lunes, 4 de abril de 2011

El Arte de la Conducción


            Hoy por la mañana, tomándome un cafecito en la estación de servicio donde paro todos los lunes antes de ir a trabajar, tenían puesta la televisión y en ella estaban las noticas. Una de ellas me hizo pensar y ahora llego el momento de traducir esos pensamientos a palabras para transmitirlas. La notica versaba sobre las medidas adoptadas por el gobierno para “garantizar” la seguridad de los conductores. Hablaban de cómo se iba a incrementar la vigilancia en las carreteras y de cómo se perseguirían los “despistes” al volante. Esos despistes provenían de diversas acciones que hacían perder al conductor la capacidad de conducir correctamente, enunciándolos vendrían a ser: usar el teléfono (independientemente de si era el propio teléfono o un manos libres instalado en el coche), usar la radio, etc. Todas ellas acciones que, según el reportaje, disminuían la capacidad del conductor en un 40% o más. 

            Esto me llevó a pensar un poco en el propio concepto de esas medidas y su propósito final. En teoría el objetivo de las mismas es hacer que al volante se esté exclusivamente pendiente de la conducción y la carretera. En la práctica es una forma más de recaudar dinero. Pues aún habrá gente que piense que se hacen estas cosas por el “bien común”, pero no hace falta ser un genio para darse cuenta de los errores de fondo que tienen todas ellas. 

            Intentaré explicarme mejor.

            Ya puestos a buscar todas las posibles “pérdidas de capacidad” y los “detonantes” de los posibles despistes, empezaré a enumerar unos cuantos que se me ocurren:

·         Velocidad: En determinados tipos de carreteras, una velocidad baja puede causar aburrimiento, cansancio, pérdida de atención y por lo tanto una disminución real en la capacidad de conducción. Evidentemente depende del conductor, pero habrá gente que a 100 en una autovía vaya perfectamente, y otros que a 150 también. A los primeros ir a más les causará estrés, por lo que disminuirá su capacidad. A los segundos ir a menos les causará tedio y por lo tanto una disminución de su capacidad.
·         Carreteras en mal estado: Hay carreteras que impiden una buena conducción, el conductor deberá estar más pendiente de los baches, de las curvas, de los peraltes, que de la propia conducción en sí, con lo que también disminuirá su capacidad.
·         Señales de tráfico: Cada vez hay más señales en todas las carreteras. Algunas avisan de los muertos pasados, otras avisan de radares, otras avisan de que “La Paqui se nos casa con el Juán”… si el conductor presta atención a dichas señales, pierde atención en la carretera.
·         Coches de la Guardia Civil y la Policía: Es verlos y que todo conductor esté más pendiente de ellos que de la propia conducción.
·         Haber dormido poco: Evidentemente eso hace perder capacidad de reacción al conductor
·         Haber dormido mucho: El cuerpo humano está diseñado para tener una serie de horas de descanso diarias. Menos hace que el cuerpo se resienta, pero más también.
·         Que al conductor le pique una oreja: Esa sensación de incomodidad hará que se pierda capacidad de conducción. Si la rasca peor, pues la sensación placentera que conlleva también hará que pierda capacidad de conducción.
·         Estornudar: Un estornudo hace que los ojos se cierren. Por lo tanto no se ve la carretera. Más pérdida que esa no se encuentra en ningún lado
·         Etc.

            Hay tal cantidad de cosas que pueden hacer perder capacidad de conducción que es absurdo luchar contra ellas. Una cosa es promover una conducción responsable, y otra muy distinta criminalizar un hecho que “PUEDE” que cause un problema. Pero claro, todas estas medidas se crean con la mirada puesta en la recaudación futura. En lugar de pedirle a los agentes de seguridad que velen por la seguridad, es mucho más cómodo (y sobre todo rentable) que busquen la multa fácil. Pero claro, para ello primero hay que crear una serie de “normas” que tengan asociada dicha multa. 

            No por hablar por teléfono en el coche se va a tener un accidente. No por escuchar música en el coche se va a tener un accidente. No por hacer algo en el coche se va a tener un accidente. Igualmente no por “NO” hacer algo en el coche se va a evitar que se tenga un accidente. Una persona que conduzca mientras mantiene una conversación telefónica, es evidente que tendrá menos atención puesta en la carretera, pero condenarla por ello es como decir: En el momento del nacimiento se mete en la cárcel al bebé por el “posible” asesinato que cometerá en el futuro. Puede que lo cometa o puede que no... pero "por si acaso".

            Sé que la analogía es un poco radical, pero no es demasiado lejana a la realidad. Después de todo un hecho que “puede” que conduzca a un delito no es un delito en sí mismo. Un cazador que va por el monte con su escopeta preparada, “puede” matar a una persona, pero no se le condena por ello. Sólo se le condenará si lo hace, y en ese caso se mirará todo lo asociado al hecho de la muerte, y no al hecho de “llevar una escopeta”. Pues lo mismo debería pasar con los coches. 

            Una conducción prudente, acorde a la carretera, y cumpliendo todas las “medidas” exigidas por el Gobierno, no garantiza que no se vaya a tener un accidente. Y pongo un ejemplo que ocurrió hoy por la mañana a un par de kilómetros de donde trabajo. Una chica que iba con su coche al trabajo (conozco a esa chica y sé que es de las que conducen bien) tuvo un accidente. Un corzo saltó de un terraplén y chocó contra su coche (menuda imagen la de la puerta del acompañante, la metió totalmente para adentro), ocasionando que perdiera el control y se saliese de la carretera. ¿Había incumplido las normas de circulación? ¿Había realizado alguno de esos actos tan perniciosos para la conducción? Simplemente tuvo un accidente por un “evento externo”. Y como ese montones más. Es más, la mayoría de los accidentes ocurridos en las carreteras se deben principalmente a eventos externos (baches, animales, condiciones meteorológicas, etc.). Pero en lugar de garantizar unos mínimos de seguridad vial para prevenir dichos eventos en la medida de lo posible, se sigue persiguiendo al resto.

