martes, 5 de julio de 2011

Cambios de Opinión


            Hoy me ha pasado una cosa curiosa con un paciente. No es algo nuevo que la gente cambie de opinión según las circunstancias, lo hemos hecho todos en algún que otro momento de nuestra vida, normalmente en base a la experiencia que ganamos con el mero transcurrir de nuestras vidas. Pero es que hoy he visto dos puntos de vista totalmente contrapuestos en la misma persona. Una persona que cambió de opinión en 10 minutos. Y de una opinión a justo la opuesta. 

            Intentaré relatar el caso de forma sencilla.

            El señor en cuestión es un paciente de este pueblo, de toda la vida. Pero que por azares del destino se fue a vivir hace unos años a Santiago de Compostela (a 150 km de aquí) con la familia. Una vez allí sufrió una serie de problemas de salud graves y que acabó superando de forma lenta, pero con una serie de secuelas que le duran hoy (y le durarán mientras viva). Años después regresó al pueblo a vivir en su casa, sólo, pues lo prefirió ya que aquí al menos está entretenido entre que cuida la huerta y las gallinas, mientras que allí no tenía nada que hacer en todo el día. Pero no quiso cambiar de médico, pues la médico que lo atendió durante su grave enfermedad “le salvó la vida” (palabras textuales suyas) y es la que mejor conoce toda su condición y por lo tanto es la médica de confianza para él.

            Durante muchos años esa médica le daba informes de medicación para 6 meses, pues ese era el tiempo que tardaba en ira a las revisiones obligatorias por su enfermedad. Con esos informes iba al médico de aquí, el cual le hacía las recetas sin ningún problema. Pero ahora que se marchó la celadora del centro de salud, la cual llevaba ya 9 años aquí como interina y conocía a todo el pueblo y a él lo dejaba pasar a hacer recetas, aún cuando no le correspondiese, y llegó la nueva, ya con plaza en propiedad, las cosas han cambiado. Pues la ley impide (de siempre, pero aquí la verdad se lo saltaban un poco, pues tuvimos la suerte de tener una serie de personas que pasaban de burocracias y primaban el beneficio del paciente) que un médico de recetas a un paciente que tiene otro médico de cabecera asignado. Y esta nueva celadora, como buena funcionaria con plaza fija que es, no hace excepciones. Por lo que este señor se fue a Santiago, a hablar con su médica de siempre para ver cómo podía hacer. Y ella le respondió que no pasaba nada, que podía cambiar de médico y poner al de aquí como médico de cabecera (a lo que él se negó), o bien podía ella meter la medicación por receta electrónica y así tendría ya todas las medicinas en el ordenador para esos 6 meses hasta la próxima visita.

            Cuando pasó por la farmacia a comentar todo el caso (es lo que tienen las farmacias, que además de centros de salud, también somos “confesionarios”) con pelos y señales, también dio su visión sobre el tema de la receta electrónica. Según él era algo fantástico y bien diseñado, pues evitaba que los pacientes acumulasen medicación, y que estaba muy bien eso de que sólo se pudiese dar una medicina cuando se acabase la anterior. Que ya estaba bien de que la gente despilfarrase en Sanidad.

            Entonces me dio su cartilla para retirar la medicación que tenía por receta electrónica, y para “devolver” una medicina prestada. Pues cuando pasó todo esto de que aquí ya no le hacían recetas, al comentarme el caso y yo le adelanté una de las medicinas que necesitaba, y que ya me traería la receta cuando fuese a Santiago.

            Miré el listado y, entre otras muchas, allí estaba la medicina en cuestión. Le preparé el total de lo que llevaba y se lo entregué. Pero entonces fue cuando, como si antes no hubiera dicho nada, se enfadó con el “sistema”, por ser injusto y no servir para nada. Resulta que la medicina que se había llevado prestada ya se le estaba acabando (casi había pasado un mes entre que se la presté y me trajo la receta), pero en el ordenador sólo había una caja (la médica le puso una en la fecha en la que fue, y a partir de ahí aparecerían las demás, a medida que fuesen terminándosele). Además, otra de las medicinas viene en envase de 10 unidades, de forma que en lugar de llevar las tres cajas que llevaba normalmente (el médico de aquí aún sigue con receta en papel y no tiene inconveniente en dar las cajas necesarias para que la persona no tenga por qué volver en todo un mes), sólo podía llevar una, y tendría que volver cada 10 días a buscar la otra.

