea, de forma que a partir de ahora “tó diox” a curarse a la Seguridad Social.

A mí me parece bien que un político haga política, pero que por lo menos emplee el lenguaje de forma correcta (ya sé que es mucho pedir en estos tiempos, pero bueno). Equidad ya no significa Justicia. No tiene nada que ver. Es más, se podría decir que es su antónimo. Pues si se le da a cada cual lo que merece (lo que es justicia), ¿cómo es que se le da seguridad social a todos los que no hacen nada por merecerla, quitándosela a quienes sí la mantienen? No es que me parezca muy justo o equitativo.

En mis tiempos de universitario tuve un profesor de la asignatura “Salud Pública” que nos explicó lo que la Seguridad Social entiende por “Equidad”. Según su definición, todo el mundo tiene que pagar las cotizaciones de la seguridad social, de forma que cuando alguien no puede pagarlas, no se le priva del derecho a recibir la prestación, pues va a cargo del que más tiene. Además, cuanto más tienes, menos prestación recibes, pues si tienes mucho puedes “pagarte” una sanidad privada y por lo tanto pierdes el derecho a la sanidad pública (aunque eso no te exime de seguir pagándola). Ya en ese día discutí con él sobre lo que significa “equidad”… aunque sin mucho éxito, he de añadir (es lo que tienen las discusiones “alumno vs profesor”, en las cuales uno siempre tiene la razón y el otro siempre se equivoca, independientemente de los argumentos y pruebas).

Es decir, que si tienes mucho has de pagar (por obligación) la sanidad de los que no tienen nada, a cambio de perder tú mismo ese derecho.

Según las palabras de Pajín, todos tenemos ahora que pagar la sanidad de los que no la han pagado, a cambio de que los que pagamos perdamos ese derecho. Eso es “equidad” para ellos.

Yo más bien entiendo la “equidad” como su quinta acepción. A cada cual lo que se merece. Y si alguien merece más, pues que reciba más, y si alguien merece menos, pues que reciba menos. Es muy sencillo. A quién más aporta al sistema, más derechos debería tener. Quién menos aporta al sistema, menos derechos. De esta forma, los que menos reciben, se encargarían de buscarse la vida para poder aportar más y así recibir más.

Por ejemplo, ahora mismo a los autónomos se nos cobra una cantidad base, la cual puede ser aumentada de forma voluntaria. Como no hay diferencia en que se paguen los 300 euros base o los 2500 máximos, ¿quién pagará esos 2500? Antes la gente lo hacía (aquellos que podían, claro) para la jubilación, pero es que si miramos detenidamente lo que puede suponer una capitalización de 2500 euros mensuales en un plan de pensiones, para cuando nos jubilemos obtendríamos casi el triple de lo que nos pagaría “papacito Estado”, de haberle dado el dinero a él. Además de tener una “casi” certeza (digo casi pues es imposible saber lo que nos depara el futuro) de cobrar, frente a la incertidumbre que a día de hoy, la gente de mi generación y posterior, sobre si cobraremos pensión del Estado o no (yo creo que no).

Pero claro, se trata de una aportación “obligatoria”. Si quieres tu plan de pensiones privado y tu sanidad privada, págalos a mayores. Y ten en cuenta que como tengas eso, pierdes los derechos de lo otro. Eso es la “equidad” para la política. Pues así como me explicó ese profesor del que os hablé, al tener un seguro privado, se “pierde” el derecho a disfrutar de las ventajas de la sanidad pública. Así como también en las listas de espera, cuando alguien tiene seguro privado, se le pone al final de la lista de espera (esto no sé si es verdad o no, pero ese profesor, Médico él, y alto cargo de un hospital público en Madrid, dijo que sí), a menos que vaya por ese seguro privado, en cuyo caso se le pone de primero (porque de una forma se cobra y de otra se paga… y ya sabemos todos cómo se las gastan los gobiernos a la hora de “cobrar”).

Además, en unos tiempos como estos, en los que la temática actual es el recorte de gastos en todos los ámbitos de la vida, siendo uno de los más castigados el sanitario (y esto lo sé de primera mano pues lo vivo día a día), que la ministra de sanidad diga que va a gastar más dinero en algo que no sólo no produce, sino que además “NO TIENE DERECHO”… es que es de locos (o de socialistas, claro). ¿De dónde saldrá el dinero para esta nueva “compra de votos”? Pues como siempre de las farmacias, que ya es habitual en cualquier gobierno cuando necesita dinero. De forma que para pagar estas políticas tan “equitativas”, se está perjudicando aún más un sistema que pierde agua por todos lados.       

Pero es que queda tan bonito, tan “socialista” esto de regalar dinero. Son tantos los votos que se comprarán de estas formas. Es tan solidario. Tan “equitativo”.

Si de verdad existiese la “equidad” en política, en primer lugar no se hubiera puesto a la Pajín como ministra. A cada cual lo que se merece… y una señora que va presumiendo de “pulsera mágica” no merece (ni en éste ni en ningún universo conocido) ser nombrada máxima autoridad Sanitaria. Si existiera equidad en política, hace tiempo que se habría reformado todo el sistema político. Pues así como se premia al que hace las cosas bien, la equidad implica que se castigue al que las hace mal… y este gomierdo que nos ha tocado vivir ha estado metiendo la pata una vez tras otra y por el momento sólo ha recibido premio tras premio (vale que se los auto-otorga, pero siguen siendo premios) y ningún castigo.

Pero ¿qué podíamos esperar de un gobierno tan “equitativo” como éste?

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