            Y, como es evidente, también deberé hablar del alcohol (antes de nada decir, y cualquiera de los que me conozcan podrá corroborarlo, que yo no bebo de forma habitual, y en las “ocasiones especiales” a lo sumo una copa y para de contar, y si tengo que coger el coche jamás pruebo una gota, aún cuando sea "ocasión especial"). ¿Es peligroso conducir bajo los efectos del alcohol? Evidentemente sí. ¿Habría que prohibirlo? Ahí ya difiero un poco de la “corriente actual”. Yo no considero que prohibir la conducción alcohólica sea lo que haya que hacer. Una persona que, después de haberse tomado un par de copas, coge el coche y, viendo que no “coordina” como siempre, decide ir a su casa con mucha calma en la carretera, prestando atención doble a todo lo que ocurre y sin meterse en líos… ¿por qué se le condena como si fuera un criminal apestoso? Esa persona, dentro de su propia capacidad, ha razonado y obrado de una forma correcta. Otra persona, sin haber consumido ni una gota de alcohol, decide dedicarse a probar su coche nuevo de sopocientos caballos, haciendo trompos, y poniendo en peligro a la gente… ese es un “buen chaval”. ¿Alguien ve la incongruencia? El que va a conducir mal, lo va a hacer igual, haya bebido o no. El que va a conducir bien, si nota que no puede coger el coche, no lo hará, y si nota que sí puede hacerlo, lo hará con precaución. Por lo tanto no es el hecho de haber consumido alcohol lo que es peligroso. 

            El hecho peligroso en sí mismo es la conducción. El cómo se conduzca. Una conducción buena debería no estar penada. Una conducción mala debería ser perseguida. Unas fuerzas de seguridad adecuadas, vigilarían la conducción de la gente, vigilarían que fuese seguro conducir. Actualmente no hay ni una sola patrulla que vigile eso, lo único que hacen son controles para cazar multas. Por lo tanto se está pervirtiendo su mera existencia. Dejan de ser fuerzas de “seguridad” para ser meros “recaudadores”.

            Ahora toca hablar del casco en motos y del cinturón de seguridad en coches. Que yo me ponga o me deje de poner cualquiera de esos dos objetos es (debería ser) cosa exclusivamente mía y de nadie más. Es mi vida. Y el Gobierno no debería meterse en ella. A título personal yo soy de los que se ponen el cinturón siempre (digamos que no tengo ganas de perder la vida por una tontería), pero, por ejemplo, hoy por la mañana, después de cargar el coche en la gasolinera me fui a la sección de lavado para pasarle un agua (el polvo de los pinos es lo que tiene, que deja los coches “preciosos”, y si son negros, como el mío… menuda maravilla). No debía haber ni 50 metros de distancia. ¿Hace falta ponerse el cinturón? Yo lo hago (principalmente porque mi coche se pone a pitar cosa mala si arranco sin él puesto), pero la verdad es que hay ninguna necesidad de él. Pero si hubiera un policía o guardia civil allí y ve a alguien haciendo eso mismo sin el cinturón… 300 euros de multa no se los quita nadie. Y con los cascos pasa tres cuatros de lo mismo. Ir con casco o ir sin casco puede significar la diferencia entre la vida y la muerte en caso de accidente de moto. Pero la decisión es íntegramente del piloto. Un tercero no puede (perdón… no debe) obligar a nadie a velar por su propia vida. Podrá aconsejar, podrá recomendar, podrá anunciar… pero obligar está más allá de sus atribuciones.

            Y como creo que ya me he enrollado demasiado, simplemente poner unas breves conclusiones y dejarlo por hoy. 

            Una conducción responsable depende principalmente del conductor. Un conductor responsable sabrá qué hacer con su vida. Una persona podrá conducir mejor o peor a según qué circunstancias. Para algunos, cambiar un CD en el coche es algo tan automático que no tienen ni que mirar para hacerlo y por lo tanto mantienen una conducción prudente y responsable. Para otros conducir con una mano en el volante y otra en la manilla de cambios no les cambia su forma de conducir. Para los de aquí conducir con tráfico les causa estrés y pérdida de reflejos. Para los de allí conducir con condiciones climatológicas adversas aumenta sus capacidades de atención y conducen mejor. Para los de arriba conducir rápido les va mejor que ir lentos. Para los de abajo conducir lentos les va mejor que conducir rápidos. 

            En resumen, que un conductor es bueno o malo en función de si mismo, no de los extras que queramos añadirle. Y criminalizar uno de esos extras sólo consigue que aquellos conductores buenos se fijen más en el cumplimiento de esas leyes (y por lo tanto que pierdan capacidad) que en la carretera, y los malos… pues como que les da igual todo y, haya ley o no, van a seguir haciendo lo que les salga de las narices.

2 comentarios:

el Turco dijo...

Yo abogo por que el que cometa infracciones de tráfico pierda el carné. Nada de multas económicas.

Así me creo lo de que no es "con afán recaudatorio"

Saludo

Gangrol dijo...

Totalmente de acuerdo, siempre que "maticemos" lo infracción. Es decir, que no se defina "infracción" como "todo aquello que al gobernante de turno le apetece según el pie con que se levantó".

Después de todo, recuerda que un ejemplo de "infracción" actual es ir sin cinturón de seguridad. Y menudo "peligro" para la sociedad que resulta ir así.

Un Saludo Felino
Miau