            Ahí explotó su indignación. Y donde antes había dicho que el sistema era maravilloso pues evitaba la acumulación de medicinas por parte de la gente, cuando le tocó a él en concreto, pues como que ya no le gustó. Pues tener que acercarse a la farmacia cada 10 días no es algo que pudiera hacer (vive a casi 10 Km de aquí), así como el hecho de perder esa medicina (al final la tuvo que pagar de su bolsillo, pues no la harían aquí la receta y a Santiago no podía volver hasta los 6 meses) que tenía prestada, pues tenía que llevarse otra. Se indignó porque el sistema lo considerase a él como un criminal. Se indignó porque el sistema le obligase a gastarse un dinero que no tenía en acercarse a la farmacia cada 10 días a buscar las medicinas. Se indignó porque un sistema que en teoría estaba diseñado para ayudar al paciente sólo servía para fastidiarlo… y así me tuvo durante un buen rato mientras criticaba todo aquello que justo unos minutos antes elogiaba.

            Hay que ver cómo de rápido cambia la opinión de una persona. Cuando se hablan de las “mejoras en las condiciones”, siempre está todo el mundo de acuerdo, hasta que esas “mejoras” resultan un inconveniente para ellos. Cuando se habla del “precio a pagar”, también está todo el mundo de acuerdo… hasta que les toca a ellos pagar ese “precio”.

            Y esto se puede extrapolar a todo lo que nos ocurre a nivel político en la vida. Cuando salen los típicos exaltados exigiendo una serie de “mejoras”, nunca se pregunta quién habrá de pagar esas mejoras (y no me refiero a pagos económicos, aunque también tengan su parte), pues por descontado esos mismos que gritan por las mejoras jamás piensan que serán ellos mismos los que al final pagarán el pato.

            Un ejemplo actual de esto: la expropiación de viviendas para regalárselas a quién no las tiene. Es evidente que quién no la tiene esté a favor (recibe algo sin dar nada a cambio), pero no se da cuenta que después, cuando la tenga, pasará a ser susceptible de que se la quiten a él también… y seguro que en ese momento ya no grita lo mismo que gritaba antes.

            Antes de decantarse por una opción (sea en el tema que sea), es necesario analizarla en profundidad y sólo asumirla como válida cuando de verdad aceptamos el coste de la misma por parte de nosotros mismos. Es decir que sólo podremos exigir aquello que nosotros mismos estamos dispuestos a dar (y aún así, habría que matizar mucho esa “exigencia”, que una cosa es la “solicitud” y otra muy distinta la “obligatoriedad”).

            Para finalizar, un chiste muy antiguo, pero al mismo tiempo muy explicativo sobre esto:
Están hablando dos compañeros del partido sobre las exigencias a las masas cuando uno le pregunta al otro:
Si tuvieras dos millones de euros, ¿le darías uno a la causa?
Por supuesto – responde el otro.
Si tuvieras dos chalets en la playa, ¿cederías uno a la causa?
Sin dudarlo –  responde el otro
Si tuvieras dos ferraris, ¿regalarías uno para la causa?
Ya mismo –  responde el otro.
Y si tuvieras dos gallinas, ¿darías una para la causa?
No –  responde el otro con rapidez y rotundidad.
Explícamelo, por favor… dices que si tuvieras dos millones, regalarías uno, si tuvieras dos casas, regalarías una, si tuvieras dos coches, regalarías uno, pero cuando se trata de gallinas, no regalarías nada… ¿por qué? – Pregunta el primero con curiosidad.
Fácil – Responde el otro – Porque las gallinas sí que las tengo.
Moraleja: Es muy fácil ser generoso con aquello que no te pertenece.

            Regresando al tema inicial, esta moraleja del chiste, fácilmente se puede extrapolar al caso, pues al señor este le parecía un sistema genial, hasta que las complicaciones del mismo le tocaron a él, momento en que pasó a ser de la opinión contraria. Es decir, “Es muy fácil elogiar algo que han de cumplir los demás, hasta que te toca a ti tener que cumplirlo también”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amigo, tu blog sta muy bueno, sabes, spero puedas seguir traduciendo la serie angel densetsu te quedaste en el volumen 6, ojala puedas terminar tan buen trabajo q iniciaste! saludos desde Perú!!

Gangrol dijo...

Gracias por los ánimos, Anónimo, y tranquilo que la serie de Angel Densetsu seguirá traduciéndose sin pausa...

Cuelgo un capítulo a la semana (cuando puedo, claro, que por temas laborales a veces no me sobra el tiempo y tardo un poco más) de la serie, y mañana mismo va el siguiente, el primero del tomo 7.

Y ya te aseguro que los 15 tomos se terminarán... ya no digo cuando, pero pienso hacerlo, pues es una serie que siempre me ha encantado y que por orgullo personal estoy traduciendo y editando, por eso no hay fallo y se terminará.

Gracias por leerme.

Un Saludo Felino
Miau
Pd.- Que raro que dejes el comentario aquí y no en el blog del micho XD